Virginia Fernández – La República Cultural
Quedarse atrapado 127 horas bajo una roca en los cañones de Robbers Roost (Utah) y sobrevivir a ello hace que la vida se perciba después de otra manera. La experiencia puede ser tan impactante que el director Danny Boyle vio en ello una historia que merecía la pena ser contada. Para ello despliega todo su buen hacer y demuestra que con pocos medios y una cámara se puede contar una gran historia sobre lo insignificantes que podemos llegar a ser.
También es capaz de mostrar hasta qué punto el protagonista se agarra a la vida pese a que todas las circunstancias se presentan en su contra. Los recuerdos, los delirios y sus diversas estrategias para sobrevivir nos guiarán a través de un relato que en ningún momento se hace aburrido, sino que más bien consigue mantenernos en tensión hasta el final.
El actor James Franco encarna al escalador de montaña Aron Ralston, que se cayó por una grieta mientras recorría los cañones en mayo de 2003. Su brazo quedó atrapado bajo una roca y tras permanecer cinco días bloqueado optó por una solución extrema para liberarse. El protagonista alterna los momentos de impotencia con los momentos de delirio, hasta que finalmente decide optar por la vida, por encima de todo. Ralston dejó constancia de su accidente en una autobiografía que escribió en 2004 y que tituló Entre la espada y la pared.
En esta película, aunque la cámara nos mantiene durante largos momentos frente a frente con el actor, reconocemos el colorido y el ritmo intenso de la anterior película de Danny Boyle, Slumdog Millionaire. Más modesta en su formato ha conseguido igualmente colarse en las principales nominaciones para los Globos de Oro y los Óscar. Queda por saber si se alzará con alguna estatuilla, entre ellas las de mejor actor y mejor película.