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Marco Canale: “las manos que se quedan quietas en un teclado por una decisión editorial-política, son las mismas que agarran un machete y parten un cuerpo” - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

“Lo más grave es que la sociedad no reflexiona respecto a lo que pasó, y que hay un “discurso del diálogo”, muy marcado ahora en el PSOE. Y a veces es muy perverso: por ejemplo, cuando le echaban la culpa a Evo Morales por no hablar con la oligarquía feudal, pero es que esa gente, si mueves un dedito con Repsol YPF, te van a dar un golpe de Estado o te van a tratar de voltear como sea”. “En parte, la cultura siempre es un “brindis al sol”, pero creo que uno tiene que tener una intención. Yo lo hago como una necesidad propia, pero también le pongo una pequeña intención política, sabiendo que es una cosa totalmente minoritaria. Cada uno, desde su lugar, tiene que aportar lo que puede a aquello que cree, que no tiene por qué ser teatro político. Hay gente que hace trabajos honestos, muy valiosos, y que de alguna manera pueden ser también políticos en el sentido de abrir otros espacios para escuchar, para hacerse preguntas…, pero en mi caso, esta es mi necesidad”.

Marco Canale: “las manos que se quedan quietas en un teclado por una decisión editorial-política, son las mismas que agarran un machete y parten un cuerpo

Entrevista al joven dramaturgo internacional, sobre su actividad literaria y teatral y su activismo político y social

Marco Canale
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Marco Canale

El dramaturgo actuando durante una función de La puta y el gigante.
Foto: Julio Castro.

Marco Canale
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El dramaturgo actuando durante una función de La puta y el gigante.
Foto: Julio Castro.

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Julio Castro – La República Cultural

A raíz de su obra La puta y el gigante, presenada en Escena Contemporánea 2011, descubro a un personaje como el escritor y dramaturgo Marco Canale que, por primera vez, se sube a un escenario para sacar adelante un complicado tema creado a partir de un texto suyo, que a la vez publica Artezblai bajo el mismo título. Por la obra desfilan las vergüenzas y los sinvergüenzas, que desde Uribe(*), o los directores del diario El País y sus amos que apoyan los crímenes, hasta el principito Felipe de Borbón entregando todo orgulloso un premio de derechos humanos por la labor del criminal, con Letizia y su zeta de fondo, o la Repsol, la ya clásica United Fruit Company, conniventes y testigos mudos de las masacres tapadas por esta nuestra prensa, tanto en España como en Colombia. Y de fondo Vargas Llosa, uno de los responsables de liar el contubernio con su pluma que cobija a todos los otros.

No sentamos en la mesa de un bar restaurante de los que hay en Lavapiés, esos que regentados por un árabe, tienen el aspecto madrileño cañí que demuestra una vez más la internacionalidad del barrio y sus gentes. Acaba de dimitir el penúltimo dictador egipcio, y mientras se lo digo (lo acabo de oír en la radio del coche llegando allí), vemos unas imágenes en el gran televisor del bar, donde lo importante para una locutora es aclarar muy bien que Obama estaba al corriente de todo y que en breve nos dará su opinión. “La nuestra no importa”, le digo, “y la de los egipcios, menos”, me responde él. Creo que Marco escucha aunque tenga una opinión bien formada, y está dispuesto a incorporar otras ideas, como veo cuando charlamos de otros trabajos teatrales fuera de la entrevista.

Lo que hablamos a lo largo de la entrevista me demuestra que tras el texto y la puesta en escena, hay mucho más de lo que se podría imaginar, y que no estoy ante la impostura de tanta gente, que utiliza la desgracia ajena para su propio lucro y el escándalo de la denuncia para adquirir la fama. No me gustan los arquetipos, ni creo en los personalismos pero durante un rato, mientras charlamos y después, no puedo evitar la sensación de estar sentado frente a un nuevo Che Guevara, médico trasformado en dramaturgo, que cabalga su motocicleta o su vieja bici por el centro y sur de América, más preocupado por mejorar lo que ocurre en su entorno y difundir cómo hacerlo, que en su lucro personal o el éxito.

Cuando le pregunto por sus proyectos en aquellas tierras responde con toda la modestia del mundo, sabiendo que es necesario contarlo para que su trabajo sirva de algo. Y si le pido que me hable algo del mundo teatral en comparación entre Buenos Aires y España en general, me dice “En España, a veces surge gente muy variada, dentro de una cierta mediocridad que veo en el teatro público (no todo, a veces se pueden ver cosas buenas), pero hay compañías que tienen un nivel muy bueno y un mundo poético y político muy personal. Y si analizo ese tipo de teatro, en Argentina también hay muy poca gente que lo haga: Angélica Liddell de un lado, Federico León del otro… y creo que esta obra es hija de un cruce entre lo de Argentina y lo de España, porque si no hubiera venido acá tampoco la hubiera escrito. Y yo me siento muy latinoamericano, no veo la diferencia entre lo que puede ser una lucha política en Guatemala o en Argentina, porque las dos me atañen de la misma manera. ¡Y soy internacionalista!, pero siento que mi casa es Latinoamérica”.

Su último trabajo es el que le ha llevado a salir por primera vez a un escenario, pero también en esto es modesto y destaca el trabajo de otras personas, así que quiere que conste que “unido a Escena Contemporánea hay otra gente que apoyó mucho el proyecto, como Pepe Henríquez, Laura Corcuera, Fernando Rengifo que iba a hacer la iluminación y terminó aportando muchísimo al proyecto, y la actriz Patricia Orantes, que ha venido de Guatemala y me ha acompañado con la parte interpretativa. También Carlos Gil, que desde Artezblai se ha involucrado en el proyecto publicándolo. Creo que ha sido un trabajo colectivo, que yo me esperaba más difícil, y me doy cuenta de que en España, pese a que la mayoría no esté ahí, hay un grupo de gente que si ve un trabajo, aunque sea un poco más complicado, está dispuesta a apoyarlo”.

Personalmente, creo que estoy ante uno de esos grandes monstruos que trascienden a su propia letra y a cualquier predestinación, porque ha decidido escribir su propia historia y hacer que quienes le acompañen en el trayecto, también escriban la suya, pero, eso sí, sin dar lecciones a nadie, más que lo que se desprende de su propia forma de hacer las cosas.

 

 

¿Para ti es más importante el compromiso con lo que haces o el hacerlo por medio del teatro?

Creo que en mi caso va de la mano. Puedo hacer teatro cuando algo me importa, y si no, no puedo. Para mí no está separado el “desde dónde digo”, del hecho que uso para decir, el medio que tengo, que es el teatro. Y en ese sentido, la necesidad de decir alto (muy importante a la hora de acabar cualquier proceso) se une luego con el medio con el que trabajo que es el que me permite expresarme con la mayor profundidad dentro de mis posibilidades.

¿De todo lo que has escrito hasta el momento, cuál es el texto que te implica más y te sale más de dentro?

Creo que este último (La puta y el gigante) y el anterior que traje a España, que es una obra que se llamó La alambrada, que trataba sobre un tío mío que era abusador de menores, y hablaba sobre algo que había pasado veinte años antes en la finca de mi abuela, y se supone que él abusó del hijo de la empleada encargada de cuidar la finca. Me enteré de eso con 13 años y con 29 decidí escribir una obra de teatro sobre eso, centrándolo en un joven dramaturgo de 29 años que decide escribir algo sobre eso. Así que la obra transcurre entre 2007 y 1987, lo que pasó ese verano y lo que va pasando en el presente.

Y aunque era una obra más clásica, con un cierto comienzo, nudo y desenlace, creo que se conecta un poco con esta última.

De todas formas, todas las cosas que hice me afectaban, salvo un encargo que no me gustó mucho. Siempre trato que las cosas me atraviesen porque creo que es lo que necesito yo para escribir algo.

¿Te consideras una persona comprometida en lo social y en lo político?

Sí. Para mí, el teatro y la vida se han ido uniendo y trabajo con colectivos en el ámbito no profesional y en proyectos largos, no en los que utilizan el teatro como herramienta para sensibilizar. Creo que la gente y los movimientos pueden crear un movimiento muy interesante entre lo político y lo social con el teatro, entendiendo el teatro como una creación que nos hace preguntas. Yo me posiciono ideológicamente en un lugar, pero siento que el teatro nos permite hacernos preguntas a nosotros mismos y a los colectivos de los que formamos parte. Y creo que si ha habido un problema en la izquierda, a veces consiste en que en los movimientos no nos hemos sabido hacer preguntas o autocríticas, o reflexionar. En ese sentido, creo que es una herramienta útil.

Luego, están mis contactos en Latinoamérica, y también en España, que trabajé con un colectivo de mujeres inmigrantes, y creo que se aprende mucho de la gente y eso me alimenta mucho a la hora de hacer. Creo que estoy en ese intercambio.

Vienes de un entorno en el que las cosas estaban muy difíciles, a un país donde aún no se han limpiado los crímenes de guerra ¿cuál es la diferencia entre Argentina, Guatemala, Uruguay o Colombia respecto a la situación de España que parece estar en un “limbo” judicial?

Creo que cada país es distinto. Realmente, de los países en que he estado, el único que ha conseguido enjuiciar es Argentina, y para mí es muy importante, algo que no se discute. Y el hecho de que Martínez de Hoz(**), ministro de la dictadura, esté preso, me parece un hecho tan importante como que lo estén Videla o Massera, porque creo que es fundamental todo el componente económico que hubo detrás de las dictaduras de Latinoamérica (y creo que en España también).

En Guatemala es peor que acá, en el sentido de que no se ha juzgado a nadie, y los genocidas son candidatos a la presidencia. Pero también es que ha pasado menos tiempo. Y creo que en España se ha vendido una transición modélica, pero personalmente soy bastante crítico, y creo que lo que se está viviendo ahora con la crisis es el final de un modelo que se inició con la transición, o que es algo que latía por debajo, tanto desde el modelo económico del país, como en el modelo político. Y creo que eso se ha vendido por medio de un pacto donde, como en Chile, el dictador se muere con todos los honores.

Pero lo más grave es que la sociedad no reflexiona respecto a lo que pasó, y que hay un “discurso del diálogo”, muy marcado ahora en el PSOE. Y a veces es muy perverso: por ejemplo, cuando le echaban la culpa a Evo Morales por no hablar con la oligarquía feudal, pero es que esa gente, si mueves un dedito con Repsol YPF, te van a dar un golpe de Estado o te van a tratar de voltear como sea.

Entonces, ese es el discurso demagógico del diálogo, donde parece que todos hicieron lo mismo y, sean 40 años de dictadura franquista o un movimiento como la II República. Así que creo que es un tema en el que se ha manipulado mucho, y en el que creo que una pieza clave ha sido el PSOE, porque lo que está haciendo hoy en día es gravísimo: es el travestismo del PSOE, como el del grupo Prisa, en el sentido de que hacen las mayores perversiones económicas y políticas posibles con un discurso de izquierda, llamando al diálogo…

Creo que es fruto de lo que hablábamos, la transición, no se ha escuchado a nadie, no se ha hecho una reflexión…

Precisamente hablas un poco de esto en tu trabajo La puta y el gigante ¿qué peso crees que tiene el grupo Prisa y han tenido los diferentes gobiernos de España amparando lo que se ha permitido de Uribe y los paramilitares durante tantos años? ¿Qué responsabilidad tienen en cuanto a las consecuencias más inmediatas (muertos, apropiación de tierras…)?

En mi opinión la responsabilidad política… Creo que lo que hace el grupo Prisa es lavarse las manos (no sólo apoyar directamente a Uribe), y creo que las masacres de Uribe ocurrirían aunque El País no fuera tan perverso, pero esto no les absuelve de la responsabilidad que ellos se supone que tienen como medio de comunicación. Pero claro, cuando ves en un mapa cómo cubre El País los diferentes países de Latinoamérica, te das cuenta de que dependiendo totalmente del enfoque político de ese gobierno, y dependiendo de la relación de ese enfoque político con el facilitamiento o no de la entrada de las multinacionales españolas en Latinoamérica, el discurso cambia completamente.

Así que, la gran falacia es que los medios de comunicación están en manos de los grupos de poder económico y político. Entonces ¿de qué independencia y libertad de prensa se puede hablar, cuando es un monopolio económico, mediático y político? Es el poder absoluto, que está trabajando en conjunto, en función de objetivos, para mí, económicos antes que políticos. Y creo que la responsabilidad es grande, como lo digo en mi trabajo, además de la parte grotesca, como analizar la entrevista de Gabriela Cañas, con esas loas a Uribe, como si fuera Franco… Realmente increíble, pero creo que las manos que se quedan quietas delante de un teclado, sabiendo lo que pasa por una decisión editorial-política, son las mismas que agarran un machete y parten un cuerpo: para mí no hay diferencia.

Haces una obra muy clara, y el grupo Prisa te ha ignorado ¿tanto miedo te tienen?

No, seguramente no es para tanto, y ya lo digo en la obra, cuando el personaje de Vargas Llosa me dice “lo vamos a ignorar”, y yo creo que sí. Pero bueno, algo de lo que me enteré es de que han venido periodistas del grupo Prisa a verla, y ahí también quiero hacer una distinción: creo que hay gente que está en Prisa que es profesional, y que el periódico El País es lo que es hace mucho tiempo (aunque ha ido mutando a peor), y entiendo que pueda haber periodistas ahí que incluso estén de acuerdo con lo que digo. Pero también lo abordo en la obra, y no quiero demonizar a cada una de las personas que trabajan ahí, es un empleo.

Aunque hay gente que tienen una responsabilidad directa en esta manipulación tan terrible, como es el caso de Vargas Llosa, que siendo un gran escritor, ha escrito unas columnas terribles, que son perversas en la alteración de la realidad (yo sé que él sabe, y es clarísimo) como el asesinato del Arzobispo Gerardi(***) en Guatemala, la campaña de Maite Rico y Bertrand de la Grange, que fue increíble, y se ha probado incluso…

Y lo que más me indigna es que la gente mienta, se demuestre lo contrario pero nadie pida perdón. Así que los medios de comunicación son una especie de máquina de vender humo que pueden decir lo que les dé la gana, y si después se equivocan nadie pide perdón. Ahí creo que habría que hacer algo.

Y lo mismo que podrían tratar de enjuiciarme por nombrar a la gente que nombro, tendría que haber alguien (que nunca será el Estado), que demande a los medios cuando mienten y manipulan como lo hacen. Y no sólo en España, porque pasa lo mismo con los grupos mediáticos en Argentina con gente que creo que ha sido cómplice de cosas muy graves.

Supongo que además de volcarte en este nuevo trabajo, tendrás otros en mente de forma paralela

Ahora, por un lado, llevo dos años trabajando con un grupo de mujeres guatemaltecas, supervivientes de la violencia. El grupo se llama Las Poderosas, y son fantásticas, porque son muy vitales, que no les gusta en absoluto estar en el lugar de las víctimas, con ese discurso tan perverso del victimismo. Así que ellas se consideran mujeres que en parte están de puta madre, y en parte no, y que están peleándola como casi todos, y me parecen maravillosas. Es una experiencia de la que he aprendido mucho con ellas, porque han pasado cosas muy duras y donde el proceso teatral se ha visto mezclado con el de vida: una mujer que está en pleitos con su marido y hay que acompañarla al juicio, otra que tiene al hijo preso y hay que ir al juzgado… Ha habido varios procesos de vida dentro, que es lo que ha formado el grupo.

Es un grupo de ayuda mutua entre ellas, y yo soy el único hombre, pero también están una socióloga y una actriz y directora. Y, como digo, en este trabajo se ha filtrado mucho en el proceso de vida, porque son un colectivo, yo estoy apoyándolas así que el trabajo funciona de forma colectiva. Somos una cooperativa en la que, cuando hay fondos, se coopera.

Ha sido una experiencia muy linda y, probablemente, nos vayamos de gira con ellas por Centroamérica. Pero también quieren ir al interior del país para dar su mensaje, de que se puede salir de la violencia. La mayor parte son de la ciudad, como mucho a una hora y media del entorno urbano de Ciudad de Guatemala (esas “zonas marginales” que se denominan en los discursos más perversos).

Y ahora estoy también en un grupo de resistencia contra la mina Marlin, que pertenece a la canadiense Goldcorp, y que hacen minería de extracción de oro a cielo abierto en medio de las comunidades, contaminando todo, y es un desastre. Todo viene de un pacto con el corruptísimo gobierno anterior, gracias a lo cual pagan un 1% por las regalías, mientras destrozan todo y se llevan unas ganancias multimillonarias. Hay una fuerte resistencia de las comunidades indígenas Mayas Mam, y así va la cosa, porque en Guate también matan sistemáticamente a la gente que está en contra de los intereses de las multinacionales y del poder político.

Así que, mi idea es irme para allá un tiempo a trabajar, pero por momentos me agarran dudas, porque la cosa es dura, están matando a mucha gente, incluso a gente cercana, y entonces dices “¿hasta que punto…?” y eso también te pone en cuestionarte hasta dónde estás dispuesto a llegar. Así que, en este libro pongo una frase (que no cito de quién es, pero es del Che) que dice “solidaridad es correr los mismos riesgos”. Y ahora resulta que solidaridad es ingresar 5€ al mes en el banco, y es jodido correr los mismos riesgos. Creo que siempre he corrido los que fuera ¡pero siempre es menor que los que corre la gente con la que estás ahí! Eso te lleva a un lugar de humildad, de preguntarte cosas, y de no creerte tampoco el “supermilitante”, que hace no-sé-qué, sino que tratas de conocer tus debilidades y en el tránsito de la vida ir viendo hasta dónde vas (cosa que no sabes).

¿Cómo fue tu paso por Colombia?

Venía investigando y me dieron una subvención de Iberescena, que no era tan claramente para esto, sino que fue cambiando en el camino. Y tuve la suerte de engancharme con una misión del Proceso de Comunidades Negras (PCN), que hacían un viaje para revisar la situación de Derechos Humanos, Medio Ambiente, etc., y estuvimos una semana navegando por el río Mira, por la zona de Tumaco, cerca de la frontera con Ecuador, y fuimos por diferentes comunidades, que nos fueron contando, vimos el desastre de la palma aceitera, una plaga enorme que ha destrozado la tierra: un monocultivo bestial que ha impuesto el gobierno de Uribe, donde están los terratenientes vecinos de él en Antioquia, que ahora ocupan las tierras, donde ha habido muchos desplazamientos, masacres… Lastimosamente, todo está cruzado, de una manera muy dura y penosa para la gente, porque mucha gente de las comunidades negras se tuvo que exiliar, pero fue muy interesante estar allá, porque al margen del tema político, también estuve en una de las noches de un entierro de alguien de allá (son varias noches cuando hacen un entierro), y la relación con la muerte es muy interesante y diferente de la nuestra. Creo que es mucho más sana y es uno de esos grandes temas para mí, que creo que es una de las herramientas del sistema capitalista, en cuanto a cómo nos construyen a nosotros en nuestras identidades, nuestros miedos y otro montón de cosas, siento como si la civilización occidental fuera una especie de gran carrera psicópata por conseguir cosas, alimentar un ego, una especie de pseudomausoleo en el que pensamos que vivimos, con una fuerte negación a la vejez y a la muerte: dos temas que nos diferencian de otras culturas, porque los marginamos, escondemos,… y en ese sentido aprendí mucho.

¿Volverás a Colombia, o las cosas se van a poner excesivamente difíciles para ti?

Creo que hacer la obra en Colombia sería más peligroso, (me lo ha dicho gente de Colombia, directores de allá…). Que un grupo colombiano la montara sería casi imposible, pero yo podría ir una semana a hacerla y volver rápido, con cierto riesgo también. Pero si se dan las condiciones iré: tengo ganas de hacerlo.

¿Te fue fácil conectar con la gente de allí o resultó complicado?

Para mí fue fácil, pero también es cierto que llevo mucho tiempo trabajando en el terreno, y eso te ayuda un poco a la hora de conectar con la gente. Por ejemplo, Guate es más cerrado, las comunidades maya son mucho más para dentro que la cultura afro, que es más expresiva, así que no me resultó difícil. Tuve además la suerte de ir con la gente del PCN, que te abre las puertas para que la gente sepa que puede hablar contigo y que no eres un infiltrado, una persona que va para joderlos.

Cuando estás en una situación de estas, supongo que en algún momento te surge la necesidad de anotar cosas y volcarlas después en tu trabajo.

Sí, de hecho, a partir de cosas apuntadas en una libreta, fui construyendo luego. También hay otras cosas que se van adaptando y construyendo alguna ficción, como por ejemplo dos historias distintas, una principal y otra que me contó otra persona, que se funden en una sola… Tampoco es teatro-documento 100%, pero a veces sí.

Por ejemplo, la charla que tuve con el director de teatro colombiano, se mezcla con una discusión que tuve con otra persona sobre el tema de las FARC, y luego se conectan de alguna manera. Es un material del que surge la obra, y todo lo que se cuenta nace a partir de un encuentro real, y sale de cosas pequeñas que se van acomodando para construir el texto y la historia que queda finalmente.

Las funciones que ha habido en Madrid han estado llenas, pero ¿dónde está esa masa social que debiera luchar por sus derechos?

Yo vengo de fuera, y no sé muy bien cómo están estas cosas en España, pero con la obra sentí que la gente que venía estaba esperando… (no a la obra, no voy a ser tan pedante), como si hubiera una necesidad de decir las cosas por su nombre, y como si hubiera un cierto hartazgo con El País, y no sólo, sino con este sistema constante de la mentira política, con Zapatero hablando del trabajo en equipo con los sindicatos… es una especie de psicosis total por una alteración del lenguaje de la realidad, que creo que se pudo conectar con el público de una manera muy interesante.

¿Cuál es el camino del movimiento social en España? Creo que el teatro de ninguna manera va a solucionar nada, pero desde mi ámbito, que es ese, me planteo el tratar de aportar un grano de arena en algo que creo que hay que tener: esperanza.

A veces hablo con amigos que me dicen “esto es una mierda, la gente está jodida, le han quemado el cerebro, nadie reacciona…”, pero creo que hay que confiar, porque si no es como hacerle el juego a la derecha, porque si se sigue como está la cosa, con un 20% de paro, van a explotar las cosas y la gente se va a dar cuenta de que el televisor de plasma lo puede tirar por el balcón, porque no le va a dar de comer, ni el plasma, ni la hipoteca. ni nada. Creo que hay que tener esperanza en que habrá una reacción.

¿Crees que el teatro y la difusión cultural pueden tener en España algún tipo de reflejo cuando tienen alguna intención, o es un “brindis al sol”?

En parte, la cultura siempre es un “brindis al sol”, pero creo que uno tiene que tener una intención. Yo lo hago como una necesidad propia, pero también le pongo una pequeña intención política, sabiendo que es una cosa totalmente minoritaria. Cada uno, desde su lugar, tiene que aportar lo que puede a aquello que cree, que no tiene por qué ser teatro político. Hay gente que hace trabajos honestos, muy valiosos, y que de alguna manera pueden ser también políticos en el sentido de abrir otros espacios para escuchar, para hacerse preguntas…, pero en mi caso, esta es mi necesidad.

Y sí que hay un plan de volver a España en algún momento y tratar de hacer por una parte funciones en teatros, y por otra llevarla gratis a otros lugares donde sea, mostrándola a otro tipo de colectivos muy variados, tampoco se trata de ir sólo a centros sociales ocupados, sino también mezclar algunas funciones en el ámbito de la cultura y, en otros casos, en ámbitos más políticos, sociales, sindicales (donde el sindicato todavía tenga algún tipo de valor), generando una especie de diálogo. Y si juntamos a mucha gente, hacemos una gira terminando en El País con mucha gente al aire libre, pero para eso hace falta mucha gente.

Asumes un gran riesgo de salir al escenario por primera vez con algo tan complejo como La puta y el gigante ¿es por necesidad propia o porque otro no lo hubiera hecho igual?

Fue una decisión a partir del tipo que era, muy personal y muy política, que corro el riesgo de llamar a mucha gente con nombres y apellidos, que, aunque, intuía que me iban a ignorar había y hay un cierto riesgo (hay que ver el recorrido que tenga el trabajo). Pero también fue una necesidad de decir “quiero hacerla yo, poner el cuerpo para decirlo”. Así que, fue una cosa pensada y un impulso.

También es fruto de un taller que dio Angélica Liddell en Guatemala, donde participé en una pequeña performance, una cosa pequeñita en que me metí en el escenario. Y desde ahí lleva latiendo. También es importante el apoyo del Festival Escena Contemporánea, porque han tenido mucho valor y han valorado el trabajo. Y además han tenido la libertad de creer en el trabajo en sí, y decir “esto va”, cuando mucha otra gente no lo hubiera hecho. Han apoyado mucho el proyecto, no sólo económicamente, sino artísticamente, porque me han aportado un montón de cosas. En ese momento podría haberle dicho a cualquier otro actor que la hiciera, pero no quise.

¿Y a partir de aquí te enganchas al escenario o te tira siempre más el escribir?

Me parece que hay una línea para investigar que se abre, pero no sé cuándo volverá a darse. No me he planteado actuar en obras de ficción. Es más bien una línea de ficción que tiene que ver con el pensamiento, con la palabra y el cuerpo, y queda abierta. Cuando llegue el momento de investigar por ahí, surgirá la necesidad, pero no me veo como actor de otras obras (en principio), ni me lo creo, hago lo que puedo en escena.


(*) Álvaro Uribe Vélez, expresidente colombiano, responsable de algunas de las políticas más duras contra su pueblo, ligado directa o indirectamente a los paramilitares de su país, que junto con los militares, y amparándose en una supuesta lucha contra las FARC, han venido masacrando a la población rural de forma masiva y durante años, para apropiarse de sus tierras, ya sea directamente o por medio de terceros. Actualmente aún no convicto, y apoyado por numerosos clanes políticos gobernantes en occidente.
(**) José Alfredo Martínez de Hoz, apodado Joe, (n. 13 de agosto de 1925) es un político, economista, abogado y profesor universitario argentino, que participó como ministro de Economía de la dictadura militar. Actualmente encarcelado y procesado por secuestro y desaparición, así como integración en asociación ilícita durante la dictadura de Videla en Argentina.
(***) Juan José Gerardi Conedera (27 de diciembre de 1922 – 26 de abril de 1998), fue un obispo guatemalteco de la Iglesia Católica, además de ser un defensor férreo de los Derechos Humanos en su país. Fue brutalmente asesinado a golpes por militares miembros de la inteligencia presidencial guatemalteca, por formar parte de la comisión del a verdad y realizar el informe "Guatemala: Nunca más", publicado dos días antes de su muerte.

DATOS RELACIONADOS

Marco Canale (Buenos Aires, 1977) reside desde 2001 en Madrid y desde 2008 entre Guatemala y España. Se licenció en Dramaturgia en la RESAD y ha estrenado o publicado sus obras en España, Argentina, Marruecos, Francia y Guatemala.

Lo político y lo autobiográfico atraviesan su obra, compuesta por títulos como La bala en el vientre, centrada en el conflicto vasco (V Premio Madrid Sur de Textos Teatrales); Evita Montonera, sobre la lucha armada en Argentina (Finalista del Premio Born); Piel de rinoceronte, escrita junto a Alberto Conejero y Julio Salvatierra, centrada en la decisión personal y política de migrar (estrenada en el Festival Thas Arts de Marruecos, 2008); El duelo, estrenada en la Muestra de las Autonomías del Círculo de Bellas Artes; y La alambrada, (accésit del XVI Premio SGAE, estrenada en el Teatro Beckett de Buenos Aires y presentada en el XXIII Festival Iberoamericano de Cádiz).

Desde el año 2007 colabora como dramaturgo y director en procesos colectivos con actrices no profesionales y grupos políticos, donde ahonda en la relación entre la biografía y lo político. Colabora a su vez con grupos indígenas mayas mam de resistencia contra la Mina Marlin (de la minera canadiense Goldcorp), con la Red de mujeres mayas ixiles y con el grupo de jóvenes teatreros de la comunidad kaqchikel de Santa María de Jesús (Guatemala).

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