Virginia Fernández – La República Cultural
Somos prisioneros de nuestros miedos, quizás de la desinformación. Prisioneros de vidas rutinarias que nos llevan a creer en lo más impensable para dar emoción y sentido a nuestras vidas. Encerrados en nuestros páramos de soledad e ignorancia somos fuertemente influenciables por los medios de comunicación. Resulta difícil que el ser humano pueda seguir el ritmo frenético que nos marca la ciencia y las nuevas tecnologías. Somos capaces de creernos cualquier cosa, presos de nuestro desconocimiento y soledad vital.
Quizás tendemos a dejarnos engañar porque necesitamos de cabos a los que agarrarnos en un mundo donde la ciencia no es capaz de resolver la incomunicación y la desinformación. La compañía Vía Muerta nos habla de todas estas contradicciones en su obra Prisioneros. El principal logro de esta obra es su capacidad para combinar el cine y el teatro para narrarnos una historia de huidas personales y encuentros.
Un accidente y un misterio por resolver son el punto de partida. Los personajes de esta obra nos hacen pensar en las películas yanquis de ciencia ficción, mostrando ciertos aspectos tópicos que se repiten de manera reiterada en las películas de extraterrestres. De esta manera, se retrata con ironía al poli vestido de negro en busca de peligrosos terroristas, al personaje “friki” perdido en gasolineras de polígonos industriales, se nos muestran los áridos paisajes de arena típicos del cine norteamericano, al científico malvado que cultiva peligrosas especies en cautividad, a los fugitivos que emprenden una huida juntos sin tener claro un destino…
El lenguaje cinematográfico está constantemente presente, como parte de ese ritual de credibilidad al que estamos acostumbrados. Somos hijos del universo de ficción que tanto los medios de comunicación como el cine han ido fraguando en nuestro imaginario durante las últimas décadas. Todos esos símbolos son reconocibles y han conseguido que la ficción sea a veces más creíble que la propia realidad.
La soledad es el punto de inicio y el punto final en esta obra, en un universo enorme donde no sabemos realmente nada sobre lo que nos rodea. Nos sentamos y miramos el cielo estrellado, añorando personas que se cruzaron en nuestro camino, que supieron comprendernos pero que tarde o temprano desaparecen, engullidos por el torbellino de la incomprensión.
Sinopsis
Una avería en su coche, provoca que María tenga que pasar la noche en una carretera desierta. Su sueño se ve interrumpido por un extraño acontecimiento: unas figuras humanas o casi humanas, vestidas de blanco, se desplazan lentamente a través de un campo de cultivo cercano. A la mañana siguiente descubre a uno de ellos inconsciente (Luc) y, en un intento por ayudarle, ya que padece una fuerte amnesia, inician un viaje sin un destino claro.
Paralelamente, en la comarca se van sucediendo acontecimientos extraños que la gente de los pueblos de la zona relaciona con la llegada de extraterrestres y que son seguidos de cerca por los medios, en especial por la televisión.
A lo largo del viaje, Luc intenta reconstruir su pasado con la ayuda de un grupo de personajes para los que a su vez se convertirá en una posibilidad de libertad.