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Mr. Brooks, virtuosos del crimen - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

En ocasiones el retrato cinematográfico de un psicópata puede caer en lo caricaturesco (caso del famoso personaje Hannibal Lecter) y, las más de las veces, la gran pantalla ha mostrado el engranaje de su cerebro con una sucesión de retruécanos más cercanos ‘grand guignol’ que a un análisis en profundidad: y es que asesinos juguetones como el de la saga ‘Saw’ iniciada por James Wang parecen poseer el coeficiente intelectual de un fisico nuclear y la paciencia de un maquetista en su ejecución del arte del asesinato. Ahora, y tras el éxito de crítica de ‘Zodiac’ de David Fincher impera el thriller criminal sobrio, elegante e incluso reflexivo. Mr. Brooks pertenece a esta última categoría de filmes y participa de una visión del asesino bien alejada de los ejemplos antes citados. En el filme de Bruce A. Evans, Kevin Costner interpreta a un modélico padre de familia y empresario de éxito que sufre una adicción, la de matar a víctimas al azar. Meticuloso, sardónico y desprovisto de escrúpulos hasta helar la sangre, Mr. Brooks es un desequilibrado con hechuras de antihéroe, de escapista, de ladrón de guante blanco y de malhechor con glamour. Tan interesante resulta el retrato que el espectador rápidamente se posiciona a favor del monstruo y puede sentirse tan chantajeado como él en ciertos pasajes de una trama ciertamente ‘bodevilesca’ que por supuesto no adelantaremos. ‘Mr. Brooks’ es un filme gustosamente amoral, tanto que acaso el implacable Brooks resulta el inquilino más equilibrado de este retrato de serpientes banales que recorre el filme: incluyendo la familia del propio Brooks.

Mr. Brooks, virtuosos del crimen

Mr. Brooks
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Mr. Brooks

Fotograma de la película "Mr. Brooks"

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Mr. Brooks

Fotograma de la película "Mr. Brooks"

DATOS RELACIONADOS

Título original: Mr. Brooks
Director: Bruce A. Evans
Intérpretes: Kevin Costner, Demi More, William Hurt, Dane Cook.
País: Estados Unidos
Año: 2007

Luis Rueda - La República Cultural

En ocasiones el retrato cinematográfico de un psicópata puede caer en lo caricaturesco (caso del famoso personaje Hannibal Lecter) y, las más de las veces, la gran pantalla ha mostrado el engranaje de su cerebro con una sucesión de retruécanos más cercanos ‘grand guignol’ que a un análisis en profundidad: y es que asesinos juguetones como el de la saga ‘Saw’ iniciada por James Wang parecen poseer el coeficiente intelectual de un fisico nuclear y la paciencia de un maquetista en su ejecución del arte del asesinato. Ahora, y tras el éxito de crítica de ‘Zodiac’ de David Fincher impera el thriller criminal sobrio, elegante e incluso reflexivo. Mr. Brooks pertenece a esta última categoría de filmes y participa de una visión del asesino bien alejada de los ejemplos antes citados. En el filme de Bruce A. Evans, Kevin Costner interpreta a un modélico padre de familia y empresario de éxito que sufre una adicción, la de matar a víctimas al azar. Meticuloso, sardónico y desprovisto de escrúpulos hasta helar la sangre, Mr. Brooks es un desequilibrado con hechuras de antihéroe, de escapista, de ladrón de guante blanco y de malhechor con glamour. Tan interesante resulta el retrato que el espectador rápidamente se posiciona a favor del monstruo y puede sentirse tan chantajeado como él en ciertos pasajes de una trama ciertamente ‘bodevilesca’ que por supuesto no adelantaremos. ‘Mr. Brooks’ es un filme gustosamente amoral, tanto que acaso el implacable Brooks resulta el inquilino más equilibrado de este retrato de serpientes banales que recorre el filme: incluyendo la familia del propio Brooks.

La vuelta de tuerca, en este filme es excitante y acaso no necesitaba de ciertos aditivos
en forma de subtrama; concretamente en lo que hace referencia a la historia del personaje interpretado por Demi Moore, una agente de policía cuyo mundo se desmorona como un castillo de naipes. Mr. Brooks, es un seductor de mirada distante un alma sensible que como cualquier superhéroe (Batman o quizá cierto ladrón con clase a manera de Fantomas) se disfraza del asesino perfecto y en sus incursiones nocturnas incluso puede contar con un ayudante imaginario, un asesor, rémora o Robin a modo de conciencia desdoblada que toma la apariencia de un inmenso William Hurt (Maximilliam). Dicho personaje, no es el demonio tentador como erróneamente se ha publicado en muchos medios y crónicas, es simplemente el amigo invisible de una persona cargada de timidez que cuando toma un arma o se encapricha de una futura y funesta cacería se siente tan poderosa que deja de ser un individuo para convertirse en dos. En este punto cabe decir que Bruce A. Evans asume riesgos, desde luego, en muchos instantes pasea el resultado de su filme por un precipicio de manera temeraria; no obstante la idea funciona, previa complicidad del espectador, bien mirada resulta brillante y desde luego no se sale ni un ápice de idearios y esquemas del ‘post-noir’ ampliamente asumibles en el cine angosto de David Lynch.

El filme de Bruce A. Evans tiene algo de folletín decadente y amoral con una suerte de diagnóstico del crimen que lo emparenta a ‘Una historia de violencia’ de David Cronenberg (hasta William Hurt se diría el fantasma del mafioso de la excepcional película del realizador canadiense). Por lo demás ‘Mr. Brooks’ resulta sorprendente, recomendable, pero también mejorable; su condición irregular no tiene que ver tanto con los actores (sensacionales) o un sorprendente guión como por cierta mecanización en la realización. Los destellos de buen clasicismo de que hace gala el filme son burdamente encalados por unas baterías de relentíes y estridencias varias que no sientan nada bien a un producto tan abiertamente turbio y melancólico. Existen varias ideas que conceden a ‘Mr. Brooks’ el beneplácito del espectador, todo y que el ensamblaje se resienta de un exceso de modernidad vacua, casi todas conciernen al ‘superhombre’ que se redime de su ostracismo familiar y laboral cargándose de primitivismo y matando. Pero esa semilla, don diabólico o instinto primigenio, crece tan rápida que puede escapar al propio Brooks, a su álter ego (W. Hurt) y escamparse como una plaga: una adicción bastante radical como vehículo para huir del aburrimiento, y en el caso concreto del filme de Bruce A. Evans incluso de la estupidez. ¿No me dirán que la propuesta no es valiente?

Para acabar me gustaría comentar un aspecto extracinematográfico pero relacionado con el filme protagonizado por K. Costner: de boca (o firma) del cronista algún medio de comunicación me llegó el comentario de que en este filme William Hurt no era ni medio personaje; puede ocurrir, en ocasiones uno mismo no es ni medio articulista incluso cobrando del erario público. ¿Lo ven?, a mí también me alcanza la semilla.

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