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Se terminó la apatía, hay una revolución en las calles - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Llego a la revolucionaria Puerta del Sol a media tarde. Parece que últimamente es mi sede habitual transitoria, donde paso cada día a sumarme a este movimiento ciudadano que promete voluntad de cambiar todo: es lo que casi cualquier ciudadan@ tiene en mente, pero mucha gente no se atreve apenas a decir, a desear… Los furgones de antidisturbios amorrados a l@s manifestantes concentad@s protegen la sede del gobierno de la Comunidad de Madrid, la sede donde Aguirre ostenta el poder desde hace dos legislaturas. El edificio que fuera sede de la DGS (la Dirección General de Seguridad durante la dictadura), ese lugar tan temido donde se torturaba, mataba o desaparecía a la gente. Creo que sigue siendo bastión emblemático y los espíritus / recuerdos de tanta gente se resienten en sus sótanos y mazmorras, aún conservadas en parte. Cuando llego hay cerca de un millar de personas y aún no es la hora de la cita. Me impresiona una concentración sin cabecera, sin lugar de referencia más que el corazón de la ciudadanía, las voluntades que han ido moviendo a la gente en tantos lugares y que en Madrid, en el centro de la ciudad más grande, se plasma en esta plaza que aún cabiendo decenas de miles de personas llega casi a llenarse aún con la amenaza de lo ocurrido la pasada noche, cuando efectivos policiales del gobierno central y del ayuntamiento de la capital desalojaban por la fuerza a l@s resistentes acampad@s en el lugar.

Se terminó la apatía, hay una revolución en las calles

Cunde en las plazas españolas la revuelta por la democracia y contra el abuso del poder político

Revolución en la Puerta del Sol
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Revolución en la Puerta del Sol

Imagen parcial a media tarde de la completa ocupación de la plaza.
Foto: Julio Castro.

Revolución en la Puerta del Sol
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Revolución en la Puerta del Sol

"Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir", proclaman l@s manifestantes en su pancarta.
Foto: Julio Castro.

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Julio Castro – La República Cultural

Llego a la revolucionaria Puerta del Sol a media tarde. Parece que últimamente es mi sede habitual transitoria, donde paso cada día a sumarme a este movimiento ciudadano que promete voluntad de cambiar todo: es lo que casi cualquier ciudadan@ tiene en mente, pero mucha gente no se atreve apenas a decir, a desear…

Los furgones de antidisturbios amorrados a l@s manifestantes concentad@s protegen la sede del gobierno de la Comunidad de Madrid, la sede donde Aguirre ostenta el poder desde hace dos legislaturas. El edificio que fuera sede de la DGS (la Dirección General de Seguridad durante la dictadura), ese lugar tan temido donde se torturaba, mataba o desaparecía a la gente. Creo que sigue siendo bastión emblemático y los espíritus / recuerdos de tanta gente se resienten en sus sótanos y mazmorras, aún conservadas en parte.

Cuando llego hay cerca de un millar de personas y aún no es la hora de la cita. Me impresiona una concentración sin cabecera, sin lugar de referencia más que el corazón de la ciudadanía, las voluntades que han ido moviendo a la gente en tantos lugares y que en Madrid, en el centro de la ciudad más grande, se plasma en esta plaza que aún cabiendo decenas de miles de personas llega casi a llenarse aún con la amenaza de lo ocurrido la pasada noche, cuando efectivos policiales del gobierno central y del ayuntamiento de la capital desalojaban por la fuerza a l@s resistentes acampad@s en el lugar.

Comento con un amigo que para eso sí que se dan la mano las administraciones del PP (ayuntamiento) y PSOE (gobierno): para agredir al pueblo siempre que les pueda perjudicar mínimamente a sus intereses personales, que residen en las elecciones cada cuatro años para vivir de ello y lucrarse: a eso se ha reducido el “permiso democrático” que graciosamente nos “conceden”. Y sólo en algunos casos, que para elegir al Jefe del Estado ni siquiera eso.

Como hay un acto poético de homenaje a las Brigadas Internacionales organizado en el Ateneo de Madrid, me paso un rato porque está cerca. Ya ha comenzado un rato antes, me he perdido a Ana Cañamares y me dicen que me he perdido algo muy especial, pero espero leerlo más adelante. Aprovecho para escuchar a algun@s poetas y escritor@s, y casi al final me llevo a una de las integrantes y comento con alguna otra de lo que acontece allí cerca en Sol: seguro que mucha gente irá para allá luego, entre tanto Inma Luna me acompaña un rato y hacemos fotos, exploramos y escuchamos o coreamos recorriendo todo el núcleo de la concentración.

Gentes que miran aquí, allí, no hay una cabecera. Hay una megafonía y algunas personas, desde allí, continúan su labor de reanudar los trabajos de las comisiones que quedaron en suspenso la noche anterior con la intervención policial. Quien crea que son un grupo de jóvenes inermes, vagos de botellón y vividores, se confunde con quienes ocupan los cargos públicos: aquí se trabaja, se debate, se lucha. Y sí, son miles, y serán más.

Escucho corear, miles a una, por fin un grito que deseábamos soltar: ¡Aquí empieza la revolución!

Y me sumo, y se me pone una sonrisa de oreja a oreja y la carne de gallina, y digo ¿ves? Y más adelante, en el pie del caballo cuelga pegada una bandera roja, blanca y negra, y claro, pone “Egipto” ¿qué otra cosa? ¿Es que sólo vamos a reclamar democracia en otros países? Y empiezo a convencerme de que esto no será tan pasajero como cacarean los poderosos. Estamos aquí para hacer algo de verdad.

Me da miedo la noche. No la oscuridad, digo, la noche, cuando la gente comience a marchar a sus casas, y aunque entre medias escucho a grupos distantes de gente que habla de acercarse a traer mantas a sus casas o a donde sea, creo que muchos marcharán. Yo no puedo permanecer toda la noche, que llevo mucha tralla, pero si se hacen turnos iré cubriendo tiempos a lo largo de los próximos días, para que no se pueda quedar vacío, par que haya constancia de lo que ocurre, para que nos apoyemos tod@s.

Pero la mañana trae nuevos aires de trabajo en la plaza… en Las Plazas, que no sólo es Madrid, no sólo es Barcelona o Valencia. Sé que en muchos municipios la llama ha prendido y espero que quienes estamos donde y como estamos, sepamos ser generos@s y dar lo mejor de cada cual para que se llegue al final. Hoy estaremos allí de nuevo.

Y me atrevo a pedir en aquellos lugares donde la lucha se venía gestando, en los municipios donde se abogó por exigir un cambio en el modelo de Estado, la Red de Municipios por la III República, que salgan a la calle, que los Ayuntamientos se sumen a la gente como otr@s ciudadan@s más que prestan lo que tienen, los medios y posibilidades de que disponen por el hecho de ser representantes del pueblo. Que estemos todos y todas en las calles, que ya nos las robaron los fascistas hace casi un siglo, y que deben volver a ser de quienes las habitan, lejos de fantasmas y de mascaradas que nos han conducido a la ruina a la mayoría y al enriquecimiento vergonzante a otros, a quienes el oprobio debe perseguir de por vida.

A la calle. A la calle que no es tarde, a pelear con nuestras manos hasta el final. Señor@s del poder: nosotr@s no nos vamos, son ustedes.

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