Menú
laRepúblicaCultural.es - Revista Digital
Inicio
LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital
Síguenos
Hoy es Martes 16 de abril de 2024
Números:
ISSN 2174 - 4092

Mr. Arkadin, que todo poderoso explique el origen de su fortuna - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Somos conscientes de la falta de acabado de Mr. Arkadin (1955), de Orson Welles, y esperamos que alguna vez con más sosiego, mayor aparato crítico y una consulta profunda de material literario que Welles no pudo llevar al guión, podamos adentrarnos con audacia en una película en la que los partidarios encontramos fragmentos maravillosos del maestro y a la que los detractores despachan en dos palabras. Pero la historia del arte está llena de obras palpitantes que no tuvieron por diversos motivos el acabado que sus autores lucharon por darles. Forjado para interpretar reyes, todo personaje escrito, interpretado y dirigido por Welles, es una imagen de poder, de dominio, y este Arkadin, de oscuros orígenes, representa al hombre respetado y temido cuyo primer millón nunca podría explicar su actual poder. A diferencia de Kane, cuya soberbia se basaba en unas fortunas heredadas, el presunto armenio procede del lado más oscuro del hampa. En la acumulación de dinero por medios primero inconfesables y luego despiadados, lo que le convierte en un ser ante el que todos se inclinan. Es, pues, natural que esta historia de horribles crímenes no tenga otro objeto que, como en la mayoría de los hombres llegados desde la humildad a la ensoberbecida cumbre, borrar las huellas de lo que tuvieron que hacer para escapar a la condición de miles de millones de seres que nacen, viven y mueren en la desesperación, las tribulaciones y la más irrespirable pobreza.

Mr. Arkadin, que todo poderoso explique el origen de su fortuna

Mr. Arkadin
Ampliar imagen

Mr. Arkadin

Cartel del film de Orson Welles

Mr. Arkadin
Ampliar imagen
Mr. Arkadin

Fotograma de la película

Click en las imágenes para ampliar
DATOS RELACIONADOS

Título original: Mr. Arkadin, 1955
Dirección y guión: Orson Welles
Intérpretes: Orson Welles, Paola Mori, Robert Arden, Akim Tamiroff, Michael Redgrave, Patricia Medina, Mischa Auer, Katina Paxinou
Duración: 100’
País: Francia
Productora: Coproducción Francia-España

Francisco Machuca - La República Cultural

Somos conscientes de la falta de acabado de Mr. Arkadin (1955), de Orson Welles, y esperamos que alguna vez con más sosiego, mayor aparato crítico y una consulta profunda de material literario que Welles no pudo llevar al guión, podamos adentrarnos con audacia en una película en la que los partidarios encontramos fragmentos maravillosos del maestro y a la que los detractores despachan en dos palabras. Pero la historia del arte está llena de obras palpitantes que no tuvieron por diversos motivos el acabado que sus autores lucharon por darles.

Forjado para interpretar reyes, todo personaje escrito, interpretado y dirigido por Welles, es una imagen de poder, de dominio, y este Arkadin, de oscuros orígenes, representa al hombre respetado y temido cuyo primer millón nunca podría explicar su actual poder. A diferencia de Kane, cuya soberbia se basaba en unas fortunas heredadas, el presunto armenio procede del lado más oscuro del hampa. En la acumulación de dinero por medios primero inconfesables y luego despiadados, lo que le convierte en un ser ante el que todos se inclinan. Es, pues, natural que esta historia de horribles crímenes no tenga otro objeto que, como en la mayoría de los hombres llegados desde la humildad a la ensoberbecida cumbre, borrar las huellas de lo que tuvieron que hacer para escapar a la condición de miles de millones de seres que nacen, viven y mueren en la desesperación, las tribulaciones y la más irrespirable pobreza.

Aquí Welles no nos refleja la corrupción de una clase política. Las peripecias individuales que llevan al crimen en busca de un sustancioso dividendo o un deseo que parece irrefrenable. Lo que retrata Mr. Arkadin es un viejo continente en crisis que ha cambiado su sistema de valores y pretende vivir de los goces materiales que puede proporcionar el dinero. En el proyecto escrito la variedad de tipos era mucho mayor y los anclajes en la historia de Europa de la primera mitad del siglo veinte mucho más firmes.
El bisturí rasgaba las entrañas de un continente en otro tiempo afincado en un orden de cosas donde, pese a las tremendas injusticias, las gentes mantenían unas creencias. Arkadin sabe que su dinero le permite comprar todo, precisamente porque todo está en venta. Y en ese puzzle que el montaje iba a ampliar de no habérsele quitado la película de las manos, el mosaico europeo se mostraba con una ferocidad que trascendía los microcosmos individuales que suelen aparecer con toda su crueldad en los mejores ejemplos del cine negro.

Las atrocidades no procedían de los sicarios a sueldo sino que era consecuencia directa del poder generado por el dinero. No se trataba de limpiar la imagen, de crearse una biografía respetable. ¿Quién acumula una enorme fortuna sin haber sofocado antes su propia conciencia? ¿Quién es capaz de asesinar a sangre fría sin haber alcanzado un alto grado de animalidad? El filme se adelantaba a un final de siglo donde los medios son grandes cortinas de humo que ocultan sistemáticamente la verdad, donde Arkadin sería uno más del enorme nido de víboras donde ya no hay que borrar el pasado porque el culto al poder y a los desmanes hace de esos tipos el espejo donde se miran los jóvenes con ambiciones y deseos de hacer de ésta una vida para siempre. En unos medios donde aparecen sin pudor y sin crítica profunda los desaprensivos, donde la sociedad no les hace el vacío, dando el poder que les otorga el dinero. Y teniendo el alto consumo como guía y ninguna inquietud espiritual (y cuando la hay es puramente externa, farisaica)¿qué falta les haría hoy a los Arkadins del 2000 cometer más crímenes que los que les puedan reportar beneficios materiales, nunca morales como el de que una hija no conozca un pasado infame?

En ese sentido Welles se adelantó (como fue habitual en él) y nos mostró el gran problema que se avecinaba. Todos son parabienes para los enriquecidos por cualquier medio, pero la gran prueba sigue siendo que "todo poderoso explique el origen de su fortuna, sobre todo los primeros millones, allí donde han de remangarse para caminar por el lodo".

Alojados en NODO50.org
Licencia de Creative Commons