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Lluís Miñarro: “los mayores tiburones pertenecen a un entramado financiero-bancario que tiene secuestrados a los gobiernos, al dinero público y a la capacidad individual de resistencia” - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Tanto el arte como el amor pueden estar guiados por el egoísmo pero, indefectiblemente, también lo están por la generosidad. En cuanto a la taquilla, hay que ocuparse (o intentarlo) para poder continuar. Pero no hay que pre-ocuparse. No ha de ser un objetivo en sí mismo. No se puede plantear nada sincero esperando los resultados que se han de obtener. La cantidad no tiene porque se ser un valor en sí mismo. En todo caso es un resultado. La calidad, sin embargo, ha de ser una exigencia. Es lo que nos diferencia de la mediocridad; del que todo está bien, de que todo da lo mismo…y todo no da lo mismo. Por eso, haga uno lo que haga, ha de tender a un nivel de excelencia según sus parámetros; aunque sea “relativo”. La crisis es la gran falacia destinada a paralizar toda acción, incluido el pensamiento creativo. Seguimos permitiendo a nivel colectivo el que se haya generado. Los mayores tiburones pertenecen a un entramado financiero-bancario que tiene secuestrados a los gobiernos, el dinero público y la capacidad individual de resistencia. Algún día se hablará de los inicios del siglo XXI como de una segunda Edad Media. Desde la invasión de Irak se han ninguneado los mecanismos que se consideraban legales. Esto dimanó a toda la sociedad. Ahora hay que tender hacia una nueva moral. Y esto no es ajeno al cine; o a los que “fabrican” el cine. Se mueven en lobbies e intereses de poder que contaminan la creatividad. La cinematografía que se enfatiza desde el poder en cada país, es fiel reflejo de la capacidad de gestión y creatividad de los que la procuran.

Lluís Miñarro: “los mayores tiburones pertenecen a un entramado financiero-bancario que tiene secuestrados a los gobiernos, al dinero público y a la capacidad individual de resistencia

Entrevista al productor, director y crítico de cine acerca de su visión de la sociedad y el cine español

Lluís Miñarro
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Lluís Miñarro

Una imagen del productor y director. Foto: cortesía de Eddie Saeta

Eddie Saeta
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Eddie Saeta

Anagrama de la productora en la que participa Lluís Miñarro.

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Blanca Vázquez - La República Cultural

Fue crítico de cine, es director y sobre todo productor con ojo certero al mando de su productora Eddie Saeta S.A. Lluís Miñarro es un hombre de cine, respetuoso con lo que éste tiene de arte, y luchador por Dios hasta la muerte para defender lo poco que quede de creatividad y calidad en el mundillo y contra los lobbies de intereses mediáticos.

Premio Ciutat de Barcelona 2010 en la categoría de Audiovisuales, Aita (José María de Orbe, 2010), La mosquitera (Agustí Vila, 2010), El tio Boonmee recuerda sus vidas pasadas (Apitchapong Weerasethakul, 2010, que fue Palma de Oro en Cannes), El extraño caso de Ángelica (Manoel de Oliveira, 2010) actualmente en los cines; o En la ciudad de Sylvia (José Luis Guerín, 2007), son algunos, entre muchos, de los aciertos de Miñarro.

Un hombre con el que nos ha fascinado charlar, y nos ha contado su visión gris oscura casi negra del cine español actual.

Productor, cineasta, crítico, enamorado del arte del cine. ¿Resulta casi un milagro, con el panorama actual de crisis, un productor que no se preocupe de la taquilla, la mayoría son auténticos tiburones?

El arte, como el amor, son parte de las expresiones más sinceras del ser humano. Están más allá de lo tangible, pertenecen al territorio misterioso de la vida. Ni el arte ni el amor pueden interpretarse estrictamente como un negocio. Tanto el arte como el amor pueden estar guiados por el egoísmo pero, indefectiblemente, también lo están por la generosidad. En cuanto a la taquilla, hay que ocuparse (o intentarlo) para poder continuar. Pero no hay que pre-ocuparse. No ha de ser un objetivo en sí mismo. No se puede plantear nada sincero esperando los resultados que se han de obtener. La cantidad no tiene porque se ser un valor en sí mismo. En todo caso es un resultado. La calidad, sin embargo, ha de ser una exigencia. Es lo que nos diferencia de la mediocridad; del que todo está bien, de que todo da lo mismo…y todo no da lo mismo. Por eso, haga uno lo que haga, ha de tender a un nivel de excelencia según sus parámetros; aunque sea “relativo”.

La crisis es la gran falacia destinada a paralizar toda acción, incluido el pensamiento creativo. Seguimos permitiendo a nivel colectivo el que se haya generado. Los mayores tiburones pertenecen a un entramado financiero-bancario que tiene secuestrados a los gobiernos, el dinero público y la capacidad individual de resistencia. Algún día se hablará de los inicios del siglo XXI como de una segunda Edad Media. Desde la invasión de Irak se han ninguneado los mecanismos que se consideraban legales. Esto dimanó a toda la sociedad. Ahora hay que tender hacia una nueva moral. Y esto no es ajeno al cine; o a los que “fabrican” el cine. Se mueven en lobbies e intereses de poder que contaminan la creatividad. La cinematografía que se enfatiza desde el poder en cada país, es fiel reflejo de la capacidad de gestión y creatividad de los que la procuran.

Las dos únicas películas que ha realizado son de género documental y con un aroma muy personal, casi privadas. ¿Tiene en mente, en el campo de la creación y dirección, algún proyecto de ficción en el futuro próximo?

Si. Tengo interés en explorar cinematográficamente y desde una perspectiva muy visual, la desazón que produce el sentirse no querido. Para ello dispongo de un personaje histórico europeo de breve estancia en España. O, por decirlo de otra manera, me interesa bucear en el preocupante rechazo de una colectividad hacia todo aquello que viene de afuera. Estoy en fase de reescritura de guión; aunque sé que el guión no es más que un instrumento. También he iniciado la búsqueda de financiación, lo cual no es fácil. En España se me percibe como un productor que ocupa un espacio que casi nadie quiere ocupar porque no genera negocio. Las famosas “etiquetas”. Aquí sí que la “taquilla” podría haber servido para no tener que recibir algún portazo.

Usted, y su productora Eddie Saeta, apostaron a doble o nada (como el enunciado que ostentan: Ámanos o déjanos) por Isabel Coixet y su primeros trabajos. ¿Qué diferencia encuentra ente la Coixet de entonces y la de “Mapa de los sonidos de Tokyo”?

Lamento que ya no me interese hacer crítica cinematográfica. Respeto el cine de Isabel Coixet pero no forma parte de mis prioridades electivas.

¿Cómo cree que afectan las nuevas tecnologías a la forma de ver el cine? ¿Se acabarán las visitas a las salas?

Esta pregunta es demasiado recurrente. No me veo capacitado para decir nada nuevo. Es evidente que las películas se ven de otra manera y con otra atención. Lo que puedo comunicar es que a mi, personalmente, me gusta ver el cine en una sala y en anónima colectividad. Considero que es una experiencia más gratificante, aunque haya menos espectadores. Pero también veo películas en el ordenador por cuestiones profesionales. Una película de Oliveira en un ordenador pierde cantidad de matices; objetos significantes que desaparecen en un pequeño formato.

Como no soy el único que piensa así creo que no desaparecerá la asistencia a las salas. La prueba está en que si entendemos también por “salas” los festivales cinematográficos, estos están muy concurridos. Posiblemente se busque el acontecimiento. Y, consiguientemente, siempre habrá maneras de generarlo.

Familystrip habla de la dura vida de una generación, la de principios del siglo pasado. Cuéntenos la razón de este documental. Nos gusta el cuadro pintado por Francesc Herrero, aunque a su padre no le convencía mucho…

Familystrip es una dedicatoria fílmada, un detalle para mis padres y el resto de la familia. Al principio no estaba muy seguro de mostrarla a una audiencia ajena a la propia familia. Poco después comprendí que no hay nada que ocultar a los demás. Ahora estoy satisfecho de haber actuado así: Me paseo por el mundo con mis padres aunque ya no estén en esta realidad. Gracias al cine siguen vivos. De la misma manera que la película revela su rodaje, la pintura desvela su ejecución. A mi también me gusta el cuadro pintado por Francesc Herrero. Sus capas de materia y el trazo muestran las dificultades con que se encontró frente a cada uno de nosotros. Evidentemente quien más le costó y con quien más titubeó, fue con mi madre. No es de extrañar: es como si se hubiera encontrado de repente con Anna Magnani!

Como dijo Nicolas Azalbert en Cahiers, Familystrip confiere un nuevo estatus a mi familia: la alza de familia común a familia real.

Hablar de cine es algo siempre muy subjetivo porque cada uno tenemos una mirada distinta de la obra que vemos. Hablar siempre desde el respeto de un trabajo realizado duramente, ¿no debería ser así?

Absolutamente de acuerdo. Todo el mundo debería asistir alguna vez a un rodaje para entender su complejidad. Al igual que todo el mundo debería ver a un pintor en acción, a un arquitecto en su despacho sin escenificar o falsear la realidad de su trabajo, a un cocinero elaborando un plato, etc, etc… Todos debemos respetar el trabajo de los demás. El trabajo ocupa nuestro tiempo y tiempo es de lo único que realmente disponemos. Y además es limitado. Por eso es triste comprobar como ciertos comentaristas despachan las películas sin ningún respeto por el esfuerzo no ya del director sino de un equipo de personas que han entregado su tiempo, sus conocimientos e incluso sus ilusiones en algo que podrá considerarse fallido o no; pero nunca despreciable. Es cierto que cada uno fabula una película diferente. Si más no, en su memoria. Es una de las grandes virtudes del buen cine: que cada uno pueda extraer una mirada personal y diferente. Si algo caracteriza al arte es que debe tener misterio. Ha de remover lo establecido. O ha de potenciar cierta espiritualidad. Si no, no es arte.

-Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas, Palma de Oro en Cannes 2010, de Apichatpong Weerasethakul, ha creado opiniones muy contrarias en el Festival, desde Peter Howell, crítico del Toronto Star, que le parecía un deshonor tal premio, a otros que opinaban que se trataba de la mejor película de la historia. Ambos opiniones nos parecen muy adrenalíticas. ¿Qué vio usted en esta producción para apostar por ella?

Antes de participar en la producción de Uncle Boonmee conocía tres películas previas de Apichatpong. Y me habían gustado. Procuro contribuir a fomentar el cine que me interesa como espectador. De alguna manera participo en películas que a mi me gustaría ver o dirigir si fuera el caso. Tengo una cierta debilidad por las filosofías orientales. He viajado 11 veces a la India. Estoy familiarizado con el Budismo Mahayana y no me repele la idea de la reencarnación, de la transmigración de las almas. Cuando encontré a Apichatpong y me explicó su proyecto, me pareció fascinante. Después vi su instalación Primitive y fui a encontrar a su productor inglés, Simon Field. A partir de ahí estructuramos la coproducción.

Este tipo de cine existe gracias a la complicidad de varios productores. Un poco de cada uno ayuda a financiarlo. De algo ha de servir la globalización aunque algunos no lo entiendan y no lo apoyen. Por supuesto que contra más coproductores haya en una película, más difícil se hace la gestión de su producción. Pero a la vez es mejor para la película en cuestión: circulará mejor por el mundo.

El tiempo pone las cosas en su sitio. Al margen de las opiniones de la crítica, la película de Apichatpong es innovadora en muchos sentidos. Creo que desde Jacques Tourneur nadie ha mostrado mejor la diferente sinuosidad entre espacio y tiempo. Anticipa cinematográficamente aspectos de una nueva concepción entre lo vivido/experimentado y lo soñado/imaginado. Y ello sin renunciar a un sustrato ligado con leyendas y cierta iconografía popular tailandesa extraída del cómic.

Cuando hicimos esta película, nadie imaginaba que podríamos ganar la Palma de Oro en Cannes. De hecho, fue un premio para todos aquellos que creemos en este tipo de propuestas. Dignifica a Cannes en el sentido que demuestra que no necesariamente ha de ser una propuesta millonaria la que se alce con este premio. Sorprende que en España nadie de la oficialidad haya querido aprovechar la coyuntura de la Palma de Oro para hacérsela también suya. La película es de copywright española al igual que alemana o tailandesa. Otra cosa es que el realizador no sea de nacionalidad española. Así las cosas, la única Palma de Oro existente sería la de Viridiana de Buñuel que, por cierto, era una coproducción con México.

Su opinión en Cahiers du Cinema nº 43 respecto al gallinero de los Goya es todo un rapapolvo a la Academia por reforzar lo conocido monopolizando la imagen del cine que se crea en este país. Priman los intereses económicos ¿Hay algo que no ven o no quieran ver?

A veces soy muy ingenuo. Es evidente que las academias premian lo académico. Quizá especulé en que podría ocurrir algo como en los premios César de la academia francesa: que ganara una película formato Lady Chatterley de Pascale Ferran… Otro discurso sería averiguar quienes controlan lo que debe ser considerado Cine Español y lo que no. Hay una forma enquistada de percibir el cine que hay que fomentar y un discurso rancio sobre qué es industria y qué es cultura.

Por cierto, ¿que opinión le merece la ley Sinde?

Vaya tema! No sé qué añadir a la polémica generada. No tengo las ideas claras.

El cine de Manoel de Oliveira, (nos gustó especialmente Singularidades de una chica rubia), Agustí Vila con La mosquitera, Albert Serra con El cant dels Ocells, José María Orbe con Aita, produce un cine realmente interesante y rico. ¿Qué producción tiene en perspectiva para 2012?

Muchas gracias por lo de “interesante y rico”. A mi también me lo parece y por eso continúo en el empeño. Aunque no todo el mundo opina igual: a algunos les parece una pérdida de tiempo. Como dice Manoel de Oliveira, al final solo somos una fotografía. Una fotografía en un álbum familiar. Mientras tanto, hay que intentar que la fotografía exprese la satisfacción de las experiencias vividas. Todo desaparece, pero a la vez, todo queda reflejado.

En la incertidumbre actual y antes de dedicarme a cultivar pepinos, he decidido involucrarme en los siguientes proyectos:

Girimunho (Remolino) de Helvecio Marins y Clarissa Campolina, coproducción con Brasil y Alemania. Hollywood Talkies de Oscar Pérez La lapidación de San Esteban de Pere Vila El Muerto y ser feliz de Javier Rebollo, coproducción España, Argentina, Francia

Acaba de estar en el 64º Festival de Cannes, que nos parece sigue tendiendo hacia los valores seguros, dejando un poco abandonado al cine de autor, especialmente fuera de las fronteras europeas. ¿Cómo lo vio este año?

Cannes es una gran maquinaria que lo devora todo. Es cierto que en la Sección Oficial a competición, este año casi todos los “valores” eran seguros; poco riesgo. Imagino que no todos los años pueden ser como 2010: “Un pequeño festival con un gran palmarés” según el Cahiers francés. No todos los años hay una película de Godard en Cannes… El “otro” cine de autor queda mejor representado en Quinzaine y en la Semana de la Crítica. Y este año no era para tirar cohetes. Quizás encontremos los cohetes en Locarno, Venecia o San Sebastián.

Por último digamos ¿cómo ve el futuro del cine español?

Gris oscuro casi negro, por un lado. Caracremada por el otro.

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