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Cómo crear espectadores críticos que puedan ser actores, en la Escuela de Teatro LaGrada - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Si las pequeñas salas de Madrid son los principales motores del teatro y la danza en esta ciudad y su entorno, la otra vertiente del impulso son las escuelas que, en su mayor parte, funcionan parejas con estas salas alternativas en el ámbito teatral. Podemos encontrar distintas propuestas, con diferente formato y de contenidos muy dispares, lo que contribuye al enriquecimiento que proporciona la diversidad cultural, a partir de un amplio abanico de fundamentos, planteamientos y líneas formativas. Una de ellas es la Escuela de Teatro LaGrada, que dirige Miguel Torres, y que se creó el año 2000. En ella se han formado ya más de siete promociones de alumn@s a lo largo de su relativamente corta existencia. La formación completa dura tres cursos académicos, y para su mejor funcionamiento cuenta con un número limitado de alumn@s a fin de poder trabajar bien, de manera que no se admiten más de ocho personas en el curso avanzado ni en el de iniciación. Debido a la mayor afluencia con el paso de los años, en este próximo curso se contempla adaptar espacio y tiempo para que haya más horas y más estudiantes sin merma de los resultados.

Cómo crear espectadores críticos que puedan ser actores, en la Escuela de Teatro LaGrada

Entrevista al Director de la Escuela Miguel Torres

Miguel Torres
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Miguel Torres

El director de la Escuela de Teatro LaGrada.
Foto: Julio Castro.

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Miguel Torres

El director de la Escuela de Teatro LaGrada.
Foto: Julio Castro.

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Julio Castro – La República Cultural

Si las pequeñas salas de Madrid son los principales motores del teatro y la danza en esta ciudad y su entorno, la otra vertiente del impulso son las escuelas que, en su mayor parte, funcionan parejas con estas salas alternativas en el ámbito teatral. Podemos encontrar distintas propuestas, con diferente formato y de contenidos muy dispares, lo que contribuye al enriquecimiento que proporciona la diversidad cultural, a partir de un amplio abanico de fundamentos, planteamientos y líneas formativas. Una de ellas es la Escuela de Teatro LaGrada, que dirige Miguel Torres, y que se creó el año 2000.

En ella se han formado ya más de siete promociones de alumn@s a lo largo de su relativamente corta existencia. La formación completa dura tres cursos académicos, y para su mejor funcionamiento cuenta con un número limitado de alumn@s a fin de poder trabajar bien, de manera que no se admiten más de ocho personas en el curso avanzado ni en el de iniciación. Debido a la mayor afluencia con el paso de los años, en este próximo curso se contempla adaptar espacio y tiempo para que haya más horas y más estudiantes sin merma de los resultados.

Existen otras ofertas de formación complementaria en este pequeño centro, que combina la formación en el aula con talleres y actividades externas complementarias a lo largo del proceso. Algunos de los talleres van dirigidos a personas que cursan la formación, pero otros son abiertos a profesionales y personas externas. Todo ello nos lo explica, junto con sus opiniones acerca del proceso formativo en las artes escénicas, el propio Miguel Torres.

 

¿Cuál es el espíritu de la Escuela de Teatro LaGrada?

Crear actores, no sé si en el sentido profesional. Habría que aclarar qué se entiende por profesional. Siempre les digo a los alumnos que profesional es quien hace bien su trabajo, independientemente de que luego se dedique a ello o no, pero se trata de que cuando lo hagan, lo hagan bien.

La distinción entre profesional y amateur no la veo: o trabajas bien la técnica y luego haces un personaje, o no. Lo demás es marear la perdiz, así que el espíritu de clase siempre es muy riguroso y serio, siempre es de escucha y de aportar un clima positivo, tanto por parte de quien evalúa el trabajo, como de quien está trabajando, y el espíritu (aunque suene pedante) tiene que ver con el Arte, pero con mayúsculas: el alumno tiene que sentirse artista cuando hace un personaje.

Creo que es imprescindible aprender la técnica, aunque es una diatriba que sería interesante discutir públicamente. Porque hay gente que habla de “método no”, o “método sí”… todos los métodos tienen muchas connotaciones y variantes, porque el método es una herramienta y no un fin. La técnica es para aprenderla y luego olvidarla en el trabajo. Así que yo digo método sí, escuela sí, pero no como un fin, sino como un medio para sentirte artista.

Imagino que cada alumn@ tendrá su particularidad, pero también algún parámetro en común ¿qué tipo de perfil tienen l@s alumn@s pasan por esta escuela?

Hay una entrevista previa, de manera que a la gente que le interesa lo que le cuento, vuelve. Pero el abanico es muy grande en cuanto a edades y en cuanto a ocupaciones. Hay quienes trabajan, otra que está en paro, universitari@s, gente más o menos ilustrada (no digo culta, que es otra historia)… Lo que pasa es que la entrevista previa da una cierta homogeneidad al grupo, en el sentido de que lo que les cuento les interesa, lo cual es un nexo con el resto, lo que une. En cuanto al resto hay mucha más variación: gente desde 18 años hasta 54… Pero el espíritu siempre es joven, de manera que tod@s trabajan y se complementan perfectamente entre sí.

¿Puedes hablarme algo acerca del método empleado para la formación en vuestra escuela?

El método es el tan traído y llevado Stanislavski. Lo que ocurre es que Stanislavski dejó esbozadas en una primera fase de trabajo unas cuestiones básicas importantísimas, vitales, estructurales y naturales (de las que se nutre Strasberg con toda aquella historia de la memoria emotiva), pero cuando habla de las acciones físicas en una segunda fase, le sorprendió la muerte mientras trabajaba. Así que, a partir de ahí hay muchas vertientes que quieren enfrentar a Grotowski con Stanislavski, cuando en realidad hablan de lo mismo, aunque Grotowski tiene otras fuentes, que son las orientales, que no contradicen, sino que enriquecen…

En fin, a partir de las acciones físicas de Stanislawski, lo primero que hacemos en la escuela es trabajar sobre el instrumento de sí mismo, no el del maestro, sino que el alumno es instrumento de sí mismo, no del maestro, ni siquiera del director cuando se hace actor. Así que trabajamos los cuerpos, porque los tenemos muy bloqueados, las expresiones muy inhibidas (porque en la calle uno se tiene que proteger mucho y no puede abrirse). Aquí se trata de que el alumno se pueda abrir lo más posible, y el cuerpo es un todo, y la mente es parte del cuerpo. Cuando se habla de psico-físico parece que estamos separando y no, es una cosa intrínsecamente unida. Y todo el trabajo primario va sobre eso, como decía Stanislavski, sobre sí mismo, para que la energía fluya, que no haya bloqueos, tensiones, que el cuerpo esté preparado para trabajar. Después hay ejercicios que tienen que ver con valorar la acción física como herramienta fundamental para transformar todo lo que le rodea. A través de mi acción transformo un objeto, pero a la vez, todo lo que le doy al objeto me lo da a mí, así que se la acción es profunda, la sensación que tendrás será profunda.

Vamos transformando y creando un espacio. Así que, en una primera fase el trabajo es sobre sí mismo, en la segunda es trabajo sobre la herramienta que es la acción, la improvisación que es fundamental para reconocer qué es un impulso orgánico sin estar sujeto a una obra ni a un texto o algo planteado desde fuera, sino a unas pequeñas pautas: improvisar sobre eso para que el alumno reconozca qué es un impulso o una acción orgánica, para evitar que luego se mienta a sí mismo, y el cliché, la mentira escénica, el “hago como que”…

Y después, en la última fase, pasamos a trabajar el texto en todas sus variaciones: la prosa, el verso, la prosa lírica, lo formal en Beckett y en la Commedia dell’Arte, en Moliere… Todo desde el punto de vista de la dramaturgia, porque aún no son actores. Siempre digo que, cuando el alumno avanza y a medida que va siendo actor, yo tengo que ir desapareciendo, para dar paso al vínculo entre el actor y el director. Esa última fase es muy importante, porque hay quien afirma que se puede partir de dentro a fuera o de fuera a dentro. Pero para partir de fuera a dentro, partir de un signo y llenarlo de contenido, tienes que tener una experiencia y un conocimiento, así que para llegar hasta ahí tienes que tener un camino a andar, para partir de dentro hacia fuera, dar forma a lo que va pasando dentro, para posteriormente poder trabajar desde la forma y dar contenido desde dentro.

¿De qué manera se trata de innovar en la formación de LaGrada?

En realidad no sé si soy muy innovador o no. Es una cosa que me inquieta mucho, e incluso tengo en mente una cosa (que no sé si conseguiré algún día), que es elaborar un libro sobre todo esto. Porque así como te decía lo de “metodo sí / método no”, también se dice lo de “verdad escénica / no verdad escénica”, es decir, que “el teatro es mentir bien”: ¡yo no lo creo! Creo que la verdad escénica es tan intensa y real como la verdad en la vida, solo que no están superpuestas, son paralelas.

Digo esto porque, aunque parece pretencioso, creo que uno puede crear una verdad. Estoy leyendo mucho sobre el funcionamiento del cerebro, la amígdala, el córtex, que es la parte racional… cuando todo eso no está comunicado, todo queda muy disociado, pero hay ejemplos de gente que “recuerda” hechos como experiencias vívidas, y que luego se comprueba que es mentira, porque no pudo vivir eso, por edad… por lo que sea, pero el mismo que lo cuenta lo siente como algo real, pero luego se entera que lo ha vivido alguien que se lo ha contado y ha tomado esa verdad como suya. Quiero decir, que es posible crear una verdad aunque no la hayas vivido, y eso es lo que pasa en escena. Es cierto que no tienes que perder tu consciencia y tu propio yo, si no serías un enfermo esquizofrénico, que es uno u otro, y creo que el actor es las dos cosas.

¿Además de la escuela de teatro como formación completa de la escuela, hay otro tipo de formación en vuestra sala?

Sí, hay formación complementaria. Ahora mismo tenemos una estructura de Tai-Chi, en la que estoy de alumno, porque me parece muy interesante. Hace unos años estuve también con Yoshi Oida, el actor de Brook, que también trabaja desde lo oriental, la respiración, la autoconciencia, la energía desde otro punto de vista y desde otro lugar… todo esto que procede de lo oriental me parece muy interesante. Así que, este año, llevaba tiempo dando clases, pero este año lo he incorporado a la escuela, que trabajen una clase a la semana de una hora. De momento no es estrictamente Tai-Chi, pero sí quiero incorporarlo así, aunque el trabajo energético, de autoconocimiento, los tiempos, esa filosofía oriental está incorporada.

Luego complementamos también con talleres que a veces se realizan y a veces no. Porque no es lo mismo estar en escena que ante la cámara, y también alguna otra actividad complementaria que puede ser de dramaturgia o de historia del teatro. Estos talleres son actividades de la escuela, pero están abiertos a cualquiera que venga. Ahora daré junto a un amigo de Valencia un taller de convivencia durante diez días, una convivencia de 24 horas diarias, de manera que dormimos, comemos, trabajamos… es muy interesante porque se crea un clima especial de trabajo. Pero lo troncal es la interpretación y luego algún taller de voz, y otras cosas.

Por otro lado, dentro del programa anual de la escuela, también leemos algunos libros y comentamos dos o tres videos que tengan que ver con la técnica teatral.

La entrevista previa sirve al alumno para decidir si le interesa, pero ¿vosotros hacéis algún tipo de selección o recomendación?

No, lo que pretendo es que me cuenten lo que pretenden y por qué se acercan al teatro. Hay muchos chavales que vienen a ver si les preparamos para los monólogos de la tele, y directamente les digo que no, así que no hay entrevista porque se van. No digo que esté bien o esté mal, sino que buscan otra cosa y perderíamos el tiempo teniendo la entrevista, porque no les va a interesar lo que yo les diga y a mí tampoco me va a interesar que se incorpore a la escuela.

Es decir, no hay una criba en la que seleccionemos a quienes tienen talento, porque en una entrevista no se puede saber. Los procesos humanos son muy extraños y aquellos que parece que están anclados, luego despegan y te sorprenden, y viceversa. La única selección consiste en ver qué quieren y si les interesa.

Además de la formación escénica propiamente dicha ¿hay algún tipo de orientación para los alumnos?

No, porque bolsa de trabajo no tenemos, pero los trabajos que se hacen luego en EspacioOscuro, la compañía de teatro que dirijo, se nutre en muchas ocasiones de gente que ha pasado por la escuela, y desde Valle Inclán hasta Chèjov, ha contado con gente que ha trabajado en la escuela y que se ha formado aquí. Así que siempre les digo que es una posibilidad, no un derecho, porque no hay espacio para todos.

¿En qué medida tiene peso la escuela dentro de la sala?

Bastante, porque le dedicamos mucho tiempo y espacio. De hecho estamos pensando en ampliar. En la programación, que tú conoces, tenemos aciertos y errores (esto último no suele ser la norma, afortunadamente), y la escuela es un espacio de formación que tiene mucho que ver, porque si producimos con gente de la escuela y vamos a poner en escena algo, no puede desentonar con lo que estamos programando. Podíamos no tener escuela y hacer casting para las producciones, pero no nos interesa. Lo que interesa es que la gente que sale de la escuela encaje, no desentone con lo que se está programando. Y como decía mi maestro Jorge Eisner “no fabrico actores, formo espectadores”. Y es verdad. Entre las actividades que tenemos en la escuela vamos a ver algunas cosas al teatro, y lo comentamos, y cuando ellos van por su cuenta a ver algo también lo comentamos, y tienen demuestran que van teniendo criterio. La mayoría de la gente que viene aquí no vienen a ser actores, sino que tienen sus trabajos, su historia, pero agradecen que esto sea para ellos igual que para quien sí se va a dedicar al teatro: el rigor, la intensidad y la disciplina son para todos.

Creo que se trata de generar un núcleo cercano a LaGrada, que terminen, sean socios del teatro vengan a ve teatro, y en cierta medida sostengan la sala, pero que se encuentren cercanos al lugar donde se vive el teatro hacemos buenos espectadores, buenas personas cercanas a este proyecto.

¿Crees que es lo mismo un actor de cine que uno de teatro?

No, la formación es la misma, pero hay una especificidad, como decía Max von Sydow cuando le dieron en San Sebastián el premio honorífico del Festival: “yo he ganado mucho dinero con el cine, pero mi vida es el teatro, no es lo mismo para un actor”. En cine empieza la historia y “corten”, plano 24, escena tal… es otro lenguaje, y, aunque en el teatro hay fijadas posiciones y luces, con la cámara en primer plano hay que ser muy cuidadoso para no salirse del plano…, es distinto. Pero la formación me parece que es única, y viene del teatro. Luego harás televisión, cine, y habrá otras dificultades que abordar.

El cine es algo más natural, mientras que en el teatro, cuando tienes que sugerir más que decir, y el palacio no es el castillo de Peñafiel con cámaras de cine, sino cuatro paredes vestidas de negro… es otra historia y tienes que recrear el palacio, el frío, el calor, la lluvia…

DATOS RELACIONADOS

Miguel Torres Garcia (Valladolid, 1952), actor, director y músico. Se formó como actor con Jorge Eines, Pablo Corral, Ioshi Oida, entre otros. Cursó sus estudios musicales en los Conservatorios Profesionales de Música de Valladolid y Madrid.

Fue cofundador y miembro de la sala Ensayo 100 Teatro hasta el año 2000 y, posteriormente, promotor y cofundador del Teatro Lagrada (del que es director artístico) desde 2000 hasta la actualidad.

En el ámbito escénico, ha trabajado como actor, director y músico con autores como Chejov, Beckett, Juan del Encina, Valle Inclán, Jean Anouilh, Ionesco, etc. y obtuvo el premio al mejor actor en el Certamen Nacional “Arcipreste de Hita” de 1989.

En el ámbito docente ha sido profesor de interpretación, ritmo y canto en “Ensayo-100 Teatro” hasta 2000 y, de la misma manera, lo es en el Teatro Lagrada en la actualidad. También ha ejercido la docencia como profesor de Didáctica Creativa en los colegios Hogar del Buen Consejo y Rosa Luxemburgo.

En la parte musical, ha sido profesor de Conjunto Coral infantil en el Colegio Rosa Luxembugo, y director de la Coral Polifónica de Arroyomolinos (Madrid).

Para más información:
Teatro LaGrada
c/ Ercilla, 20 (28005 - Madrid)
Metro Embajadores
Tfno.: 91.517.96.98
Correo-e: lagrada@teatrolagrada.com

Sobre algunos cursos y talleres:
Cursos y talleres de la Escuela de Teatro LaGrada en 2011

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