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ISSN 2174 - 4092

De lo personal de Anuska Alonso a lo más colectivo de Lucía Pérez: muestras de danza fin de carrera - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

En ocasiones me doy cuenta de que miro a Anuska por encima del objetivo de la cámara, y veo a un ser completamente diferente. Cuando baila, digo. Se transforma en otra persona o, tal vez, deja salir quien realmente es. Hasta ahora me había acostumbrado a verla compartiendo espacio con Mar López y esos A 2 centímetros del suelo, o en Uno, que son piezas que trasladan de la una a la otra elementos comunes, nexos de unión. Pero sobre todo, había uno latente que no había visto hasta ahora, y es que entre ambas equilibran un ser único que constituye el resultante de cada trabajo, y mientras Anuska era energía, Mar era consistencia. Ahora, con ocasión de la presentación de los trabajos de final de carrera del Conservatorio Superior de Danza María de Ávila, puedo encontrar y descubrir a una Anuska Alonso que es capaz de equilibrar las dos facetas sin necesidad de desdoblarse. Una mujer que interpreta y desarrolla en escena caracteres tan diversos como la del ser atrapado en el círculo de fuego del escorpión, con un carácter expresivo fuerte al que da paso otro más suave. Y me recuerda que esa enérgica bailarina de la que hablaba antes, puede transformarse en un ser de movimiento estilizado y provocador que ocultaba tras lo oceánico de esos ojos de niña entre inocente y divertida, que salen en ciertos momentos, ser como preocupado que se mira para mirarse desde fuera y pensar “¿quién es esa y qué hace?”.

De lo personal de Anuska Alonso a lo más colectivo de Lucía Pérez: muestras de danza fin de carrera

Junto a Mireia Sans y Rocío Menéndez un cuarteto de intensos proyectos en la primera sesión del Conservatorio María de Ávila

Quando Corpus
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Quando Corpus

Anuska Alonso durante la presentación de su proyecto coreográfico.
Foto: Julio Castro.

Re ¿Cuerdas?
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Re ¿Cuerdas?

Marchu Lorente, Lucía Bernardo, Carmen Fumero y David Guerra durante la presentación del proyecto coreográfico.
Foto: Julio Castro.

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Julio Castro – La República Cultural

En ocasiones me doy cuenta de que miro a Anuska por encima del objetivo de la cámara, y veo a un ser completamente diferente. Cuando baila, digo. Se transforma en otra persona o, tal vez, deja salir quien realmente es.

Hasta ahora me había acostumbrado a verla compartiendo espacio con Mar López y esos A 2 centímetros del suelo, o en Uno, que son piezas que trasladan de la una a la otra elementos comunes, nexos de unión. Pero sobre todo, había uno latente que no había visto hasta ahora, y es que entre ambas equilibran un ser único que constituye el resultante de cada trabajo, y mientras Anuska era energía, Mar era consistencia.

Ahora, con ocasión de la presentación de los trabajos de final de carrera del Conservatorio Superior de Danza María de Ávila, puedo encontrar y descubrir a una Anuska Alonso que es capaz de equilibrar las dos facetas sin necesidad de desdoblarse. Una mujer que interpreta y desarrolla en escena caracteres tan diversos como la del ser atrapado en el círculo de fuego del escorpión, con un carácter expresivo fuerte al que da paso otro más suave. Y me recuerda que esa enérgica bailarina de la que hablaba antes, puede transformarse en un ser de movimiento estilizado y provocador que ocultaba tras lo oceánico de esos ojos de niña entre inocente y divertida, que salen en ciertos momentos, ser como preocupado que se mira para mirarse desde fuera y pensar “¿quién es esa y qué hace?”.

Si el trabajo arranca con un tono y un todo más clásico, marcado intencionadamente como delata la lámpara de araña con cristales que cuelga sobre su cabeza, evoluciona hacia formas mucho más abruptas, en las que la música conduce a estilos de corte más marcado, pero no sin antes jugar con las formas de una iluminación que parece anunciar la proyección de su personalidad más profunda sobre un fondo de futuro, que recorta la silueta de Anuska en formas muy atractivas que apenas marcan movimiento.

Pero no se limita a la evolución de su danza, porque la inquietud de la artista en su trabajo la lleva a incluir otros aspectos en la escena, que ya comenzaban con la creación de un diseño escenográfico, como comentaba, con esa lámpara clásica, o con ese enorme círculo de tierra que ocupa casi todo el escenario. Pero también con otros elementos que nos conducen a la plástica, y esto ya se ejercita sobre su cuerpo, jugando con su propia sudadera, que utiliza de forma flexible, generando imágenes que se entremezclan con el movimiento corporal, y es que llega a convertirse en una especie de chicle que se adapta a la tensión de las formas que genera y que nos trasladan la imaginación a las figuras sin cara de los maniquíes que pintaba De Chirico, pero más bien a esos seres con la cara tapada por un lienzo que plasma Magritte. La trayectoria vital que recorre Anuska en este trabajo retorna al punto de origen, pero en otro contexto, con otra luminosidad, con otros movimientos. Tal vez sea ese el proceso que la propia artista quiere marcar y la forma en que se mira a sí misma, especialmente cuando nos dice en su síntesis “creo en la sobredosis de optimismo de los humanos, en su negativa a cambiar de opinión. Creo también que todos vivimos mejor con poca información. Creo que hacerse daño por fuera es la forma de que los demás vean lo mucho que te duele por dentro…después de tantos años ya te sale de forma natural. Creo que solo una persona trastornada puede llegar a hacer algo tan maravilloso. Creo en la belleza de la imagen de un cuerpo cuando no engaña, no esconde, sino que simplemente se muestra. Quando Corpus”.

Y aunque me extiendo más en este trabajo presentado (el último de la primera jornada), porque tengo puntos de comparación y una cierta cercanía con el trabajo de la responsable del mismo, hay otros tres en la jornada. El primero de ellos es de más difícil repetición, porque incluye a un nutrido grupo de chavalas y chavales que, con el desarrollo titulado Muévete, creado por Lucía Pérez, nos llevan a una música de calle, de la danza doméstica, local, de barrio, con raíces que surgen del conglomerado de la inmigración en nuestro país (o en cualquier otro), y que reflejan de una manera extraordinaria el sentido de la danza en su entorno más inmediato y ciudadano: el de la reclamación de algo, la expresión de una necesidad que genera movimiento. Y en este caso su coreógrafa conduce a veinte menores entre chicos y chicas, de diferentes edades, de orígenes diversos, que demuestran que la danza es otro de los muchos puntos de unión y conexión. En la presentación del trabajo nos dicen “Muévete en todos los sentidos, por tu libertad, por sueños, por tus creencias, por los tuyos, por quienes te necesitan. Muévete hacia lo que aspiras, hacia tus ilusiones, hacia tu futuro. Muévete contra la discriminación y la violencia. Muévete, baila y movámonos juntos”. Y no se trata de una masa informe en la que se diluyen los personajes, sino momentos de protagonismo mezclados con otros instantes de coordinación para el conjunto. Trabajo en equipo sin dejar de lado las peculiaridades de cada cual: no es un panfleto más, es un trabajo complejo que pone de relieve las capacidades de sus ejecutores, y por tanto de su diseñadora y su promotora. Contiene emoción y sentido.

Re¿cuerdas?, el segundo trabajo de esta muestra y coreografía de Mireia Sans, incluye tres bailarinas y un bailarín, y tras lo colectivo del que veíamos anteriormente, nos devuelve a una sensación mucho más intimista, en la que se juega a los recuerdos, a la nostalgia, a la sensación de formas y movimiento que genera esa imagen de un mar que envía sus objetos reales o simbólicos hacia tierra, rechazando unos, reavivando otros. Cada personaje parece formar parte de un todo, pero también de una individualidad que va desarrollándose a base de encuentros y desencuentros cruzados, para confluir en el conjunto del cuarteto de danza en un ángulo de escena, fortaleciendo esa sensación de simetría-asimétrica que ya se recoge en el punto de partida del trabajo.

En el recorrido, movimientos aislados como el arranque de Marchu Lorente, que comienza durante la entrada del público, con un desplazamiento exclusivamente a ras de suelo transmite la sensación de ola final barriendo la playa, en tanto algunos elementos mantienen el recuerdo de verticalidad de lo que fue la ola de partida. A la vez se vierten los recuerdos verbales de los otros personajes, unos recuerdos que remiten a momentos de la infancia, y que darán lugar a posteriores elementos de danza a dos, sobre todo entre Lucía Bernardo y David Guerra, pasando al trío de mujeres, en que se incluye a Carmen Fumero, y luego a coordinados por parejas, para dar paso posteriormente a nuevos elementos.

Unas proyecciones van dando lugar a imágenes relacionadas con el mar o con ese sentimiento de olvido/recuerdo, que lleva en un momento dado al desarrollo de formas móviles por parte de Carmen Fumero y David Guerra contra el fondo de escena, confluyendo en ese breve texto descriptivo con el que se presentan: “El mar tiene estas cosas: todo lo devuelve después de un tiempo, especialmente los recuerdos”.

Y el tercertrabajo que compone este conjunto de proyectos fin de carrera, es el más teatral, con Orfeo y Eurídice, que a partir de la coreografía de Rocío Menéndez se completa con un elenco de tres protagonistas (Eurídice: Laura Miralbés, Orfeo: Joaquín Abella, Hades: Manuel Martín) y nueve “sombras”, siempre presentes en ese averno del fondo de escenario en el que se mueven, siempre presentes, con esos espejos en que se buscan, como símbolo de la muerte que se ve a través de su reflejo, o de una imagen que se busca pero no aparece. Además de los movimientos de conjunto, con tod@s l@s bailarin@s (protagonistas y sombras), me parece que tiene un momento especialmente culminante en ese trayecto final hacia la luz, de Orfeo tratando de avanzar, mientras Eurídice no deja de rondar sus pensamientos y su cuerpo, caminando hacia un instante que no culminará en este trabajo de final abierto, que no acabará de condenar o absolver a sus protagonistas. Creo que es un buen trabajo de conjunto, y no me sorprende que la responsabilidad de la tutoría haya recaído en Maite Larrañeta, habida cuenta del nexo con la parte mitológico-literaria, que ya sabemos que el clasicismo griego ronda su trabajo artístico. Como no podía ser de otra manera, la pieza cuenta con el lujo de traer un músico en directo, un solista de violín que es el que atrae, como la música mágica de Orfeo, los sentimientos finales hacia la luz que representa la vida, en tanto que durante el desarrollo coreográfico ordena sutilmente el curso del mismo.

El trabajo no se limita a la narración del mito, y de ahí ese final abierto, y las palabras de Ricardo L. Rodríguez, con las que encabezan su propuesta: “Maldigo el momento en el que no tuve la convicción necesaria. Maldigo el momento en el que dominaron la debilidad y el miedo. Maldigo el momento en el que me olvide de seguir confiando en tu amor. Maldigo el momento en el que tuve dudas. Maldigo el Momento en el que miré atrás. Ese momento fugaz en el que te perdí… No puedo ya volver por ti allá dónde Tú estás. Ahora, de ti nada me queda. Sólo tengo mi vida, que llora sin consuelo tu ausencia, como lloro yo, Orfeo”.

Cuatro trabajos muy dispares, en los que el último de ellos, que es con el que daba inicio a este artículo, es una buena justificación para conocer el resto de las propuestas.

Fecha: el Jueves 30 de junio de 2011

Horario: a las 20:00h

Lugar: Sala Mirador - c/ Doctor Fourquet, 31 -Lavapiés- (Madrid)

Acceso gratuito hasta completar aforo.
Más información:

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Fecha: el Jueves 30 de junio de 2011

Horario: a las 20:00h

Lugar: Sala Mirador - c/ Doctor Fourquet, 31 -Lavapiés- (Madrid)

Acceso gratuito hasta completar aforo.
Más información:

Fecha: el Miércoles 29 de junio de 2011

Horario: a las 20:00h

Lugar: Sala Mirador - c/ Doctor Fourquet, 31 -Lavapiés- (Madrid)

Acceso gratuito hasta completar aforo.
Más información:

DATOS RELACIONADOS

Muévete
Coreografía: Lucía Pérez
Intérpretes: Alba, Alejandra, Alex, Ana, Andrea, Benito, Carmen, Catalina, Eliany, Erika, josefina, Kevin, Lavinia, Luís, M.Belén, Neuma, Norali, Sanae y Sebas
Música: Buraka Som Sistema, Missy Elliott, Snoop Dogg&. Dre y Justin Timberlake
Diseño de iluminación: Iván Martín
Tutora: Mercedes Pacheco

Re ¿Cuerdas?
Dirección coreográfica: Mireia Sans
Intérpretes: Lucía Bernardo, Carmen Fumero, David Guerra y Marchu Lorente
Música: Chris Watson, Cliff Martínez, Pan American y Dakota Suite.
Video creación: Carmen Fuentes
Diseño de iluminación: Iván Martín
Tutoras: Mercedes Pacheco y Mónica Runde

Orfeo y Eurídice
Coreografía: Rocío Menéndez
Intérpretes: Eurídice: Laura Miralbés, Orfeo: Joaquín Abella, Hades: Manuel Martín, Sombras: Víctor Fernández, Denis Santacana, Juanjo Torres, Andoni Larrabeiti, Begoña Quiñone y Mabel Aquerreta
Música: Max Ritcher, Michael Giacchino y Johann Johannsson
Violinista: Pablo Navarro
Diseño de iluminación: Iván Martín
Vestuario: Rocío Menéndez.
Tutora: Maite Larrañeta

Quando Corpus
Propuesta: Anuska Alonso
Diseño de iluminación: Sergio G. Domínguez
Fotografía: Juan Salgueiro
Tutores: Daniel Abreu y Laura Kumin

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