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Julio Castro – La República Cultural
Entre la creación teatral y el arte de la recitación podemos encontrar a esta joven actriz porque proviene de ambas ramas, en las que el teatro de la línea paterna, y la poesía materna convergen en una con personalidad propia, pero que arrastra el compromiso histórico tanto arriba como abajo de las tablas, delante o detrás de las cámaras. Por eso le auguramos un gran futuro a Violeta Pérez. Esta es la segunda parte de la entrevista concedida a La República Cultural, y en breve la veremos de nuevo en los escenarios teatrales con su nuevo estreno que primero se va de estreno a Asturies, y luego, en marzo, al Teatro Bellas Artes, de Madrid.
¿Qué estás haciendo ahora mismo?
Ensayo una función que se llama “Carnaval” escrita por Jordi Galcerán, el autor de El método Gronholm, y dirigida por Tamzin Townsend que también dirigió la misma obra. Ensayamos en el Teatro Bellas Artes y estrenamos el 18 de enero en Asturias. La protagonista es Nuria González, están Víctor Clavijo, César Sánchez y Noelia Noto.
Somos cinco actores y nos produce Focus, que es una de las grandes productoras catalanas que ya ha desembarcado en Madrid. El texto tiene bastantes cosas de las que me has preguntado, sobre todo, de cómo utilizamos el miedo, o desde Estados Unidos se viene utilizando para dormir a la sociedad y poder manejarla hacia lugares donde no den mucha guerra y poder utilizarnos como monigotes y seguir enriqueciéndose.
¿Además de interpretar y recitar, te gusta escribir?
Siempre tengo un cuaderno donde escribo y lo hago desde muy pequeñita. Me cuesta mucho compartirlo y darle algún tipo de forma. Nunca he considerado que escribo bien y, a través de leerle algo a mi madre, al propio Indio (que me dijo que escribiera) y a mis amigos, me dan más ganas, pero no lo hago de forma profesional, ni pretendo que nada de lo que escribo se lea, me da una vergüenza tremenda.
Para recitar o interpretar a Benedetti, como te he visto hacerlo, hay que conocerlo bien ¿Qué supone para ti un autor como el uruguayo y la cultura latinoamericana en general?
Me apasiona, me gusta mucho. Benedetti se me ha quedado muy atrás, con 15-16 lo quemé: me enamoré con Benedetti y me aprendí todos sus poemas, me leí sus cuentos, alguna novela.
Me apasiona todo este realismo mágico como el de Cien años de Soledad, donde vas perdiendo la memoria, donde la lógica deja de ser lineal y hay como un traspié para acceder a un mundo más mágico donde aparece lo invisible y lo intocable, las cosas misteriosas. Para mí hacen esta labor de artesanos y de tocar la tierra estando a la vez conectados con dios y con lo mágico, la labor del artista de amaso el pan y a la vez me hago las preguntas más elevadas del ser humano. Peter Brook lo dice tal cual y estos latinoamericanos lo traen todo el rato con pequeñas cosas.
¿Crees que en la vida hay que posicionarse? ¿Te posicionas en el trabajo?
Absolutamente sí. Y creo que me posiciono siempre, aunque involuntariamente. Claro, vengo de la familia que vengo, tengo unos principios muy claros, una ideología bastante clara y creo que hay cosas que defender siempre “sí o sí”. Otra cosa es que a través del trabajo que yo haga pueda defenderlas o no. Normalmente formo parte de historias que yo no elijo, que me ofrecen y que, hasta ahora, tengo que decir que sí que las hago.
Con todo, intento comprometerme siempre mucho con la historia que estoy contando, e intento dar un punto de vista. Esta gente que dice “no, yo es que no entiendo de política, a mí la política no me gusta”: ese es de derechas seguro, sólo por decir eso ya está claro. Pero sí, hay que posicionarse.
Luego, puedo hacerlo deliberadamente actuando textos de Benedetti, o actuando textos de García Lorca con la Tertulia “Indio Juan”, o actuando a León Felipe, que es de lo último que hemos hecho con la Tertulia, o actuando con el grupo de teatro Blas de Otero… Pero cuando no puedo elegir un proyecto me comprometo siempre con un apartado de la historia, más allá de que el director lo quiera llevar por otro lado.
¿Cómo fue el rodaje con Fernando León de Aranoa, fue una película muy compleja la de Princesas?
Para mí, como actriz, fue maravilloso, fácil, fiesta, divertido, ágil, pero yo sólo formé parte de 15 días de ese rodaje, que fue mucho más largo y además yo fui parte de lo cómico y divertido que era aquella peluquería donde nos juntábamos las prostitutas.
La parte dura de la historia la llevaban Micaela y Candela y sé que fue un rodaje que se alargó mucho más de lo previsto, fue duro, porque llegó el invierno y había que rodar escenas con muy poca ropa, de noche, así me consta. Pero creo que además de duro, fue bellísimo para todo el mundo. Mi experiencia fue muy linda y hay un antes y un después. Me parece que Fernando es un director que, si algo sabe hacer, es formar un equipo, que todo vaya en una dirección y él encauce eso con una voz de mando, llena de calidez y ternura, pero organizando muy bien.
Aunque te lo habrán preguntado mil veces desde aquella película ¿Qué opinas respecto al tema de la prostitución? ¿Crees que se pueden tomar posiciones firmes desde fuera?
Sobre todo estoy en contra de cualquier cosa que no surja de la voz de las prostitutas, que nosotros los ciudadanos o los gobernantes tomen posiciones o hagan sentencias de cómo debe ser eso, lo siento, pero no. Pónganles el micrófono a las prostitutas y que hable ella que es la que se dedica.
Si hay alguien que defiende de forma coherente la situación de las prostitutas es el colectivo HETAIRA, que se ocupa de charlar con ellas, de que sean ellas las que decidan lo que necesitan y quieren. Es decir, cualquier prostituta que no quiera estar ahí puede, cada vez más, salir a través de colectivos como HETAIRA, y tener otro tipo de trabajo y de vida, de forma segura, progresiva, una economía estable. Están ayudando mucho, pero la que quiera estar ahí, creo que tiene todo el derecho a estarlo pero en las condiciones de cualquier trabajador, y manipularlas y decidir nosotros qué tenemos que hacer con ellas, o de qué barrios expulsarlas para que vayan a otros ¿quiénes somos? ¿Estamos por encima?
¿Crees que nuestra política en general lleva un buen camino o vamos al desastre?
No estoy muy contenta, la verdad. Me gustaría estarlo, pero… Claro que, de las opciones políticas que hay ahora, me parece que a nuestro sistema político actual, o le ocurre algo como un hostión impresionante donde hagamos pirueta, pino-puente y vuelta y media, o esta mediocridad en la que nos mantenemos es muy peligrosa, porque es una mediocridad que “está bien… hay un gobierno de izquierdas…”, pero ahí hay tantas cosas camufladas, que o hierven un poco más y explota la olla para ir a un lugar de mucha más salud social, o estamos avocados al desastre. Creo que hay una sordera espiritual grande y yo, mira, vengo de una familia atea, esta cosa con dios… no tiene que ver con nada religioso, pero me parece que, o el ser humano nos ocupamos mucho más de las emociones, de volver a algo más natural, que tenga más que ver con nuestra esencia y con que haya un espacio más espiritual, o si se sigue llevando todo hacia la carencia, el capitalismo, lo que mostramos hacia fuera y seguimos dejando encerrados los sentimientos propios, la comunicación de los seres humanos o permitimos que importe más la pasta que una caricia ¡estamos enfermos! Y como esa enfermedad se mantiene y se defiende desde gobiernos de izquierdas, me pongo muy nerviosa, porque como “podemos estar tranquilos porque gobierna la izquierda”…
¿Crees en la supervivencia de las monarquías o son un anacronismo?
Yendo como vamos no creo que juntemos nunca fuerzas para que la monarquía deje de existir. Ahí están y como, encima, los de este país son como “agradables, buen rollo”, y dicen “por qué no te callas”, ahí se mantienen y se mantendrán toda la vida.
La monarquía es una parte del cuerpo que tiene gangrena, pero ahí se mantendrán. Los nuestros son monos…
Lo que haces, parece que casi siempre tiene algún tipo de mensaje, algún tipo de intención, no solamente en lo que te contratan para hacer, sino cuando participas en temas como los de la Tertulia “Indio Juan” o en la Fiesta del PCE.
Hay cosas que yo elijo, pero a lo que me ofrecen hoy en día, como actriz, tengo que decir sí a todo. Espero que de aquí a poco tiempo pueda hacer una selección, pero todavía soy alguien no muy conocida y necesito dinero, porque no lo tengo. Afortunadamente en cine, lo que me han ofrecido hasta ahora, ha sido bastante impecable (para mí). Pero he hecho en televisión cada cosa… ojalá no tuviera que pasar por ahí para ganarme la vida como actriz. Y a la vez gracias, porque me dan de comer y es un medio en el que se aprende y se curra como una negra, pero si pudiera saltármelo lo haría feliz.
Algo como la Tertulia “Indio Juan” o la Fiesta del PCE es algo que elijo por puro amor al arte, porque son proyectos que me interesan, que quienes lo defienden son gente con la que, además de coincidir en planteamientos artísticos, ideológicamente me parece que es por ahí por donde debemos ir haciendo grupitos para defender otro tipo de cultura.
¿Qué significa para ti la Tertulia “Indio Juan”?
Estoy muy ligada emocionalmente a ella. Para mí, la Tertulia “Indio Juan” es sobre todo Indio Juan, que fue una persona a quien admiré y quise mucho. Para mí es un vínculo directo con la poesía y el arte de escribir. Por ahí enlazo con mi madre que es la persona que estuvo muchos años recibiendo la tertulia y luego Indio Juan delegó en ella para que fuera la coordinadora y directora de ésta. Para mí es un encuentro de gente que ama la poesía, que ama la literatura en general, y lo hace desde un lugar de mucha generosidad y mucha entrega de poder conectar a la gente que quiera ir con el arte de escribir y con lo que eso supone, desde el lugar más cálido, de más disfrute y menos exigencia de ser un buen creador. Es el disfrute de compartir las letras. Pero para mí, sobre todo, la tertulia es Indio Juan, ese ser tan especial que era.
¿Crees que el problema de los niveles de acceso a la cultura es una cuestión globalizada también, o por países y regiones hay diferencias?
Tengo la sensación de que tanto entre países como dentro de España, en unas ciudades no es igual que en otras. Me parece que hay lugares donde el acceso es mucho mayor, más abierto.
No hace tanto que he estado en Berlín actuando en el Deustcher Theater, y la oferta cultural ¡era tan alucinante! En Buenos Aires das una patada a un bote y te salen mil obras de teatro baratísimas.
Aquí, en comparación con esas ciudades me parece que está mucho más restringido el acceso a la cultura, o es más complicado, aunque si lo buscas también lo encuentras. Pienso que esto está muy ligado a la política, que el país o la ciudad haya tenido en el pasado.
