Julio Castro – La República Cultural
Tanto si esboza su puerto lisboeta de Alfama, como si le canta a ese misterio que es la transformación de la uva en vino en su Festa do vino, el luso Rão Kyao pone espíritu de baile al sonido de sus flautas, con ese ya consabido deje orientalista que compone una parte de su fundamento musical.
Pero aunque su repertorio es más amplio que todo eso, toca la fibra de los asistentes al concierto (muchos de ellos seguidores que han venido exprofeso a escucharle en directo), porque se permite el lujo de rendirle homenaje a uno de los más grandes: José Zeca Afonso, uno de los símbolos de la Revolución de los Claveles, que se nos fuera hace ahora un cuarto de siglo, casi olvidado por los suyos, pese a haber servido para convocar con su música a la liberación de la dictadura en Portugal. Y el tema elegido, Venham mais cinco, tiene más que espíritu de revolución, es corazón de cantautor, que recuerdo haber escuchado también en boca y voz de otro tremendo cantautor como Luis Pastor, en versión de enamorado del país vecino, con este tema, al que Kyao le saca un gran partido con esos sonidos o aires del sur africano que el músico anuncia antes de comenzar.
Não me obriguem a vir para a rua / Gritar / Que é já tempo d’ embalar a trouxa / E zarpar.
Y así, tras su recorrido por los vientos de esos tubos de madera que son más que flautas, nos deja un rato con su percusionista, que da la introducción para el cierre de un concierto, que oscila entre lo más intimista y unos aires diferentes que no cuadran con la edad de quien los interpreta, porque la experiencia que vuelca es la de lo elaborado a partir de sus años de aprendizaje en la ida y vuelta desde oriente a occidente, pero la alegría que transmite es la del niño jugando con su público
Es un buen comienzo para este festival en que las tribus locales, las ibéricas, estarán fundamentalmente presentes en el cartel, y una deferencia ceder el puesto de inicio al sonido del país vecino, con un pié anclado al borde del atlántico y otro en nuestro oriente.
Y como contraste recibimos a Rubén Blades, que está de gira internacional con su música, en la que el panameño realiza un recorrido por sus temas. Hay que decir que, si unos días antes ha sufrido el cambio de tiempo en Madrid, hoy hemos aterrizado en Pirineos Sur con un día poco apacible, que a la noche se convierte en gélida. Es una suerte que el ritmo latino salga para calentar una noche que no apañaba ni el café ni el ron, pero que clásicos como Ligia Elena mueven los cuerpos más hacia el borde del escenario, es decir, más cerca del embalse, donde no se puede avanzar más que para conseguir completar el efecto de la música.
Como es habitual, antes del bis final, rematará faena con Pedro Navaja que devuelve al público al frío fin de concierto, y como dice mi compañero Javi Álvarez en la crónica que elabora del concierto de Blades en Madrid, respecto a este tema, “siempre tiene que tocarlo en todos sus conciertos” y “sin duda refleja el deseo de las personas de escuchar a los buenos narradores contando historias, por tristes y trágicas que resulten”. No hay para más, porque, además de la hora tardía, el frío se ha vuelto intenso.
Pero en Pirineos Sur ya sabemos que el frío es pasajero y pronto tendremos sol y buen tiempo para recorrer las tres semanas de músicas más próximas y más lejanas que se avecinan y que con este doble concierto se han estrenado.
Me cuentan que Blades ha quedado encantado con la música de Kyao, y que no ha parado hasta verle en el camerino y, al encontrarle parece que han hablado de disco, de trabajo conjunto… y es que, además de lo internacionalista de sus trabajos, y dando la razón a nuestro habitual presentador del festival, hoy se han cruzado en escena lo espiritual y lo carnal: veamos cómo se plasma eso en lo musical.