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Mad Men, l´homme qui aimait les femmes - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

La ficción televisiva va camino de desbancar a la ficción del celuloide desde mediados de esta década. Nuevas ficciones que se toman su tiempo en madurar personajes y tramas, sin prisas y sin precipitaciones que resulten artificiosas. Historias y guiones que muestran una asombrosa capacidad de renovación y nuevas búsquedas no solo narrativas, también formales y estéticas. Hablo, caro está, de las series producidas por cadenas (Networks) de televisión (HBO, Fox, CBS, AMC, CBS, TNT francesa, BBC londinense, o Canal+ en nuestro país…). Televisiones que apuestan por la calidad en contraposición a la mediocridad extensiva en el cine. The Wire comenzó en 2002, Perdidos en 2004, o la que nos ocupa estos días de verano, Mad Men en julio de 2007, con lo que lleva ya cuatro exitosas temporadas repletas de premios y admiradores, caminando hacia la quinta, a estrenar en 2012. Disponibles en tu videoclub para alquiler o adquirirla de compra para tu colección, la extraordinaria serie salida de la cadena AMC y la productora Lionsgate, quienes han apostado por el guionista de Los Soprano, Matthew Weiner, permitiéndole algo muy difícil de conseguir para un autor, que controle todos los aspectos de la mega-movie, es un superlativo trabajo de ficción que nos ata con gusto a la pequeña pantalla, reconciliándonos con ella y calmando el enfado que cada semana nos produce su hermana mayor, el cine multisalas del centro comercial.

Mad Men, l´homme qui aimait les femmes

Una revisión de las cuatro temporadas en Pack DVD

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Cartel de la primera temporada

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Jon Hamm como el irresistible Don Draper

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DATOS RELACIONADOS

Título original: Mad Men
Creador: Matthew Weiner
Dirección: varios
Intérpretes: Jon Hamm, Elisabeth Moss, Vincent Kartheiser, January Jones, Christina Hendricks, Bryan Batt, Michael Gladis, Aaron Staton, Rich Sommer, John Slattery, Mark Moses
País: Estados Unidos
Temporadas: 4
Episodios: 52
Duración: 47’ aprox.
Producción: AMC

Blanca Vázquez - La República Cultural

La ficción televisiva va camino de desbancar a la ficción del celuloide desde mediados de esta década. Nuevas ficciones que se toman su tiempo en madurar personajes y tramas, sin prisas y sin precipitaciones que resulten artificiosas. Historias y guiones que muestran una asombrosa capacidad de renovación y nuevas búsquedas no solo narrativas, también formales y estéticas. Hablo, caro está, de las series producidas por cadenas (Networks) de televisión (HBO, Fox, CBS, AMC, CBS, TNT francesa, BBC londinense, o Canal+ en nuestro país…). Televisiones que apuestan por la calidad en contraposición a la mediocridad extensiva en el cine. The Wire comenzó en 2002, Perdidos en 2004, o la que nos ocupa estos días de verano, Mad Men en julio de 2007, con lo que lleva ya cuatro exitosas temporadas repletas de premios y admiradores, caminando hacia la quinta, a estrenar en 2012.

Disponibles en tu videoclub para alquiler o adquirirla de compra para tu colección, la extraordinaria serie salida de la cadena AMC y la productora Lionsgate, quienes han apostado por el guionista de Los Soprano, Matthew Weiner, permitiéndole algo muy difícil de conseguir para un autor, que controle todos los aspectos de la mega-movie, es un superlativo trabajo de ficción que nos ata con gusto a la pequeña pantalla, reconciliándonos con ella y calmando el enfado que cada semana nos produce su hermana mayor, el cine multisalas del centro comercial.

Mad Men o el estilo Draper como se podría subtitular, (comentario que yo he titulado con el film de Truffaut de 1977) es uno de los productos audiovisuales más interesantes de estos años de miseria creativa. Junto a The Wire, Fringe, Boardwalk Empire, Breaking Bad, o la española Crematorio conforman un grupo de elegantes e inteligentes propuestas seriales que rasgan la idea de una mala televisión, entendiendo que son cadenas, desgraciadamente, de pago.
Weiner es un genio, y como tal arriesgó como lo hacen sus personajes publicistas, o mejor dicho, su personaje en mayúsculas, un atractivo, misterioso, ingenioso y mujeriego publicista llamado Don Draper (Jon Hamm), un alma que intenta buscarse a través de las mujeres con las que se acuesta, que son todas. Pero Weiner debió de preguntarse que no sólo de personajes y sus interrelaciones sexuales vive una serie, especialmente si quiere alargarse varias entregas. Por ello el escenario, el tratamiento de la época, unos diálogos donde relamerse de gusto, el estudio sociológico y psicológico de una generación que realizó profundos cambios en una sociedad que venía de un atroz McCarthismo son fundamentales para hacer un repaso histórico y tratar de saber nuestras asimilaciones, de mirarnos al espejo del pasado. Y Mad Men tiene un interés profundo, no ya porque hable de sexo, amor, soledad, adulterio, relaciones insatisfactorias, embarazos no deseados, etc, como lo contaría un melodrama o culebrón cualquiera. Va más allá, habla de las ambiciones laborales, las relaciones entre socios y colegas en el trabajo, entre jefes y empleados, entre hombres y mujeres. Desvela el descubrimiento de un arma poderosa de desarrollo económico, como es la publicidad, y de su esfera creativa. Habla de los acontecimientos que pasaron por los años que trata, la década de 1960: Kennedy, la muerte de Marilyn, los resquicios de la guerra fría, la paranoia con los soviéticos, la lucha por los derechos civiles de la población negra, Luther King, Casius Clay, Vietnam, el movimiento hippy, los Beatles, el estilo Jacky Kennedy, el auge de las tabacaleras, y el nacimiento de las campañas antitabaco…temas que conforman la muralla china de Mad Men.

Por supuesto que no falta algo esencial, un misterio que envuelva al personaje principal, Draper, procedente de su pasado y que tiene que ver con su identidad. Misterio que se irá desvelando a cuentagotas, y se resolverá más o menos en la tercera entrega.

Sorprendente es comprobar como la cultura de masas era de calidad. La mediocridad no estaba instalada en la vida cotidiana, al menos no en la clase media. La economía estaba en auge, y la gente quería mejorar en todos los sentidos. Cheever, Salinger, Fitzgeral, son los escritores que sirvieron de inspiración a Weiner.

Es curioso como un buen proyecto puede enganchar sin necesidad de histerias de pura acción, sangre, ni violencia. Con una ambigüedad asimilada en una estructura precisa, estilizada y correcta siguiendo una uniformidad tonal en todas las temporadas, y creando un mundo de apariencias impolutas detrás del que se esconden mentiras y manipulaciones muy sutiles. Fascinante!

Repleta de detalles, Mad Men es una gloria cinéfila, en la que se hace presente el sudor, las caras de resaca, los ceniceros llenos de colillas, los brindis y el alcohol, el tabaco hasta en la consulta del médico o el cine, o el viejo glamour de las estrellas de cine, algo con lo que parece soñar Betty Draper, la esposa de Don.
Como afirma el propio Weiner, toda la serie está centrada en la separación que existe entre las esperanzas que uno tiene y lo que a uno realmente le sucede a diario y como esta separación puede resultar destructiva.

Una opción para este verano en la que tragarse las cuatro temporadas, a 13 episodios más unos cuantos estupendos extras, es todo un banquete donde no falta el elemento sorpresa en cada temporada. Viajamos en el tiempo y nos introducimos en ese retrato de una época, un país, una profesión y un comportamiento social.

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