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No nos espere, ya le llamaremos - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Por seguir un poco con aquella campaña que se generó en Valencia con la invasión papal hace unos años, a lo mejor habría que seguir descendiendo a la realidad terrestre a los endiosados, que no son conscientes de la que está cayendo desde hace milenios, mientras ellos descansan el culo en trono de oro. Y es que a mí nadie me ha preguntado si quería que tomaran mi ciudad y mis recursos públicos para regalárselos a semejante individuo, ni a quienes invaden nuestro país en estos días para montar una bacanal ciudadana (y lo digo porque estoy convencido de que presidirá el vino, como en las fiestas a Baco), mientras cada día las cosas van de mal en peor en España y en el mundo. Cuando la gente anda rascándose los bolsillos para comer y pagar la hipoteca de una casa que ya le ha robado el banco, resulta que no nos cuesta nada soltar 50.000.000 de eurillos para que este señor, que parece que proclama la pobreza, pueda aterrizar en una ciudad cerrada a l@s ciudadan@s decentes, mientras pasea vitoreado por una caterva de gente exaltada, cuyo mayor fin en la vida es contar a otra gente todo lo que, según sus principios dudosamente éticos, ha hecho mal en estos últimos días, quedando posteriormente libre de ir al servicio a evacuar el resto.

No nos espere, ya le llamaremos

Acosan Madrid los reyes de los faldones

Con faldas y a lo loco
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Con faldas y a lo loco

Famosa escena de Marilyn Monroe del film de Billy Wilder

La mujer de rojo
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La mujer de rojo

La secuencia de Kelly LeBrock en el film Gene Wilder

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Julio Castro – La República Cultural

Por seguir un poco con aquella campaña que se generó en Valencia con la invasión papal hace unos años, a lo mejor habría que seguir descendiendo a la realidad terrestre a los endiosados, que no son conscientes de la que está cayendo desde hace milenios, mientras ellos descansan el culo en trono de oro. Y es que a mí nadie me ha preguntado si quería que tomaran mi ciudad y mis recursos públicos para regalárselos a semejante individuo, ni a quienes invaden nuestro país en estos días para montar una bacanal ciudadana (y lo digo porque estoy convencido de que presidirá el vino, como en las fiestas a Baco), mientras cada día las cosas van de mal en peor en España y en el mundo.

Cuando la gente anda rascándose los bolsillos para comer y pagar la hipoteca de una casa que ya le ha robado el banco, resulta que no nos cuesta nada soltar 50.000.000 de eurillos para que este señor, que parece que proclama la pobreza, pueda aterrizar en una ciudad cerrada a l@s ciudadan@s decentes, mientras pasea vitoreado por una caterva de gente exaltada, cuyo mayor fin en la vida es contar a otra gente todo lo que, según sus principios dudosamente éticos, ha hecho mal en estos últimos días, quedando posteriormente libre de ir al servicio a evacuar el resto.

Y si lo veo de esta manera ¿qué respeto me van a “exigir” a mí? Pues resulta que nuestra legislación lo exige. Pero a mí me trasciende el pie. Y es que veo mucha gente quemada, descontenta, traicionada por los políticos igual que con ese dios y sus representantes en la tierra, en quienes creían hasta ahora, pero dios no les retuvo la bolsa a unos, por lo cual metieron en el saco a los otros. En el saco de la miseria, porque a saco entraron en nuestras cuentas bancarias por la vía del despido.

Y es que sigo viendo a mucha gente hasta el borde de que les expulsen de sus plazas y calles para regalárselas a indignos, a quienes exigen que se predique algo para poder ejercer ellos lo contrario. Nuestro ejercicio de la democracia se fundamenta en su ausencia de la más mínima decencia en la aplicación de las libertades. Nuestro respeto para con otras ideas se deriva de su carencia total de observancia con el modo de ver la vida de l@s demás. Su exigencia de la libertad en la aplicación del sistema económico da traslado a la carencia de libertades en nuestro entorno. Su despido libre resulta en la ausencia de medios para subsistir en nuestro caso. Su ejercicio religioso condena nuestras opciones de pensamiento… Y añádase lo que se quiera, porque la lista es tan infinita como el universo.

Así que, cuando el de los faldones blancos aparezca por Madrid, habrá que decirle aquello que tanta gente sufre en las entrevistas de trabajo: no nos llame, ya le llamaremos. O, en este caso, no me espere ya le llamaré…

Y puestos a las vestimentas blancas, de verdad, prefiero a la Monroe en aquel film de Billy Wilder Some Like It Hot (más conocido aquí como Con faldas y a lo loco), e incluso a aquella imitación que hacía Kelly LeBrock en La mujer de rojo (The Woman in Red), dirigida por Gene Wilder años después. Sólo confío en que este otro elemento no decida ponerse al día imitando a cualquiera de las dos divas, pensando en captar adictos, perdón, adeptos. Sería un gran trauma.

Mejor que se quede en casita… bueno, si se puede llamar casita lo suyo. Y por si queda alguna duda, que nadie venga con el totus tuus aquel, porque esto no es suyo mientras quedemos gente dispuesta a usar la cabeza. A ver: más trabajar y menos despilfarros multimillonarios, que con lo que cuesta este podrían vivir durante un año más de 7.000 familias españolas ¿dónde está la humildad?

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