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ISSN 2174 - 4092

La religión como espejismo de lo inmutable - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

En el trasfondo de los acontecimientos que están teniendo lugar con motivo de la visita del Papa Benedicto XVI a Madrid, de la celebración de la JMJ y de las manifestaciones contrarias a la financiación pública de gran parte de estos fastos (cuestión en la que por su obviedad no voy a entrar en este momento) se encuentra el asunto de la religión y la vigencia social de fenómenos religiosos de este tipo. El hecho de que las instituciones faciliten concentraciones como ésta debería hacernos reflexionar sobre el rédito que se espera obtener de las mismas. En situaciones difíciles, de conflicto social, como la que en estos momentos estamos experimentando (con una crisis económica mundial que es tan sólo un síntoma de la ya inevitable quiebra del sistema capitalista megaliberal), la religión puede ser utilizada de forma clave como expresión de un límite, convirtiéndose así en un valor seguro para la división.

La religión como espejismo de lo inmutable

La religión como espejismo de lo inmutable
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La religión como espejismo de lo inmutable

De mis impuestos al papa cero. Estado laico ¡ya! Cabecera de la manifestación contra los dispendios papales en Madrid.
Foto: Julio Castro.

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La religión como espejismo de lo inmutable

De mis impuestos al papa cero. Estado laico ¡ya! Cabecera de la manifestación contra los dispendios papales en Madrid.
Foto: Julio Castro.

Inma Luna – La República Cultural

En el trasfondo de los acontecimientos que están teniendo lugar con motivo de la visita del Papa Benedicto XVI a Madrid, de la celebración de la JMJ y de las manifestaciones contrarias a la financiación pública de gran parte de estos fastos (cuestión en la que por su obviedad no voy a entrar en este momento) se encuentra el asunto de la religión y la vigencia social de fenómenos religiosos de este tipo.

El hecho de que las instituciones faciliten concentraciones como ésta debería hacernos reflexionar sobre el rédito que se espera obtener de las mismas. En situaciones difíciles, de conflicto social, como la que en estos momentos estamos experimentando (con una crisis económica mundial que es tan sólo un síntoma de la ya inevitable quiebra del sistema capitalista megaliberal), la religión puede ser utilizada de forma clave como expresión de un límite, convirtiéndose así en un valor seguro para la división.

Los gritos de peregrinos y peregrinas lanzando vivas a Cristo Rey “contra” los manifestantes de la marcha laica que se celebraba el miércoles en Madrid no son inocentes, bien al contrario se trata de la consigna que define un posicionamiento religioso en el marco de lo político social, o viceversa, un lema franquista que se ha empleado desde la Guerra Civil española para situarse frente al anarcosindicalismo como política de lo ateo.

El otro valor clave en boca de la juventud católica que está en Madrid es el de “Benedicto”. Jalear el nombre del Papa les proporciona el respaldo necesario para “la defensa”. No se escuchaban en sus consignas argumentos que respondieran a fundamentos religiosos. El sólo pronunciamiento del nombre de su líder espiritual parecía suficiente para convocarlos y proporcionarles sensación de unidad, sensación reforzada por la situación que ellos mismos propiciaron al ocupar el espacio que había sido autorizado para la expresión de ideas contrarias a las suyas.

Las consecuencias bloquean el camino, los conflictos religiosos siempre han sido un buen recurso para justificar cualquier confrontación. Revitaliza la pertenencia a un grupo que, además, tiene que enfrentarse a otro grupo hostil en la defensa de un valor concreto, el valor Papal. Tampoco la terminología magnificadora utilizada para la convocatoria de esta cita, “Jornada Mundial de la Juventud”, carece de interés manipulador.

Del mismo modo que el profesor de estudios medievales Aziz Al-Azmeh asegura que “existen tantos islams como situaciones distintas que los mantienen”, se puede considerar que el catolicismo ha sido utilizado por la jerarquía eclesiástica para mantener la opresión y una vez más lo está siendo para profundizar en la brecha social a través de una figura simbólica de la unión de esta comunidad cristiana que fue instaurada en sus inicios como “siervo de los siervos de Dios”, y que actualmente es la representación de un poder fáctico y económico con siniestras sombras en su currículum.

A la religión se le dota de una cualidad reificadora y esencial como si fuera la única cosa inmutable. De este modo sirve a los intereses de las elites políticas y religiosas y pretende detener los cambios sociales no deseados. Puede ser utilizada como arma arrojadiza, asimilándola desde occidente a la causa terrorista, como viene ocurriendo con el islam, o convertirse, como en este caso, en elemento perturbador y divisor, una vez más, además de reforzarse en ideas regresivas tendentes a la restricción de determinados derechos civiles conquistados.

Es relativamente sencillo hacer concluir a los creyentes que su religión es la única cosa que ha permanecido inmutable a pesar de toda la confusión reinante en las distintas épocas, por ello todas las religiones proclaman poseer un núcleo inmutable pero incluso el núcleo de ese significado cambia bajo nuevas circunstancias y es utilizado para movilizar a las masas cautivas como freno a cualquier conato de revolución. Los medios de comunicación y los poderes políticos dominantes están interesados en mantener esta globalización religiosa de modo que los valores conservadores perpetúen la injusticia bajo la bendición divina como bastión incontestable.

Si, como Baumann, entendemos la religión como un sextante (instrumento que usan los marineros para calcular su posición en relación con el firmamento cambiante) hemos de mirar con atención hacia dónde queremos dirigirnos y hacia dónde pretenden que vayamos. En época de cambios sociales ningún movimiento es casual, ninguna ideología es inmutable.

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