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Claudia Massot: “lo que me interesaría en cada obra es que haya alguna reacción, que la gente se formule alguna pregunta” - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Muchas veces no tengo la intención, pero termina habiendo algo político. Por ejemplo, Oíd, mortales fue muy, muy intenso, en el montaje, confirmar recuerdos, preguntar a mi madre y mi hermana cosas que no recuerdo, así que removí mucho, trabajé mucho y el montaje fue emocionalmente duro. Después de eso quería hacer algo liviano y divertido, y el sexo siempre es un tema que me interesa, así que elegí ir por esa vía de los tabúes. Y Tabú, está montado en clave de comedia, más bien livianito, pero es verdad que aún así hay algunos temas, alguna escena en particular, que creo que es, no sé si más profunda, pero en el fondo no es graciosa. Así que, si bien se trata de manera liviana, hay temas que son los que son, y quizá tocan más al espectador, le hacen preguntarse cosas. Esto es lo que más me interesaría lograr en cada obra, que haya alguna reacción, que la gente salga con ganas de preguntar más, que se formule alguna pregunta. Viniendo desde fuera, veo que las consecuencias del franquismo son obvias para mí, quizá aquí no, pero fueron muchos años, así que creo que son necesarios muchos más para sanar, pero sin encararlo no se sana nada realmente.

Claudia Massot: “lo que me interesaría en cada obra es que haya alguna reacción, que la gente se formule alguna pregunta

Entrevista a la actriz argentina antes de su partida de Madrid

Claudia Massot
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Claudia Massot

La actriz, cantante, directora y dramaturga, durante su obra "…hasta luego".
Foto: Julio Castro.

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Claudia Massot

La actriz, cantante, directora y dramaturga, durante su obra "…hasta luego".
Foto: Julio Castro.

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Julio Castro – La República Cultural

Por supuesto que es el interés por el trabajo que veo en alguien, lo que me lleva a la necesidad de tratar de hacer una entrevista. Lo que ocurre es que en muchas ocasiones coinciden otros factores, otras causas, cosas que uno detecta en la gente, que suponen una curiosidad adicional, máxime cuando parece que hay otras cercanías. La mayoría de las veces en que me ocurre esto, acierto, algunas no.

Claudia está mucho más allá de su trabajo escénico, porque pese a su profesionalidad es alguien que encuentra la necesidad de canalizar pensamientos, ideas, sentimientos, a través de distintas formas y, seguramente, la principal es la escénica y el teatro en particular. Antes de irse de Madrid, como tiene que deshacerse de buena parte de sus pertenencias para poderse trasladar, me regala un libro, no es un libro cualquiera, se refiere a las investigaciones independientes llevadas a cabo sobre desapariciones, torturas y crímenes de la última dictadura en Argentina. Me confiesa que no pudo leerlo completo, yo creo que me será muy difícil. Y eso que no me pasa lo que a Claudia, porque no he tenido esa situación cercana, ni tengo familiares desaparecidos, como es su caso.

Hablamos, habla, de su trabajo, de su vida, apátrida con patria recuperada, familia dispersa por el mundo y creatividad concentrada en una sola mujer, que no puede evitar que su vida se cuele por los rincones, ni que su lucha emerja, incluso, entre el humor. Hay una relajación y una paz en su manera de hablar, que contrastan con lo que cuenta, como también recuerdo haberla visto en su forma de hacer en escena, cuando dramatiza, cuando canta,… cuando está. Pero no hay resignación, sólo calma y sensatez.

Intuyo que ella es como una pequeña revolución en marcha que se desplaza de un lugar a otro, y que ha estado 13 años en nuestro país dedicada, entre otras cosas, al teatro. Ahora regresará aquí intermitentemente, pero como es de tantos lugares, no se queda ni se va del todo. Me confiesa que se siente un poco “extranjera en todas partes”. Y le pregunto si eso es como el término “desexilio” que inventó Mario Benedetti, “sí, pero estoy cómoda, la ventaja es que me siento fácilmente bien en cualquier lugar, aunque no tengo arraigos particulares en ningún sitio, que no sean de amistades y todo eso. Me adapto fácilmente”, me responde.

Tras la entrevista muchas otras cosas, hablamos de su vida, algunas de las cosas horribles que la dictadura dejó en su familia y en tantas otras personas, me cuenta cosas en las que por pudor no indago, lo que ella ha podido investigar, y después me enseña fotos y… esa es otra historia, pero es una parte de lo que hace que Claudia Massot sea quien es, su identidad. Y un hilo de conexión inesperado.

 

¿Has hecho algo en el campo de la danza?

Sí, lo primero que estudié dentro del campo artístico (aparte de algo de danza de pequeña), fue canto lírico en Canadá, a los 16 años. Con 19 años me fui a Montreal (mi familia vive en el oeste), porque era más interesante como ciudad a nivel artístico y allí canté en un coro de gospel y empecé a hacer danza flamenca (irónicamente, acá nunca hice). Llevaba un año y pico en Montreal encantada de la vida, cuando me surgió la oportunidad de ir a Buenos Aires (nunca había vuelto desde los 5 años, y ya tenía 20), así que me fui a Argentina. Como me encantó me quedé y estudié tango y seguí con clases de elongación y entrenamiento físico. Al llegar acá retomé el canto en la Escuela de Música Creativa, donde hice jazz, y al año comencé con el teatro, con Alberto García que en ese momento estaba en la Triángulo.

Mi primer espectáculo lo hice en 2003 (Y dios me hizo mujer), y la experiencia con El Curro DT fue muy buena, porque como estábamos en una sala muy buena, como era la Triángulo, desde el primer año estábamos mucho en escenario con trabajos muy prácticos. En segundo año hice Potestad, con Alfonso Pindado, y se programó en uno de los festivales de la sala, lo que había sido el trabajo mío y de un compañero de primer año. Con El Curro DT hice el año siguiente Por una manzana…, a partir del segundo año de carrera. Y cuento esto, porque el acercamiento de Alberto al montaje siempre fue muy práctico y aprendimos muy temprano a través de la improvisación a montar escenas y hacer improvisaciones colectivas. Quizá eso me dio ya herramientas para cuando llegó el momento de hacer un montaje mío, porque ya tenía algo de experiencia.

Mi primer trabajo fue el que el propio DT me propuso, para la semana del Orgullo Gay, y así fue como empecé a montar mis propias obras.

¿También has llevado tus trabajos a Argentina? ¿Has podido contrastar la diferencia entre la situación del teatro en Argentina y en España?

Sí, el año pasado fui con Oíd, mortales. Era lo primero que llevaba allí. No sé si hay más cantidad en Argentina, puede ser. Quizá hay más variedad, por ejemplo vi a gente de más edad haciendo un teatro que acá se suele asociar más a gente joven. Quizá están más acostumbrados a buscarse la vida y tal vez por eso haya más actividad y movimiento a ese nivel: por necesidad. Así que hay más creatividad. En realidad vi de todo, cosas que me gustaron, cosas que no tanto, más o menos creativas… acá también he visto de todo. Con mi obra Oíd, mortales, quizá por ir sola y no ser conocida allá, y por el tema que trato, que se refiere a cosas que me ocurrieron a mí y acerca de la dictadura argentina, sucedió que no fue muy bien en cuanto a cantidad de público. Tal vez porque si no es dentro de algún ciclo relacionado con este tema, es más difícil. Pero aquí en España me ocurrió más o menos lo mismo.

Con Tabú me fue mucho más fácil, y Ex también fue muy bien de público. Como trabajo de forma muy independiente, sin contar con una productora que me facilite la distribución, creo que eso también se nota. Y siendo un monólogo, tal vez sea más difícil, porque si son varios quienes intervienen en la obra, al ser más gente, parece que se tira más de una red. De todas formas, para la gente que fue, sí resultó impactante, algo más allá que acá, ya que en Argentina es historia reciente.

Cuando sales con tu familia de Argentina ¿fue por precisamente el tema de la dictadura?

Sí, mis padres estuvieron en la cárcel unos dos años y medio. De la cárcel salían directamente al avión, escoltados. A la familia nos hicieron los pasaportes y nos llevaron por otro lado. Y así fue como llegamos a Francia.

En cierto modo vuelves ahora a un sitio que no es tu casa… aún así, ¿queda alguna añoranza?

Es cierto, sólo viví hasta los cinco años, y de grande ya, ni siquiera dos años más. Lo que pasa es que, por un lado, como tengo varios sitios detrás de mí, porque fuimos a Francia y luego a Canadá, a estas alturas… ¿cuál es mi casa? Para mí es el lugar donde esté en el momento, y también cuando voy a Canadá, vuelvo a casa, porque tengo a mi familia allí. Pero cuando voy a Argentina también, aunque más que sentirlo como mi casa o no, es el tema de ser extranjera en todas partes.

Te preguntaría si influye en tu trabajo, pero esto es obvio.

¡¡Sí, seguramente!!

¿Y en tu grado de compromiso influye también, o eso ha venido después?

Obviamente, mis padres son de esta generación de intelectuales políticos, y seguramente tenga relación. Quizá yo elijo otro tipo de acercamiento, y se nota en mis trabajos, por más que no quiera, porque muchas veces no tengo la intención, pero termina habiendo algo político. Por ejemplo, Oíd, mortales fue muy, muy intenso, en el montaje, confirmar recuerdos, preguntar a mi madre y mi hermana cosas que no recuerdo, así que removí mucho, trabajé mucho y el montaje fue emocionalmente duro. Después de eso quería hacer algo liviano y divertido, y el sexo siempre es un tema que me interesa, así que elegí ir por esa vía de los tabúes. Y Tabú, está montado en clave de comedia, más bien livianito, pero es verdad que aún así hay algunos temas, alguna escena en particular, que creo que es, no sé si más profunda, pero en el fondo no es graciosa. Pienso particularmente en el monólogo que hizo Mari Jose, la actriz con la que trabajé, acerca de una prostituta española que se especializó en tener clientes con alguna minusvalía física o psíquica. Así que, si bien se trata de manera liviana, hay temas que son los que son, y quizá tocan más al espectador, le hacen preguntarse cosas. Esto es lo que más me interesaría lograr en cada obra, que haya alguna reacción, que la gente salga con ganas de preguntar más, que se formule alguna pregunta.

En esa despedida momentánea que has estado haciendo en la sala DT estos días haces un guiño al movimiento 15M ¿Crees que estamos ante algo que cambiará cosas también en la cultura?

Estuve en una asamblea del barrio de La Latina, y de entrada me fascinó, sobre todo, porque la primera semana que fue el primer impacto con al gente en la Puerta del Sol, la organización que vi, me pareció increíble, para bien. Admirable. Además me parece fantástico que haya acción, porque creo que, vaya hacia donde vaya, es lo que nos permite sentirnos con más poder en lo personal, para salir del sentimiento de impotencia. Además, que suceda en España, y más concretamente en Madrid, me encanta, porque siento que hay un tema todavía, con la Guerra Civil, el del franquismo, que sigue siendo muy tabú, y que en lo legal y en lo político, sigue siendo una patata caliente y nadie quiere hacer nada al respecto. Y cuando hablo de hacer algo, me refiero obviamente a las fosas, que siguen sin abrirse, a la falta de reconocimiento que hay hacia esos crímenes que se cometieron. Incluso, que no haya una fecha de conmemoración en el calendario, me sorprende y me parece muy serio. Porque creo que no se pueden sanar heridas si no se encaran, y habiendo vivido una dictadura, entiendo perfectamente las consecuencias que tienen. Salvando las diferencias de la última dictadura argentina y la de Franco en España, hay secuelas para todos. Así que me parece muy ingenuo cuando alguna gente me dice que está en el pasado, que es mejor dejarlo ahí, creo que es inocente, porque siempre digo que, si uno tiene un trauma personal, por más que no quiera verlo, ese trauma trae consecuencias y malestar en el presente, y creo que como país es igual, no creo en decir “es el pasado y ya está”, cuando queda gente por reparar, memoria por recuperar y muertos por reconocer. Si se expone de manera práctica y fría, es así. No entiendo que la gente se crea que hay que olvidarlo.

Viniendo desde fuera, veo que las consecuencias del franquismo son obvias para mí, quizá aquí no, pero fueron muchos años, así que creo que son necesarios muchos más para sanar, pero sin encararlo no se sana nada realmente.

Así que, el movimiento 15M, por el hecho de que la gente hable, me parece un paso enorme, y me parece que quizá sea una de las maneras de poder cambiar ese pacto de silencio de la transición que, si bien en su momento pudiera ser lo mejor, hoy en día hay que contemplar algo distinto y honrar a los muertos. Que se reconozca.

Crees que cuando la gente se revoluciona ¿se revoluciona también la cultura, o es un camino en un solo sentido y solamente es la cultura la que puede movilizar a los ciudadanos?

En cuanto a los creadores…, a mí me inspiró muchísimo, y sin ninguna duda, porque creo que todos nos inspiramos en la vida diaria, en lo que pasa, lo que vemos. Ahora, si la gente va a ir más a ver cultura, no lo sé. Y para mí es un tema importante, porque aquí cuesta mucho a veces que la gente crea en la cultura, en “su cultura”, en lo que se hace acá en España. Hay mucho comentario sobre el cine español, que no es bueno y así, pero me parece que en general es un prejuicio, y si se compara, nadie dice eso del cine de Estados Unidos, pero si comparamos en porcentaje con lo que se produce allí y no tiene calidad, es mucho mayor que lo que se produce aquí con buena calidad. Que quizá vivamos en una onda de entretenimiento, más que ver cultura, es probable. Y que la gente quiera pasar un buen rato, antes que ir a ver algo que le haga plantearse cosas… pero no sé si eso se va a cambiar con algo como el 15M. Quizá no tenga que cambiar, sino que la gente de aquí sea de esa manera, y eso también es respetable.

Tengo amigas francesas que heredaron una cultura más de ir a ver exposiciones, ver un teatro más arriesgado, buscar un poco más otras cosas distintas del mainstream, o más comercial. En Madrid, que es lo que más conozco, no es tanto eso.

¿Preparas ahora algún trabajo?

No, aunque siempre tengo ideas que están apuntadas, pero ahora me voy un par de meses a Canadá a estar con la familia, y luego a Buenos Aires. Desde Canadá prepararé un poco la llegada a Buenos Aires, y puede que ahí empiece a trabajar una nueva idea… o no.

¿Cuando te mueves de un lugar a otro es por proyectos concretos, es por necesidad de buscarte la vida, o es la pura necesidad de cambiar de aires?

No me voy por una cuestión de trabajo, sino más bien porque llevo ya un tiempo en Madrid y creo que ya se cerró un ciclo. Cuando ya se vivió en varios lugares, creo que es difícil decir “me quedo acá para siempre”. Al menos, para mí lo es, porque hay tanto por vivir y por ver, y aunque Buenos Aires no es un lugar nuevo para mí, tampoco es un lugar conocido, y siento que puedo ir y, además de aprender, seguir estudiando, aportar esa parte mía, que ahora será la de aquí, y me daré cuenta al salir de acá, hasta qué punto soy madrileña.

¿Tienes previsto algún momento para el regreso?

Lo que hago, es realmente una mudanza. Y me gustaría regresar una vez al año, con algo programado acá. Y es muy probable que con DT siga existiendo esta manera de coproducir que tenemos, así que seguiría encantada de poder venirme un mes aproximadamente, aunque sea más costoso por el pasaje. Pero tengo a mucha gente acá, llevo dos semanas de despedidas y es duro, pero muy lindo, porque son las relaciones que se crearon a través de los años, y es donde se hace patente la gente que está y que queda aquí, pero que forma parte de mi camino.

Te preguntaría qué le hace falta al teatro español, pero igual mejor cuando regreses

Sí, es difícil, pero cuando haces teatro porque trabajas en él, no puedes ver tanto. Aprovecho cuando estoy en DT, o cuando presento un espectáculo me quedo al siguiente y trato de ver lo máximo posible, pero tampoco veo tanto como para decirte algo. Pero puede ser que tras el paso por Argentina pueda decir algo, o venir y aportar algo más de allá acá, o innovar…

DATOS RELACIONADOS

Claudia Massot, actriz, cantante, directora y dramaturga, nació en el norte de Argentina en los años setenta, durante la última dictadura cívico-militar.

A los cinco años se fue a vivir a Francia con su familia. Creció en las afueras de Paris y en la adolescencia, se mudaron todos para Canadá. Allí fue donde empezó a estudiar canto lírico.

Se mudo, ya sola para Montreal cuando tenia 19 años. En aquella ciudad, canto en un coro gospel y estudio flamenco (danza).

Decidió volver a la ciudad de Buenos Aires, donde estudio tango (danza) y para luego viajar a Madrid. Fue allí donde hizo su carrera en danza teatro y formando parte de la compañía El Curro DT.

El año 2004, estreno su primer espectáculo, Y Dios me hizo Mujer, luego vino EX, estrenado en 2008, Oíd Mortales y Tabú en 2009, y su último trabajo de esta andadura madrileña, titulado …hasta luego, en el 2011.

Para más información:
Claudia Massot blog

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