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Power, el espectáculo de la política - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Power (1986), es uno de esos trabajos de la filmografía de Sidney Lumet que ha sido mal querido, a pesar de que cumple, con creces, con las intenciones habituales de su responsable, denunciar la hipocresía de la sociedad y las instituciones, por no hablar, en este caso concreto, en el campo de la política. Los años ochenta fueron una etapa especialmente brillante para Lumet. Veredicto final vino después de El príncipe de la ciudad. A las que siguió la interesante Daniel en 1983, sobre el daño que puede causar una ambigüa acusación de espionaje. Ya en la etapa final de la década, Negocios de familia y Distrito 34: Corrupción total serán el mejor menú de Lumet, dedicando los años noventa y parte del nuevo siglo a la televisión. Dos buenos trabajos le reconcilian con el cine: Declaradme culpable (2006) y Antes que el diablo sepa que has muerto (2007), siendo esta última la que cierre nuestro ciclo.

Power, el espectáculo de la política

Agosto en la Esquina del Videoclub 2011: Ciclo Lumet

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Cartel del film de Lumet

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Denzel Washington ganó el Premio de la Imagen como actor de reparto por este film

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DATOS RELACIONADOS

Título original: Power, 1986
Dirección: Sidney Lumet
Guión: David Himmelstein
Intérpretes: Richard Gere, Julie Christie, Gene Hackman, Kate Capshaw, Denzel Washington, E.G. Marshall, Beatrice Straight, Fritz Weaver, J.T. Walsh, Michael Learned
Fotografía: Andrzej Bartkowiak
Música: Cy Coleman
Duración: 111’
País: Estados Unidos
Productora: 20th Century Fox / Lorimar Productions

Blanca Vázquez - La República Cultural

Power (1986), es uno de esos trabajos de la filmografía de Sidney Lumet que ha sido mal querido, a pesar de que cumple, con creces, con las intenciones habituales de su responsable, denunciar la hipocresía de la sociedad y las instituciones, por no hablar, en este caso concreto, en el campo de la política.

Los años ochenta fueron una etapa especialmente brillante para Lumet. Veredicto final vino después de El príncipe de la ciudad. A las que siguió la interesante Daniel en 1983, sobre el daño que puede causar una ambigüa acusación de espionaje. Ya en la etapa final de la década, Negocios de familia y Distrito 34: Corrupción total serán el mejor menú de Lumet, dedicando los años noventa y parte del nuevo siglo a la televisión. Dos buenos trabajos le reconcilian con el cine: Declaradme culpable (2006) y Antes que el diablo sepa que has muerto (2007), siendo esta última la que cierre nuestro ciclo.

Cuenta Power con actores de interés que llevan a cabo una buena labor. Richard Gere da el do de pecho, y consigue justificar, por una vez, lo que pone “de profesión” en su pasaporte. Está acompañado por un buen elenco: Julie Christie, Gene Hackman, o Denzel Washington, en un papel de sicario que le viene estupendo para romper esa imagen tan conservadora que lleva encima.

Lumet realiza un análisis de las campañas políticas, y quienes son sus responsables, auténticos publicistas de la venta. Empresarios que enseñan a vender una imagen, y a los que las ideas políticas se la traen floja. Pete St. John/Gere es uno de ellos. Un yupi con un alto tren de vida y su propio avión que prepara a los candidatos para ganar, ya sean bestezuelas del tercer mundo, ya demócratas de la poderosa Norteamérica. Uno de sus senadores, convertido en amigo con el tiempo, dimite inesperadamente y pide a Pete que lleve la campaña de su sustituto, un misterioso personaje y nuevo en el mundo de la política, detrás del que hay múltiples intereses y grupos de presión.

Ambicioso como pocos, leal al dinero y amante de la música jazz, (de hecho la famosa canción Sing Sing Sing, de Benny Goodman, está siempre presente en el film y supone una especie de terapia para el personaje) Pete siempre dice a sus clientes “Los planes políticos no son importante, lo que importa es ganar”, empieza, en esta ocasión, a oler a podrido, especialmente cuando el relaciones públicas sin escrúpulos (Washington)del nuevo candidato parece que le tiene bajo vigilancia.

Acepta el reto de llevar la campaña del nuevo candidato, pero al mismo tiempo investiga el entorno de esta candidatura, detrás de la que (visión de futuro) se encuentro el petróleo. Lo hace junto a su ex esposa Ellen (Christie) una periodista igual de ambiciosa que él y su ex socio Wilfrid (Hackman), ahora un borrachín incapaz de llevar a buen término una buena campaña.

Pero lo que destaca de esta producción es la manera como el guionista desgrana la importancia de la imagen del candidato (predigerido y preenlatado) y la manipulación de hay detrás de cada decisión, por mínima e insignificante que ésta sea, así como la influencia de los medios. Lumet, como de habitual, es realista en cuanto al affaire poder-dinero, la corrupción, las mentiras y las decepciones que invaden la política. La pega es que ese realismo se rompa al final, con un The End que satisface a los productores más que al realizador, y que convierten el film en un producto más de idealismo "fantástico".

La secuencia: Cuando el informático ayudante de Pete (en silla de ruedas, un clásico) busca a través de redes información sobre Arnold Billing (Washington). Sorprende el terminal que, enfocado por la cámara, parece estar a su vez espiando los movimientos del informático, como un Terminator preparado para eliminar a los molestos enemigos.

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