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La educación cultural siempre se deja al final porque tarda en dar resultados: pues si va a tardar ¡empieza antes! - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Estuve trabajando como profesora de música en un colegio público y, gracias a eso, dejé mi plaza, porque era una auténtica locura. La única mejora que ha habido es que haya una clase de música en la enseñanza obligatoria y se acabará quitando porque cada vez va a menos. Los profesores de música trabajan en unas condiciones que son como para dejarlo. Yo tenía que dar música a todo el colegio (unos 400 alumnos) desde los tres hasta los catorce años si contamos a los repetidores. Una media de 45’ a la semana por clase, en grupos de 25, de manera que no te da tiempo a conocer a los niños, así que ¿qué música vas a dar? Dando por supuesto que los niños están muy educaditos y cuando llegan a tu clase de música puedes hacer cosas con ellos, 45’ a la semana… Para eso que no pongan nada, porque sólo sirve para que la música sea, una vez más, la “maría” y la fiesta, que es a lo que está relegada, a preparar todos los actos y festejos recreativos del colegio. Esa es la música que hay. Los otros profesores vienen y te dicen “hay que montar lo de…” Y yo creí que había aprobado una oposición de profesora de música, no de animadora sociocultural, y si quieren crear esa figura que la creen de otra forma. Pero hay que cambiar a partir de ahí.

La educación cultural siempre se deja al final porque tarda en dar resultados: pues si va a tardar ¡empieza antes!

Una visión del panorama musical con dos inérpretes de música antigua: Izana Soria y Violeta García

Tocando en la calle
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Tocando en la calle

Violeta García e Izana Soria durante una actuación callejera.
Foto: Julio Castro.

Izana Soria
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Izana Soria

La violinista durante una actuación callejera.
Foto: Julio Castro.

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Julio Castro – La República Cultural

Quedan atrás los tiempos en que hacer compartimentos de cada cosa servía para describir fielmente las cosas, a la vez que para aislar a quienes las hacían. Hoy día, decir música es lo suficientemente complejo como para tener que recibir mucha información directa o descriptiva, a fin de saber de qué estamos hablando y quiénes se dedican a ello. No es distinto en otros campos como escena dramática, danza y cualquier tipo de artes visuales. A cambio de esta dificultad, el enriquecimiento personal ha crecido de manera no mensurable, y quienes reciben el resultado de estas artes consiguen ponerse en contacto mucho más estrecho con quienes las crean.

Parece que la música más clásica, la más convencionalmente entendida como clásica, debiera quedar aparte de esta evolución, pero no es así. Y no es así, porque sus intérpretes no se conforman con aprender, ensayar, recibir directrices e interpretar: tienen también esa necesidad de romper las barreras para evolucionar en un sector en el que aparentemente no se permiten mínimos cambios.

He podido comprobar que, actitudes de este estilo (que deben abundar), van aparejadas con un grado de compromiso de quienes las defienden. Es lógico, hablamos de gente que ha abierto los ojos ante lo “establecido”, para comprender que hay otras opciones y que quieren tener la posibilidad de acceder a ellas.

Hace unos años coincidí casualmente con una persona a la que ahora reencuentro involucrada en el 15M. Por aquel entonces, Violeta regresaba de un viaje a Palestina, con la Plataforma de Mujeres Artistas por la Paz, tras ofrecer un concierto contra ese muro que encierra a todo un pueblo como un gueto dentro de un rincón en su propia tierra, así que tampoco me sorprendió tanto su participación ahora, como su actitud de trabajo continuado y de empeño expositivo para conseguir cambiar las cosas. A la vez, su compañera de avatares musicales, Izana, ha tenido un recorrido convergente y demuestra con su manera de hacer (y de pensar), que hay que hacer que todo avance aunque cueste que en este país nos demos cuenta del valor de la cultura y de las consecuencias de los recortes en esta materia. Ha tratado de enseñar música en la educación reglada, y ha aprendido que el engaño de los sucesivos gobiernos han dado con un modelo en el que las artes parecen tener importancia, aunque se las ha convertido en una especie de “ignominia por decreto”.

Tenemos un serio problema al respecto de los valores personales en la cultura: se van de nuestro país. No huyen de su lugar de vida y nacimiento, es que no pueden vivir ni desarrollarse, y aunque traten de regresar, el resultado es el mismo: aquí apenas hay nada para nadie, tenga la calidad que tenga.

Con todo este bonito puzzle, encontraremos a ambas, solas o con otros músicos, interpretando música antigua en las calles de Madrid cuando vienen, y si no, estarán trabajando y estudiando en mejores lugares para sus conocimientos, como pueden ser Londres o Bruselas. Pese a lo que opinen algunos grandes de la música clásica, a ellas les gusta tocar en las calles de Madrid, pero tampoco nuestro país les ofrece grandes alternativas. Valor añadido el que sean de las pocas mujeres que ofrecen música callejera en nuestra ciudad (sigo sin comprender el motivo). Una lástima para nuestra cultura la falta de alternativas y la falta de comprensión en cuanto a los cambios posibles y necesarios,… una tragedia a medio plazo, porque nos quedamos sin valores básicos y sin modelos de referencia. Para el sistema social establecido, en cambio, será un alivio, porque queda la gente resignada del redil, más otros cuatro que pueden permitirse permanecer para exigir que cambien las cosas. Mientras tanto, hay algunos que discuten acerca del valor o no de la cultura en la enseñanza.

¿Tenemos tan mal@s profesionales en la música española que no llegan ni a una sala de actuaciones? ¿o es que tocáis en la calle porque os gusta?

Violeta: lo de llenar una sala depende de muchas cosas pero… En primer lugar, nos gusta tocar en la calle. Tiene muchas cosas que una en sala no puedes tener. El contacto con el público es mucho más directo y puedes ver directamente sus reacciones.

Izana: y se paran lo que se tiene que parar, porque en una sala, muchas veces, no sabes cuánta gente va porque quiere, o es una encerrona y no sabe muy bien por qué ha llegado allí. Y lo de llenarlas, a veces es cuestión de que no hay buenos intérpretes, pero a veces también es cuestión de que no hay buen público.

Violeta: claro, no forma parte de la vida diaria de casi nadie, al contrario que en otros países europeos.

Izana: sí, en España no hay una educación de base por afición a la música clásica. Y lo que ocurre es que luego, la gente no se siente identificada con ello. Alguien que empieza a tocar un instrumento con 30, 40, ó 70 años, va a querer ir a una sala a escuchar a una persona que hace lo mismo de forma profesional, y le va a crear ciertos intereses que, tal vez, si no hubiera empezado no tendría, y se iría al cine o a dar un paseo. Así que, falta mucho de eso.

¿Creéis que esto pasa sólo con la música clásica?

Violeta: pues no lo sé, pero la verdad es que en clásica es muy grande la diferencia, con Inglaterra, por ejemplo (que es lo que más conocemos), hay muchísima distancia. Para la gente la idea de música clásica está muy alejada de lo que puede ser la vivencia de la música, como encontrártela en la calle. Simplemente escuchar música paseando y que, en un momento dado, aparezca una pieza de música clásica, pero despojado de todo el protocolo y demás, sin querer, lo sienten como cercano. Pero resulta que no existe la tendencia o el gusto por las salas de concierto para música clásica, porque se concibe como algo “intelectual” o para determinado público…

Izana: pero creo que tal vez en el teatro puede pasar algo igual en España.

Violeta: es posible, pero como la música es otro código, otro lenguaje, si no hay algo de formación como en otros países, que desde la formación obligatoria está más presente y se enseñan instrumentos.

Izana: también hay muchísimos más coros, no sé, el acercamiento viene por muchas vías. Y en el teatro, a lo mejor habría que diferenciar un teatro muy comercial, que probablemente se llene, de otro menos comercial que se quedará igual que las salas de conciertos de música clásica. Es cierto que desde la clásica debería hacerse un esfuerzo, no sólo por acercarse al público, sino por hacer del espectáculo algo más orgánico, más natural. Y no esto de que está el público sentado y callado, entran los músicos, se aplaude, no hagas ni medio ruido,… y si a alguien le sale de dentro aplaudir, le atacan los demás como inculto que no sabe cuándo hay que aplaudir.

Al menos, en música antigua se trata de desterrar, para que ese encorsetamiento de lo que es un concierto sea algo del pasado, y habría que dar más pasos en ese sentido, como hacer muchos más espectáculos unidos a la danza, con teatro, con recitadores… Menos serio.

Violeta: el hecho es que, aunque en otras disciplinas sea cuestión de lenguaje, de código, cualquier espectador tomado al azar, es probable que viva el teatro, el cine o la danza como algo suyo, como una vivencia propia que le haga experimentar emociones, más fácilmente que en un concierto de música clásica, donde parece que hay una barrera. Quizá sea el enlace, que no se trata de palabras, y en el teatro se usa un código más cotidiano.

Izana: sí, pero también es cuestión de nuestra educación. De la educación no sé si en toda Europa, o aquí en España, o desde la tradición romántica,… no sé dónde empieza el problema, pero lo cierto es que no se nos enseña a comunicar. Se nos enseña a todo menos a eso y se nos exige todo menos eso. Así que, luego tienes infinitos problemas cuando llegas al terreno profesional. Hemos intentado paliar esos fallos del sistema educativo desde nuestras individualidades, haciendo audiciones en casa, saliendo a tocar a la calle, precisamente para experimentar lo que hacemos realmente. Por eso, cuando hablamos acerca de si la música está dentro de las artes escénicas, precisamente lo reivindicamos, porque ha estado mucho tiempo fuera del escenario. Tanto, que el escenario nos es ajeno completamente, y eso llega a la gente. Esa es la diferencia entre crear o no afición: llegar a un espectáculo y que exista ese vínculo también es responsabilidad nuestra, porque si no lo vivimos así a la gente no le llega en la mayoría de los casos. A veces eso se suple con virtuosismo o con otras cosas, pero creo que hay que devolver a la música a los escenarios.

Es curioso que apenas se ve a mujeres tocando por la calle ¿por qué creéis que ocurre esto?

Izana: sí, la verdad es que nunca habíamos pensado sobre esta diferencia. Intentando hacer memoria no se me ocurren muchas. El otro día se nos acercó una violinista rumana cuando estábamos tocando y poca gente más.

Violeta: Hay músicos de calle que son de otros países, sobre todo del Este, que vienen a tocar y para ellos es como una jornada laboral. Pero la mayoría son hombres, y eso tal vez sea por cuestiones culturales. En Europa, en cuanto a lo que conocemos del mundo musical no es un condicionamiento.

Izana: Para nosotras no es algo extraño. Yo no me lo planteo al salir a tocar a la calle, y ese prejuicio no lo he tenido. Nosotras no vivimos de tocar en la calle, pero quizá la gente que sí vive de ello, tal vez sea una forma de vida más cercana en la que haya alguna influencia de ese tipo que condicione. Pero lo que conozco, la mayoría son ucranianos que venían durante un tiempo. Y también había mujeres, pero o estaban dando clases o había otros motivos, pero la calle no la pisaban. Aunque es otra cultura y no creo que sea representativo.

Violeta: en Londres sí que se ve, pero en otros géneros musicales. Sobre todo chicas jóvenes con pop, rock…e incluso haciendo sus propias canciones.

Izana: quizá es que se está incorporando ahora y antes ni se lo planteaban, por peligrosidad, porque estuviera mal visto… pero la verdad es que no lo sé.

¿En qué os habéis especializado dentro de vuestra carrera?

Violeta: yo en orquesta, Izana en música antigua. En realidad la formación de base es muy similar. La especialización musical, al menos aquí en España, es un concepto casi vacío. En otros sitios tiene más sentido, pero aquí…

Violeta: si haces un instrumento clásico, como el violín, te dan la herramienta, porque es lo más polivalente. Te dan el tratamiento de la partitura, tú aprendes a solventar las técnicas, y si haces, por ejemplo violín jazz, ahí sí que puedes especializarte, pero prácticamente no existe.

El panorama musical español está mal ¿y fuera de nuestro país?

Izana: Yo creo que también está mal, pero no tanto.

Violeta: El simple hecho de que haya más orquestas, y durante tu crecimiento y tu formación la música está más presente.

Izana: hay más orquestas, más público, más grupos en general, son muchos años dedicados a gestionarlo. Hay más dinero, aunque la verdad es que se cobra menos por concierto, pero a cambio se dan más conciertos. Cosa que es maravillosa, porque la verdad es que dar dos conciertos por 1.000€ está muy bien, pero das el primero y lo pasas mal, das el segundo y piensas “ahora parece que ya…”, y ya no hay tercero. Así que creo que es mucho mejor para cualquier músico dar cuatro conciertos que dos aunque te paguen la mitad. Parece que aquí hay como una especie de “burguesía de músicos” muy rara que, al fin y al cabo, por muy artista que te creas, no dejas de ser un trabajador. Y como trabajador tienes que hacer tu trabajo, que requiere una preparación y te pagan por ella y por mostrarlo, pero no sólo por la preparación. Y en otros sitios pasa eso: incluso grupos de primer orden, dicen “nos pagan 100€ por concierto”. Claro, pero es que dan ocho y suenan bien. Porque por mucho que te prepares, donde se curte uno es en los conciertos, y si no tienes esa posibilidad te quedas con las ganas.

Y enlazando con la pregunta del principio, sí hay músicos españoles buenos, lo que pasa es que no están en España. ¿Por qué? Porque durante generaciones nos venimos marchando fuera a seguir estudiando al acabar (o incluso haciendo el Superior fuera porque hayan tenido un buen consejo a tiempo: vete). No creo que haya una carrera universitaria con más gente que se vaya al extranjero que en música (igual me equivoco). Eso tiene una parte buena y otra mala. La buena es que la gente se forma muy bien, hay variedad y demás. La mala es que, probablemente, les guste más lo que ven fuera que lo que hay aquí. Así que a ver quién quiere venirse de nuevo con todo lo aprendido en otro lugar y sin oportunidades aquí.

Violeta: en general, la gente que se queda es porque no le apetece salir, al menos en los casos que yo conozco.

Izana: sí, pero en muchos casos, la gente tampoco ve la opción de volver, porque no se fomenta. Igual meto la pata, pero me parece que el deporte se fomenta muchísimo más que la música. Y lo mismo que los olímpicos se dejan la piel, hay muchos músicos que también se la dejan desde que tienen cinco o seis años y no tienen oportunidades iguales. Y van a tener que seguir toda la vida sin poder retirarse. Te podría dar muchos ejemplos de cómo no se fomenta la formación de músicos. Y eso unido a que en muchos casos se da el enchufismo para trabajar…

Violeta: Pero volviendo a lo de trabajar en la calle, por cómo nos forman en el Superior (toda una experiencia), cuando estábamos estudiando aquí, tocar en la calle nos habría dado algo, porque es como vivir en una constante situación de competitividad, de demostrar de qué eres capaz, tal técnica, velocidad,… Ahora es “el gustazo”, voy a la calle, a comunicar, a estar con la gente.

Izana: creo que se piensa que tocar en la calle es “sucio” (en parte lo es), pero tienes otro componente que en el Conservatorio está reservado para unos cuantos. Para tocar en una sala del Conservatorio (¡ya me dirás qué es eso!) tienes que hacer una solicitud, pasar por un proceso de selección, y eso cuando no eligen a dedo quiénes van a ser los cuatro de siempre. En fin, que es muy difícil llegar a tocar en una gran sala, por lo tanto, lo de tocar en la calle es que “se te va a ensuciar la técnica, va a ser un guarreo…”, y está muy mal visto. Hay gente que lo hace, pero son muy pocos. Sin embargo, eso te da mucha “altura”.

¿Tenemos un problema de educación cultural o es puramente mala gestión pública y privada?

Izana: creo que lo peor es la educación cultural, tanto de los gestores como de la población.

Violeta: sí, yo veo diferencias con otros sitios y eso no es un problema de los músicos.

Izana: creo que la educación cultural siempre se deja lo último porque es algo que tarda en dar resultados: pues si va a tardar, empieza antes. Pero no se quieren dar cuenta de esto. Para mí está muy mal y es lo más importante. Yo estuve trabajando como profesora de música en un colegio público y, gracias a eso, dejé mi plaza, porque era una auténtica locura. La única mejora que ha habido es que haya una clase de música en la enseñanza obligatoria y se acabará quitando porque cada vez va a menos. Los profesores de música trabajan en unas condiciones que son como para dejarlo. Yo tenía que dar música a todo el colegio (unos 400 alumnos) desde los tres hasta los catorce años si contamos a los repetidores. Una media de 45’ a la semana por clase, en grupos de 25, de manera que no te da tiempo a conocer a los niños, así que ¿qué música vas a dar? Dando por supuesto que los niños están muy educaditos y cuando llegan a tu clase de música puedes hacer cosas con ellos, 45’ a la semana… Para eso que no pongan nada, porque sólo sirve para que la música sea, una vez más, la “maría” y la fiesta, que es a lo que está relegada, a preparar todos los actos y festejos recreativos del colegio. Esa es la música que hay. Los otros profesores vienen y te dicen “hay que montar lo de…” Y yo creí que había aprobado una oposición de profesora de música, no de animadora sociocultural, y si quieren crear esa figura que la creen de otra forma. Pero hay que cambiar a partir de ahí.

En general ¿creéis que la cultura es accesible a l@s ciudadan@s?

Violeta: no tengo claro en qué medida influye la educación del espectador o sus prioridades y tendencias a la hora de de acceder.

Izana: oferta hay, otra cosa es que a ti te surja la idea. Por ejemplo puedes ir al Teatro Real a ver cosas por un precio bastante ajustado, pero hay gente que no se acerca, porque la gente se gasta unas barbaridades en ir al fútbol o en ir de cañas. Pero lo que falta, de nuevo, es un impulso desde la educación más básica, y la gente que tiene ya una edad y que ha abandonado el sistema educativo, acercarlo de otra forma, mediante una publicidad a partir de la cual no sacas un beneficio económico (el Teatro Real no saca beneficio de unas entradas a 10€), pero sí un beneficio social. Y si tienen que hacer una campaña para que todo el mundo se entere de que esas entradas están ahí, pues que se entere. O bien para hacer llegar toda la oferta de los centros culturales (que la hay, aunque, buffff… de aquella manera), o para mantener a la gente más activa.

Violeta: no siempre son deficientes los contenidos, pero si no se aprovecha lo que hay… es necesario mejorar lo que hay e implementar lo que no hay. En Inglaterra, por ejemplo, hay un montón de campañas publicitarias y también buenas ideas: cómo acercar la música a la gente, planteárselas como actividades de su vida cotidiana. Por ejemplo hay muchísmos conciertos, como por ejemplo conciertos de familia, y unos que se hacen a la hora de comer, en algunos puedes comer ahí mismo, y conciertos en muchas iglesias donde es normal que se hagan (son de otras confesiones y están habituados a hacer muchas actividades), o en pequeñas salas… En cambio a lo mejor no hay tantos centros culturales como aquí, pero se hace por otras redes, porque es también oferta pública, aunque hay de todo, también hay mucha implicación privada.

Izana: También hay otras formas por las vías privadas. Por ejemplo, una asociación de música clásica de un pueblo, con esas cuotas pueden hacer un concierto en el que ellos no pagan entrada, pero ya han pagado para que esa gente pueda venir (estudiantes con un buen curriculum que no sale muy caro llevarlos), y luego, el resto de la gente puede pagar entre cinco y diez euros para ir a ver eso, pero ya está pagada la mayor parte del coste. Hay pueblos diminutos que cada semana tienen un concierto, y también fomentan mucho la cultura popular de cada sitio. Se cuida más

Violeta: quizá es que tienen más un sentido de comunidad, es decir, iniciativa privada, pero como comunidad. La programación de los conciertos suele tener un tema que enganche (y no hablo de cosas comerciales, sino que se puede tocar todo tipo de repertorio, pero que sean atractivos). Y esto sirve para todo tipo de músicas, pero para nosotras es más llamativo respecto de la música clásica.

Izana: y son muy abiertos a recibir todo tipo de músicas en los auditorios, así que, cada vez hacen más salas en las que se puede cambiar la acústica para adaptarla a los distintos grupos. A mí me sorprendió mucho que los auditorios tengan las salas y, anexo, una zona de promoción educación… que puede ser una escuela de música (suele ser pública), o salas para talleres, sobre todo para bebés de cero a tres años. Es decir, hay una actividad constante, porque si tienen el sitio, lo usan, y además atendiendo a todos los aspectos importantes para que el sitio tenga público. Es como si creas un organismo y le pones las pilas para que funcione, pero si se agotan… si tienes un enchufe funcionará. Ellos generan la propia actividad en lo cotidiano.

Violeta: además no se vive tanto esa separación entre los artistas y el resto de la gente. La London Simphony tiene un departamento de educación brutal, y son los propios músicos de la orquesta (una de las mejores del mundo, sin duda), los que se implican en actividades educativas. Dan talleres a chavales de barrios marginales y otras muchas cosas.

¿Se nota la crisis dentro del sector o es algo permanente?

Violeta: efectivamente, creo que está permanentemente en crisis. Pero sí se nota, en el sentido de plazas en orquestas, convocatoria de pruebas, no te pagan bolos cuando los haces, muchos abusos.

Izana: estamos en una situación de desprotección brutal, y ahora ya ni te cuento. La mayoría trabajamos de forma completamente irregular habitualmente, porque no se ponen de acuerdo: si somos autónomos no podemos pagarlo, porque no tenemos asegurado el poder pagar esos más de 200€ mensuales de la Seguridad Social. Así que hay un montón de cosas mal hechas, y si no te pillan no pasa nada, y si te pillan tendrás que pagar una multa, pero los músicos normalmente trabajan cuatro días de ensayo para dar dos conciertos. Si tienes la suerte de que te den de alta por alguno de los días que trabajas, serán los de los conciertos, pero los otros cuatro que has estado yendo a ensayos seguro que no. Llevo trabajando desde que tenía unos 17 años y creo que tengo cinco meses cotizados. Si a cada bolo le sumas cuatro días, ya sería más. Por supuesto que en las escuelas de música, olvídate de cobrar en verano, de cotizar la realidad de lo que trabajas, y siempre es así (igual hay un 1% que no es igual). Y ahora resulta que es el peor momento para quejarse, porque antes las cosas iban bien para algunos, y era cuando estaba más justificado que se escuchasen las quejas: “si ganas una pasta con esta escuela, ten un poco de decencia y no me contrates como monitor, porque soy licenciada”. Y en ese momento es cuando había que exigir, pero como los músicos son así, que no nos ponemos de acuerdo nunca, ahora que es cuando pero van las cosas, no nos van a hacer caso.

¿Qué salidas le veis a la música actualmente? ¿Hay algún modelo en otro país que pueda servirnos de referente?

Izana: Bueno, supongo que hay países que están más evolucionados en esto, pero no lo conozco bien.

Violeta: sí pero parece que luego todos tienen sus fallos. Pero supongo que se podrá llegar a una situación en la que nuestra profesión no sea una cosa “excéntrica”, porque en otros países es una cuestión más profesional y se considera necesario para la formación de la persona (estoy pensando en Alemania). La educación siempre es mejorable, porque hay modelos que están mejor. No conozco el mundo laboral de muchos países.

Izana: Yo creo que en lo laboral, o hay una unión de los profesionales de la música, o no va a cambiar nunca. Porque el trabajo que tú no coges por 8€ la hora, lo coge otro, y es algo a lo que nos tendríamos que negar. Pero claro, ¿quién está en condiciones de hacer eso? Pocos. Peo si es por algún motivo, para hacer presión o algo así, sí que lo puedes pensar. Hay mucha división entre la gente y muchas cuestiones internas que no salen a la luz, así que lo veo muy difícil. En cuanto a la promoción, la educación y el fomento de la música, o bien de repente hay alguna figura pública que quiera fomentarlo, o poco se puede hacer sin una unidad de gente.

¿Hay buenos músicos en España o ya no quedan aquí?

Izana: Sí que hay. La mayoría intentan conseguir una plaza en algún conservatorio, y eso está bien, porque si son buenos, que eduquen. Es el caso de mi profesor de violín, Hiro Kurosaki, que además de ser muy bueno como músico, es muy humano y muy accesible. Pero no sabemos por qué, esta persona no da conciertos en Madrid. Pero teniendo una figura como él en el Conservatorio, no es comprensible que el Ayuntamiento, la Comunidad o el propio Conservatorio, no le ofrezcan conciertos.

Violeta: Claro, pero a lo mejor, aunque los hay músicos muy buenos, no tienen visibilidad.

Izana: También sabemos lo que cuesta organizar un ciclo de conciertos financiado por el sector público, que tienes que estarte peleando constantemente. Por ejemplo el Ciclo de Cantatas de Bach del Ayuntamiento de Madrid sale gracias a muchas personas, que se lleva haciendo desde hace cinco o seis años y la mayoría de la gente no conoce. Pero da igual, porque los conciertos se llenan, así que tampoco serviría de nada que lo conociera más gente. Que exista algo así trayendo gente de fuera y con gente de aquí, se den sólo dos conciertos, cuando hay colas de gente y se quedan fuera ¡qué falta de visión o de voluntad, para que no se hagan cinco en vez de dos conciertos! Porque una vez que has pagado los viajes, sale rentable y no es para tanto.

DATOS RELACIONADOS

Algo más sobre nuestras músicas:

Violeta García (Madrid, 1985). Comenzó sus estudios de violín clásico con Roberto Mendoza a los siete años, obteniendo el título por el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid en 2007. Su formación ha sido complementada con la participación en varias orquestas jóvenes, cursos y recibiendo clases magistrales con violinistas como Clarence Myerscough, Nicolas Chumachenco o Eduard Schmieder. Tras licenciarse continúa sus estudios en Guildhall School of Music and Drama (Londres), con Ofer Falk primero y Simon Fisher después, con quien estudia hasta 2011.

Ha participado en varios proyectos multidiciplinares, debido también a su formación teatral como actriz (adquirida con Paolo Mannina, Antonio Rodriguez y Marco Alotto), como violinista-actriz y explorando la relación de la improvisación musical/el músico en escena y el actor (con el departamento de “Drama” en Guildhall School, de la mano de Christian Burgess y David Dolan). Así pues, participó en la compañía teatral del proyecto de la UE por la memoria del Holocausto “Il Treno della Memoria”, en 2007 y 2009; en la orquesta del proyecto “Mujeres Artistas por la Paz en Palestina” en 2006; en el musical “The Last 5 Years” en Barbican Centre (Londres), 2010; etc.

Desde 2003 toca esporádicamente en la orquesta semi-profesional “Seglé XXI”, dirigida por Jordi Mora y desde octubre de 2010 en la orquesta “Verum”, dirigida por Miguel Romea.

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Izana Soria (Madrid). Realizó sus estudios oficiales de musica en el Real Conservatorio Superior Licenciándose en Violín

Posteriormente cursó sus estudios en Violín Barroco. Ha sido miembro de la Orquesta Joven de la Comunidad de Madrid, la Joven Orquesta Nacional de España, y becaria de la Orquesta Escuela de la Orquesta Sinfónica de Madrid (Teatro Real).

También ha ejercido como maestra de música en la enseñanza Primaria dentro de un centro público de la Comunidad de Madrid.

Actualmente colabora con grupos de música antigua como Hippocampus y La Capilla Real. Toca en la calle con amigos y le encanta la música de cámara.

Recientemente se ha trasladado a Bruselas para vivir y seguir estudiando y ejerciendo su carrera musical.

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