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Crear es superarse, iniciar un proyecto es fácil, lo más difícil es llevarlo a buen término. Hoy iniciamos una andadura que, si ha sido compleja de alcanzar y ver plasmada en la realidad, tiene por delante los mayores retos que se puedan esperar, porque poner en marcha una revista cultural es poner en marcha algo vivo, pero otorgarle el marchamo de laRepública.es es buscar un sello que entrelaza la calidad con el compromiso, la pluralidad con la libertad.
Cuando se dio inicio al diario digital que hoy es símbolo de proyecto, pero también de pasado, estaba claro que la cultura era uno de los pilares fundamentales de su contenido: la prueba es bien palpable, cuando ha sido preciso crear un espacio global para alojar todo lo que ello supone. Sin embargo, el proyecto cultural sigue siendo un espacio de libertad y pluralidad, como decíamos y, por tanto, republicano.
Proyecto republicano, amarrado en un espacio de convivencia que limita el crecimiento personal en tanto en cuanto no hay República que dé una opción a sus gentes para crecer. Pero mientras cuajamos el lugar de gestación de esa Tercera, nadie podrá poner fácilmente los límites a nuestra libertad republicana: en este espacio cultural es una gran invitada. Que crezca pues, como los sarmientos en el emparrado, que vaya trenzando uniones y acercando seres libres o ávidos de libertad.
Hoy plantamos el resultado de una pequeña semilla, que refleja un trabajo de varios meses de gestación, procuremos cuidarla y regarla bien para que madure, aportemos todo lo que desde la parte de cada uno sea posible, y conseguiremos que nadie sea nunca capaz de poner cercos al campo, de aspirarnos el aire, de succionarnos el agua que necesitamos para avanzar.
No es fecha casual la de aparición de nuestra revista: junio de 2007. Setenta años atrás, Alejo Carpentier publica en la revista "Repertorio Americano", de San José, Costa Rica el texto, un artículo llamado "Los defensores de la cultura", donde habla de los republicanos españoles, de su afán por la defensa de un sistema que se basa, en definitiva en lo que cualquier civilización se basa: la cultura. Pero sobre todo, Carpentier hace exaltación de los españoles defendiendo las obras de arte. Baste hoy pensar en una Maria Teresa León, o en un Rafael Alberti, pero sería injusto pensar que aquellos o aquellas que fueron máximo exponente de lo acontecido por defender el sistema justo de libertades en España, son las únicas personas que merecen recuerdo.
Por ello, queremos partir de una situación “de facto”: cierto es que del 4 al 18 de julio de 1937 entre Valencia, Madrid, Barcelona y Paris tuvo lugar el Segundo Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura. Pero lo que allí se defendía era de tod@s y para tod@s. Desde nuestro modesto (que no humilde) proyecto queremos abrir las puertas de acceso a todas aquellas personas que lo deseen, sumar desde el campo de la cultura, poner sobre la mesa unas cartas que nadie puede negar, porque negar la cultura es negar la historia de la civilización.
Bien escarmentados estamos en nuestro país y en nuestro mundo de aquellos que tan fácilmente niegan la historia, pero no queremos permitir que nos la arrebaten, comencemos a construirla entre todos y todas, hasta el presente y mirando con la mira bien alta en el futuro.
Esta es vuestra casa, sed bienvenid@s.
