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Estupor y temblores, de Amélie Nothomb - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

En la novela corta Estupor y temblores Amélie Nothomb describe unos meses en la vida de Amélie, una joven belga-japonesa (trasunto de la propia autora) contratada como traductora por la empresa tokiota Yumimoto. El antiguo protocolo imperial nipón establece que uno deberá dirigirse al Emperador con “estupor y temblores”, por lo que Amélie deberá mostrarse sumisa y siempre solícita a las órdenes provenientes de los cuadros, hombres en su mayoría. En la jerarquizada cadena de mando tiene una especial importancia Fubuki Mori, la inmediata superior de Amélie, una mujer de una belleza extrema con la que mantendrá a lo largo de la novela una “relación paradójica”, un vínculo, como reconoce la propia autora, similar al que se establece entre David Bowie y Ryuichi Sakamoto en la película Feliz navidad, Mr. Lawrence.

Estupor y temblores, de Amélie Nothomb

Humillación y acoso laboral en una empresa japonesa

Amélie Nothomb
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Amélie Nothomb

Estupor y temblores
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Estupor y temblores

Portada de la novela de Amélie Nothomb

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DATOS RELACIONADOS

Título: Estupor y temblores
Autor: Amélie Nothomb
Traducción: Sergi Pàmies
Editorial: Quinteto
Primera edición: 2004
Formato: 11 x 18 cm. 143 páginas
ISBN: 9788495971197

Javier Serrano - La República Cultural

En la novela corta Estupor y temblores Amélie Nothomb describe unos meses en la vida de Amélie, una joven belga-japonesa (trasunto de la propia autora) contratada como traductora por la empresa tokiota Yumimoto.

El antiguo protocolo imperial nipón establece que uno deberá dirigirse al Emperador con “estupor y temblores”, por lo que Amélie deberá mostrarse sumisa y siempre solícita a las órdenes provenientes de los cuadros, hombres en su mayoría. En la jerarquizada cadena de mando tiene una especial importancia Fubuki Mori, la inmediata superior de Amélie, una mujer de una belleza extrema con la que mantendrá a lo largo de la novela una “relación paradójica”, un vínculo, como reconoce la propia autora, similar al que se establece entre David Bowie y Ryuichi Sakamoto en la película Feliz navidad, Mr. Lawrence.

Toda la acción transcurre en esa claustrofóbica planta 44 en que trabaja la protagonista. Solo al final de la novela sabremos algo más de su vida. Desde su incorporación todo se convierte en una concatenación de malentendidos, de linchamiento por parte de los mandos, que harán que la protagonista vaya cambiando de tareas dentro de la empresa, en un descenso continuado y kafkiano hacia el infierno laboral. Pese a todo, este proceso de humillación, de acoso y derribo al que someten a la protagonista debido a su doble condición de extranjera blanca y además mujer, está narrado con bastante humor e ironía, jugando con frecuencia a enfrentar los dos universos a que pertenece Amélie, Oriente y Occidente, y su diferente concepción del mundo. La disección que Nothomb hace del entorno laboral y empresarial de Japón, lleno de constricciones y de normas disparatadas, es brutal y no exenta de resentimiento.

La escritora también carga contra la situación de la mujer en el Japón actual, donde cada minuto de su vida está condicionado por rígidas normas sociales; esa diatriba aparece claramente expuesta en la mitad de la novela: a los 25 años la mujer nipona ha de estar casada, su rostro no debe expresar sentimientos, no debe tener ni un solo pelo sobre su cuerpo… Y lo que es peor, “no aspires a disfrutar porque tu placer te destruirá”. En cuanto a los deberes, la mujer nipona ha de ser irreprochable, delgada, hermosa. “Si admiras tu propia belleza reflejada en el espejo, que sea por temor y no por placer: ya que tu belleza no te proporcionará más que el pánico a perderla. Si eres guapa, no serás gran cosa; si no eres guapa, serás menos que nada”. La única escapatoria en ese mundo asfixiante es el suicidio, una salida honorable en Japón, un país con una altísima tasa de suicidio; idea esta que no es ajena a Amélie, pues la posibilidad de una defenestración (en su acepción de arrojarse por una ventana), sobrevuela su cabeza durante todo el texto.

Por lo que respecta a los hombres, ellos todavía conservan el derecho a soñar, a tener esperanza, algo que no les sirve absolutamente para nada, por lo que su situación no es necesariamente mejor que la de la mujer (que al menos puede sortear el infierno de la empresa casándose).

El estilo de escritura de Nothomb es preciso, magro, con unos diálogos cortos pero muy trabajados. En 1992 vio la luz su primera novela, Higiene del asesino, donde describía la muerte de su hermano a manos de un borracho. Nothomb asegura escribir tres novelas por año, de las que solo sale publicada una, lo cual ya es una buena media; ello hace que pese a ser una autora relativamente joven ya tenga una producción literaria prolífica, tanto en novela como en teatro y relato.

Estupor y temblores fue llevada al cine con el mismo título por Alain Corneau en 2003.

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