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The Yellow Sea, un mar de trampas - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

El cine negro goza de un desarrollo y realización excepcionales en una cinematografía en constante crecimiento desde finales del siglo pasado. Me refiero al cine coreano, el cual ha experimentado un notable crecimiento a raíz de que sus autoridades se implicaron seriamente en dar un gran impulso a la industria desde la producción, distribución y exhibición, algo que quisiéramos ver en nuestro propio país. Pero no lo han hecho sólo desde la perspectiva de Blockbusters de masas, también han permitido activar un cine autoral, equilibrando la balanza autóctona en beneficio propio frente a la competencia Estadounidense. Algo increíble, si tenemos en cuenta que pocos son los sitios en los que hay una preferencia por el cine patrio al yanqui, quizás solo comparable con la India. Pero no solo el cine surcoreano triunfa en casa, lo admirable es que triunfa a nivel internacional. Ahí tenemos autores como Kim Ki-duk, Hong Sang-soo, Park Chan-wook o Bong Joon-hopara corroborarlo. Otro nombre que viene a sumarse como especialista en el thriller o noir más interesante es Na Hong-ji, que llamó positivamente la atención con su opera prima, Chaser, en 2008, y ahora vuelve a sorprender ganando el Premio al Mejor Director en Sitges 2011, con The Yellow Sea.

The Yellow Sea, un mar de trampas

The Yellow Sea
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The Yellow Sea

Yun Seok-kim, otro de los protagonistas del film

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The Yellow Sea

Yun Seok-kim, otro de los protagonistas del film

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DATOS RELACIONADOS

Título original: Hwanghae (The Yellow Sea), 2010
Dirección y guión: Na Hong-jin
Intérpretes: Ha Jung-woo, Yun-seok Kim, Jo Seong-ha, Lee Cheol-min, Kwak Byeong-gyu, Lim Ye-won, Tak Seong-eun, Lee El
Fotografía: Lee Sung-je
Música: Jang Young-kyu, Lee Byung-hoon
Duración: 141’
País: Corea del Sur
Productora: Popcorn Films
Premios:
Festival de Sitges 2011: Mejor director
Festival de Cannes 2011: Sección oficial a concurso (sección “Un certain regard”)

Blanca Vázquez - La República Cultural

El cine negro goza de un desarrollo y realización excepcionales en una cinematografía en constante crecimiento desde finales del siglo pasado. Me refiero al cine coreano, el cual ha experimentado un notable crecimiento a raíz de que sus autoridades se implicaron seriamente en dar un gran impulso a la industria desde la producción, distribución y exhibición, algo que quisiéramos ver en nuestro propio país. Pero no lo han hecho sólo desde la perspectiva de Blockbusters de masas, también han permitido activar un cine autoral, equilibrando la balanza autóctona en beneficio propio frente a la competencia Estadounidense. Algo increíble, si tenemos en cuenta que pocos son los sitios en los que hay una preferencia por el cine patrio al yanqui, quizás solo comparable con la India. Pero no solo el cine surcoreano triunfa en casa, lo admirable es que triunfa a nivel internacional. Ahí tenemos autores como Kim Ki-dukHong Sang-soo, Park Chan-wook Bong Joon-hopara corroborarlo. Otro nombre que viene a sumarse como especialista en el thriller o noir más interesante es Na Hong-ji, que llamó positivamente la atención con su opera prima, Chaser, en 2008, y ahora vuelve a sorprender ganando el Premio al Mejor Director en Sitges 2011, con The Yellow Sea.

En vista de la deprimida cartelera de las grandes salas, nada como volver la mirada y el interés a los estrenos en DVD y Blu-Ray, entre los que aparece este joya del más áspero y realista cine negro, cuyo paso por Cannes también le reportó críticas que enorgullecen a su autor y país. Nada más refrescante que comparar la producción masiva de thrillers enlatados norteamericanos de artificioso acabado y actores de gomaespuma (salvo excepciones, como el excelente remake que David Fincher ha realizado de la obra sueca Los hombres que no amaban a las mujeres, de la que nos ocuparemos en otra ocasión), con el realismo sucio de estas producciones asiáticas cuya aspereza tiene mucho que ver con la autenticidad de los submundos reconstruidos con una dinámica estudiada y una dirección de actores y composición de los encuadres que hace enriquecer el relato de manera sorprendente, porque raras veces se ve en el cine convencional.

Ha Jung-woo, actor asiático de ascendente carrera desde 2005 interpreta a un taxista cuya vida personal y económica se hunde en Yanji, una pequeña ciudad fronteriza (China-Rusia-Corea del Norte) china con influencia coreana, donde la ilegalidad, las drogas, las mafias y la pobreza forman un caldo de cultivo apropiado para oscilar continuamente entre la línea que separa la vida y la muerte. Almas perdidas que sobreviven entre refugiados, contrabandistas, la prostitución, y las mafias. Lugares transfronterizos como la ética de los personajes, perros apaleados que pierden familia y dignidad. Gunam, el taxista, con una hija al cuidado de su madre y cuya mujer emigró a Corea del Sur y de la que no sabe nada desde hace seis meses, acepta el encargo de un jefe mafioso para liquidar a un hombre en Corea de Sur, aprovechando la ocasión de buscar a su mujer. No se imagina Gunam que se verá mezclado en un entramado complicado de venganzas mafiosas, violentos ajustes de cuentas, y trampas por doquier con la utilización, como es habitual en este cine, de armas blancas en lugar de armas de fuego.

Les gusta a los asiáticos trocear y cortar. Si bien Na Hong-ji no abusa de los baños de sangre hasta el punto de perder la perspectiva de un ritmo, en el que no faltan las persecuciones, que deje entrever otras cuestiones interesantes en The Yellow Sea: las vicisitudes sociales, los modos policiales, las relaciones mafiosas, el traslado de inmigrantes ilegales, y las costumbres de la población así como los sentimientos y dudas de sus personajes principales, en este caso el desesperado antihéroe protagonista, humano en toda su dimensión. Personajes con aristas y sobras, así como dudas y maldades, secretos y miradas que les ha valido premios en más de un festival. Captamos la admiración del realizador asiático por un cineasta norteamericano de la talla de Quentin Tarantino. Su influencia es obvia, aunque siempre con el toque personal de la promesa coreana, así como automáticamente comparamos el final del film con aquel de Infiltrados de Scorsese, donde todos se matan unos a otros.

Una opción absolutamente recomendable, para descubrir la calidad indiscutible de otras cinematografías.

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