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El divorcio de Fígaro, Horváth revive al personaje de Beaumarchais - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Hay dos barberos en la historia del teatro de Occidente, y si ambos tienen en común el haber dado con éxito el salto a los escenarios de ópera, bien puede decirse que ahí acaba el parecido entre ellos. Uno es un pícaro burlón; el otro, un ser atormentado. Uno es la comedia; el otro, la tragedia. Por eso mismo Fígaro y Woyzeck son hermanos inseparables, ya que representan las dos caras del teatro. Malamente podía imaginar Pierre-Augustin Caron de Beaumarchais, cuando en 1764 viajó a Madrid para vengar su honor familiar en la persona de un funcionario de Carlos III, que el personaje que por entonces empezó a rondarle en la cabeza iba a tener la larga y accidentada vida que el destino le reservaba, y que a su barbero se asociarían en el futuro los nombres de Paisiello, Mozart, Da Ponte, Rossini, Barbieri y hasta el de un austro-húngaro sin patria llamado Ödön von Horváth. Por cierto que el funcionario que había lastimado el honor de su familia dejando plantada a su hermana Lisette, no era otro que el canario José Clavijo y Fajardo, que pocos años más tarde serviría de inspiración a Goethe para su drama Clavijo. Pero esa es otra historia.

El divorcio de Fígaro, Horváth revive al personaje de Beaumarchais

La obra de Ödön Von Horváth adaptada por Alfonso Lara, con la compañía Rojo y Negro

El divorcio de Fígaro
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El divorcio de Fígaro

Foto: cortesía de la Sala Triángulo

El divorcio de Fígaro
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El divorcio de Fígaro

Foto: cortesía de la Sala Triángulo

José Ramón Martín Largo – La República Cultural

Hay dos barberos en la historia del teatro de Occidente, y si ambos tienen en común el haber dado con éxito el salto a los escenarios de ópera, bien puede decirse que ahí acaba el parecido entre ellos. Uno es un pícaro burlón; el otro, un ser atormentado. Uno es la comedia; el otro, la tragedia. Por eso mismo Fígaro y Woyzeck son hermanos inseparables, ya que representan las dos caras del teatro.

Malamente podía imaginar Pierre-Augustin Caron de Beaumarchais, cuando en 1764 viajó a Madrid para vengar su honor familiar en la persona de un funcionario de Carlos III, que el personaje que por entonces empezó a rondarle en la cabeza iba a tener la larga y accidentada vida que el destino le reservaba, y que a su barbero se asociarían en el futuro los nombres de Paisiello, Mozart, Da Ponte, Rossini, Barbieri y hasta el de un austro-húngaro sin patria llamado Ödön von Horváth. Por cierto que el funcionario que había lastimado el honor de su familia dejando plantada a su hermana Lisette, no era otro que el canario José Clavijo y Fajardo, que pocos años más tarde serviría de inspiración a Goethe para su drama Clavijo. Pero esa es otra historia.

Ya el propio Beaumarchais, en vista de la resonancia alcanzada por su personaje tras el estreno de El barbero de Sevilla o La precaución inútil, concibió dos secuelas en las que el barbero pudiera dar expansión a sus apetitos a la vez que defender a su esposa de las lascivas exigencias del Conde, secuelas de las que una, Las bodas de Fígaro, constituyó también un rotundo éxito, a diferencia de lo que sucedería con la segunda, El otro Tartufo o La madre culpable, que pasó, y sigue pasando hoy, sin pena ni gloria. Es en la primera de esas secuelas, que no por casualidad tiene el subtítulo de Una jornada loca, en la que se basó Horváth, más de ciento setenta años después, para componer El divorcio de Fígaro, que en su estreno español todavía puede verse el próximo fin de semana en la Sala Triángulo de Madrid, en una adaptación de Alfonso Lara e interpretada por la compañía Rojo y Negro.

Horváth es de la estirpe de aquellos que vieron cómo la caída del imperio austro-húngaro los convertía de golpe en apátridas. Una condición ésta que ya le era familiar por nacimiento, en su calidad de húngaro venido al mundo en Fiume (hoy Rijeka, en Croacia), que además por parte de madre tenía ascendencia checa y alemana, y que pasó sus primeros años sucesivamente en Budapest, Múnich, Bratislava y Viena. Para estos ex habitantes del imperio que tenían parentela en las cuatro esquinas del mismo, y que se desenvolvían en él como ciudadanos del mundo, el final de la Gran Guerra supuso ante todo la aparición de conceptos hasta entonces desconocidos como los de nación, frontera, pasaporte, visado, etc., conceptos a los que debieron someterse a la fuerza, que en el fondo siempre les resultaron extraños y aún más: hostiles, pues se les presentaban en forma de obstáculos puestos a su libertad de movimiento, y que, como debieron comprender con el tiempo, no les dejaban más patria que la lengua en la que se expresaban, que en el caso de Horváth, como en el de Schnitzler, Zweig o Canetti, era la alemana. Así, nuestro autor pudo decir: “Patria no tengo. Pero en todo caso el concepto patria, falseado en sentido nacionalista, me resulta extraño. Mi patria es el pueblo”.

En 1931, cuando Horváth estrena Historias de los bosques de Viena, bajo la dirección de Max Reinhard, ya es un autor consagrado cuyas obras se disputan ventajosamente con las de Brecht las simpatías del público, un público, aquél de la República de Weimar, que ignoraba lo que se encontraría a la vuelta de la esquina y que vivía sobresaltado por la economía, aquejada de una inflación galopante y sumida en las consecuencias del crack financiero de unos años atrás. Terreno abonado este para que un austríaco, ex cabo del ejército, hiciera llegar su barata demagogia a los seis millones de trabajadores sin empleo y a las empobrecidas clases medias que no tardarían mucho en elevarle al poder. A este cabo y a los hombres pardos que le veneraban dedicó Horváth sus inquietudes de esos años, de lo que sería fruto su novela Juventud sin Dios, con la que denunció la ausencia en el ideario del nacional-socialismo de todo valor ético más allá del que correspondía a la ensalzada y odiosa comunidad nacional. Por esos años Horváth se ve obligado a buscar refugio en Viena, y luego, tras la Anexión, en Budapest y finalmente en París. Aquí el exiliado se entrevistó con el editor de su obra en Francia y con el director de cine Robert Siodmak, que llevaba unos años afincado en París y estaba interesado en adquirir los derechos de Juventud sin Dios. Y poco más. Un día de tormenta la rama hueca desprendida de un plátano de los Campos Elíseos golpeó a Horváth en la cabeza, causándole heridas por las que murió unos días después.

En medio de todo eso, en 1933, Horváth había empezado a redactar El divorcio de Fígaro, que se estrenaría en Praga cuatro años más tarde. La obra fue concebida por el autor como una continuación de Las bodas de Beaumarchais, y se inicia cuando los protagonistas, cuya existencia ha sido perturbada por una revolución, cruzan la frontera. Las dos parejas atraviesan la oscuridad de un bosque, convertidos todos en una aparente masa igualitaria y fugitiva en la que sin embargo los condes siguen siendo amos; y Fígaro y Susana, siervos. Vicisitudes posteriores llevarán a amos y siervos a separarse, y a propiciar el intento de estos últimos de establecerse por su cuenta y de ascender en la escala de la vida burguesa, con poco éxito, lo que hará que todos, por distintos caminos, vuelvan a encontrarse en su ahora revolucionario país natal. La obra trata de las fronteras, de la emigración, del poder y de los modos que existen para que éste no cambie, pero también tiene una vertiente asentada en lo cotidiano y en las mezquindades que conspiran en contra del amor, el del Conde y la Condesa y el de Fígaro y Susana. Que la obra sea una comedia da una orientación de cuál puede ser su final, que sin embargo, tras lo mucho que ha sucedido y que se ha dicho en escena, tras la ironía y la amargura destilada por los personajes, difícilmente encajaría en lo que suele llamarse “final feliz”. Pues aquí Fígaro, más y mejor que en la hoy olvidada tercera parte de la trilogía ideada por Beaumarchais, alcanza a tocar su consumación como pícaro y su destino como hombre.

Exiliado por amor” se declara el Conde hacia el final de la obra, lo que bien puede aplicarse al resto de los personajes, quienes al término de su viaje, tras sus idas y venidas, descalabros y reconciliaciones, “mucho ya no pueden esperar”, como dice uno de ellos. Si Mozart y Rossini extrajeron de ellos toda la música que podían dar, y si el genio de Lorenzo Da Ponte supo tender un vínculo entre su origen galante y su identidad social, Horváth acertó a ponerlos a la altura de su tiempo o lo que es igual: a convertirlos en sus contemporáneos, pero en unos contemporáneos que, por aquellas veleidades que tiene la Historia, son también los nuestros.

Más información sobre la obra teatral

Los Condes de Almaviva y sus criados, Fígaro y Susana, se han visto obligados a huir, a través de un espeso bosque, de su país sumido en una sangrienta ola revolucionaria.

Fígaro, amargado y descreído, abandonará a los Condes y empujará con él a Susana a Villa Gran Disputa, donde intentarán establecerse montando una barbería y llevando una existencia burguesa.

Los Condes irán de aquí para allá, añorando sus glorias pasadas, troceando hasta lo humillante los harapos de su dignidad para subsistir. Atrás quedaron la patria, el ocio, el empleo, los títulos, el respeto, el dinero, la alegría… Cuando dejamos demasiadas cosas atrás, cuando todo es pasado y nos quedamos solos, abandonados, como quedan Fígaro, Susana y los Condes…, ¿qué queda?

La inversión de papeles, se ha producido: Amos y Siervos, Actores y Espectadores, Enfermos y Sanos… Todo se ha dado la vuelta.

Vean y Pasen.

Un estreno absoluto en España, un espectáculo que aborda, con una lectura abierta y llena de lucidez, la lucha del individuo frente a la sociedad. El Divorcio de Fígaro retoma los personajes de Beaumarchais y, con un poco de serrín y sangre, una buena dosis de humor y un mucho de inteligencia los lanza a la vorágine de un mundo loco y cruel. Aquí se habla de revoluciones, emigrantes, envidias, amor,…

Un texto visionario, de plena actualidad.

Fecha: el Domingo 30 de septiembre de 2012

Horario: a las 20:00h

Lugar: Sala Triángulo - c/ Zurita, 20 -Lavapiés- (Madrid)

Entradas: 15€
Para más información:
91 530 68 91
Venta anticipada: 902 488 488 - y cajeros de Ibercaja y Cajamadrid y en

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Fecha: el Domingo 30 de septiembre de 2012

Horario: a las 20:00h

Lugar: Sala Triángulo - c/ Zurita, 20 -Lavapiés- (Madrid)

Entradas: 15€
Para más información:
91 530 68 91
Venta anticipada: 902 488 488 - y cajeros de Ibercaja y Cajamadrid y en

Fecha: el Sábado 29 de septiembre de 2012

Horario: a las 20:00h

Lugar: Sala Triángulo - c/ Zurita, 20 -Lavapiés- (Madrid)

Entradas: 15€
Para más información:
91 530 68 91
Venta anticipada: 902 488 488 - y cajeros de Ibercaja y Cajamadrid y en

Fecha: el Domingo 23 de septiembre de 2012

Horario: a las 20:00h

Lugar: Sala Triángulo - c/ Zurita, 20 -Lavapiés- (Madrid)

Entradas: 15€
Para más información:
91 530 68 91
Venta anticipada: 902 488 488 - y cajeros de Ibercaja y Cajamadrid y en

Fecha: el Sábado 22 de septiembre de 2012

Horario: a las 20:00h

Lugar: Sala Triángulo - c/ Zurita, 20 -Lavapiés- (Madrid)

Entradas: 15€
Para más información:
91 530 68 91
Venta anticipada: 902 488 488 - y cajeros de Ibercaja y Cajamadrid y en

Fecha: el Domingo 16 de septiembre de 2012

Horario: a las 20:00h

Lugar: Sala Triángulo - c/ Zurita, 20 -Lavapiés- (Madrid)

Entradas: 15€
Para más información:
91 530 68 91
Venta anticipada: 902 488 488 - y cajeros de Ibercaja y Cajamadrid y en

Fecha: el Sábado 15 de septiembre de 2012

Horario: a las 20:00h

Lugar: Sala Triángulo - c/ Zurita, 20 -Lavapiés- (Madrid)

Entradas: 15€
Para más información:
91 530 68 91
Venta anticipada: 902 488 488 - y cajeros de Ibercaja y Cajamadrid y en

Fecha: el Domingo 9 de septiembre de 2012

Horario: a las 20:00h

Lugar: Sala Triángulo - c/ Zurita, 20 -Lavapiés- (Madrid)

Entradas: 15€
Para más información:
91 530 68 91
Venta anticipada: 902 488 488 - y cajeros de Ibercaja y Cajamadrid y en

Fecha: el Sábado 8 de septiembre de 2012

Horario: a las 20:00h

Lugar: Sala Triángulo - c/ Zurita, 20 -Lavapiés- (Madrid)

Entradas: 15€
Para más información:
91 530 68 91
Venta anticipada: 902 488 488 - y cajeros de Ibercaja y Cajamadrid y en

Fecha: el Domingo 2 de septiembre de 2012

Horario: a las 20:00h

Lugar: Sala Triángulo - c/ Zurita, 20 -Lavapiés- (Madrid)

Entradas: 15€
Para más información:
91 530 68 91
Venta anticipada: 902 488 488 - y cajeros de Ibercaja y Cajamadrid y en

Fecha: el Sábado 1ro de septiembre de 2012

Horario: a las 20:00h

Lugar: Sala Triángulo - c/ Zurita, 20 -Lavapiés- (Madrid)

Entradas: 15€
Para más información:
91 530 68 91
Venta anticipada: 902 488 488 - y cajeros de Ibercaja y Cajamadrid y en

DATOS RELACIONADOS

Adaptación y Dirección: Alfonso Lara
Intérpretes: Inma Isla, Juan Antonio Molina, Micaela Quesada, Alfonso Lara, Manuel Brun, David Sánchez y Raquel Guerrero
Vestuario: Guadalupe Valero
Escenografía: Cía. “Rojo y Negro” / Alberto Desiles y Beatriz Solís
Iluminación: Pau Ferrer
Espacio sonoro: Alfonso Lara / Ramón Rico
Canción original “Susana”: Juan Guillénn
Voz de niño: Miguel Lara
Video: José Galvez
Ayudante dirección: Borja Vera
Ayudante Vestuario: Rosana Guerrero
Transformación sillón barbero: Rocío Barreto
Fotografía: Toni Catalá
Diseño cartelería: Alex C.
Producción: Gema Monja / Cia. “Rojo y Negro”
Distribución: Secuencia Tres S.L.

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