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14N - Tal vez, la mayor manifestación de la dictadura: nuestra patria son las calles que pisamos - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

En realidad hoy me reconcilio con quienes vienen a manifestarse y con quienes han hecho huelga, y recuerdo a una compañera limpiadora que el pasado martes, en una asamblea, apenas esbozaba su penosa situación con la contrata que abusa de tantas mujeres: “en esta situación sólo me falta prostituirme o pedir en el metro, pero mañana voy a hacer huelga, por quienes ni siquiera pueden hacerla”, esto es lo que logró decir antes de echarse a llorar. Hay quienes pagarán cómodamente mañana el carburante de su todo terreno para ir a la oficina, o los abonos del fútbol del fin de semana. Pues también hemos hecho la huelga por ell@s, pero a mí, que no me lo intenten explicar.

14N - Tal vez, la mayor manifestación de la dictadura: nuestra patria son las calles que pisamos

Manifestación 14-N Madrid
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Manifestación 14-N Madrid

Foto: Julio Castro.

Manifestación 14-N Madrid
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Manifestación 14-N Madrid

Foto: Julio Castro.

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Julio Castro – La República Cultural

Hay que ser realistas, por mucha gente que hayamos cumplido con la huelga de este 14-N, lo cierto es que una amplia mayoría ha acudido a trabajar: tod@s esperábamos eso. Lo que ocurre es que:

  1. somos muuuuch@s menos quienes tenemos trabajo ahora que hace unos meses,
  2. entre quienes lo tenemos, hay mucha gente con miedo a las amenazas de patronos y demás calaña,
  3. entre quienes no tienen miedo, también hay mucho acomodado que prefiere pagarse el abono del fútbol, o las copas del finde, antes que perder algo que le puedan descontar del sueldo.

Restados esos grupos, y quienes aún viven en otra época (como la que ahora se nos avecina de nuevo), quedamos l@s demás. L@s que luchamos toda la vida, que fuimos a todas las huelgas y actos reivindicativos por una sociedad mejor para todo el mundo. Y quienes ven ahora todo liquidado, a su familia sin trabajo, sin casa, con una deuda de por vida que no podrán pagar…

Tal vez por eso la violencia está volviendo a las calles, no sólo en las manifestaciones cuando la policía se desahoga a gusto, sino en otras cuestiones, en las oficinas, en la manera de tratar con la gente… en la forma de intentar engañar…

Pero también es cierto que vuelve la solidaridad: una ola de solidaridad recorre nuestra sociedad. ¿No se habían enterado? Pues sí, es algo espontáneo que, seguramente, hará rechinar bastante los dientes a las instituciones eclesiásticas y a las de otras índoles tan “desinteresadas” ellas.

Hoy es frecuente ver cómo quienes menos tienen más se apoyan entre sí, no sólo en los desahucios, sino también en las pequeñas cosas cotidianas que, nunca se sabe, nos puede llegar a faltar a cualquiera.

Por eso no me sorprende que las manifestaciones de esta tarde y noche hayan sido tan multitudinarias que ni la propia dictadura se atreve a desmentirlas. Cierto es que el PSOE las cita de pasada, y el PP las minimiza, pero la impresión de ver las principales vías de Madrid llenas de gente por todos los rincones (antes del inicio de la convocatoria), es reconfortante.

Y es que salía yo de mi casa, y en mi barrio hacía un frío tremendo, ya en el metro la cosa se calentó, porque no cabíamos en los vagones y quienes hemos entrado, hemos llegado a duras penas a la estación correspondiente. Una vez alcanzada la Cibeles, tras unos minutos de estar allí, me he percatado de que tenía calor, y esa temperatura humana, de sentirse arropado por cientos de miles de ciudadan@s, me ha acompañado hasta que he regresado a casa.

Sí, creo que ha sido la mayor manifestación de esta dictadura, tal vez equiparable a la del 15 de febrero de 2003, contra la guerra. Pero también ha ocurrido en otras ciudades, y voy escuchando y viendo noticias, en las que la población se ha plantado frente a los numerosos atropellos que vivimos.

No me sorprende que el escenario de los representantes sindicales apenas se pudiera ver desde la zona de l@s manifestantes: reservado para prensa y un huequín de refilón para el resto. Pero sí me sorprende que algún rojo o alguna roja haya recuperado canciones y autores de l@s mí@s, de l@s que escuchaba en mi primera adolescencia, cuando estaban prohibidos en este país, pero que ahora, sin duda, vuelven a ser actualidad. Paco Ibáñez, nos canta A galopar, desde los altavoces, o Quilapayún con el Tururururú, que se le cantaba a Franco preconizando su caída y la huída de su gobierno… Pero Franco no cayó, sigue ahí con los suyos, nos atenaza cada día, y hay que recordar que no logramos derribar a ese régimen fascista y que, ahora, pagamos las consecuencias de tanta connivencia y tanto servilismo a “don dinero” (que, por cierto, también cantó Paco Ibáñez en su momento).

En realidad hoy me reconcilio con quienes vienen a manifestarse y con quienes han hecho huelga, y recuerdo a una compañera limpiadora que el pasado martes, en una asamblea, apenas esbozaba su penosa situación con la contrata que abusa de tantas mujeres: “en esta situación sólo me falta prostituirme o pedir en el metro, pero mañana voy a hacer huelga, por quienes ni siquiera pueden hacerla”, esto es lo que logró decir antes de echarse a llorar. Hay quienes pagarán cómodamente mañana el carburante de su todo terreno para ir a la oficina, o los abonos del fútbol del fin de semana. Pues también hemos hecho la huelga por ell@s, pero a mí, que no me lo intenten explicar.

En Neptuno (Madrid), hay gente que sigue peleando por defender su derecho a una democracia a varios cientos de metros del Congreso de los Diputados. Allí habrá tortas que no saldrán en los recuentos del día de huelga, pero esto ya es habitual. Allí debería estar yo, si no fuera porque no doy para más, pero les apoyo y estaré de nuevo cuando pueda, porque está claro que la democracia ya no se defiende en los papeles, sino en las protestas visibles, en las manifestaciones callejeras. Y ahí ha estado acertado uno de los responsables sindicales, al decir “tomad nota de estas plazas y estas calles, porque nuestra patria no está detrás de una bandera, sino estas calles que pisamos, que son nuestras”. ¿Cuántos años llevamos diciendo estas cosas mientras otros callaban o engañaban?

Entre tanto, no sabemos cuánta gente se suicidará en los próximos días mientras los partidos en negociación hacen sus cuitas a favor de los bancos, pero hoy, de nuevo, ha habido desahucios y, como decía el otro día, yo no me suicidaré, creo que a mí no me dará por ahí, pero si vienen a empujarme trataré de llevarme conmigo al que lo haga, y si no, hagamos una sociedad más justa y con trabajos honrados.

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