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Sergio Torrijos – La República Cultural
Novela complicada de analizar, no es una obra de género pura sino que más bien mezcla más de un elemento, hay algo de thriller, novela negra, novela tradicional, novela de personajes y alguna cosilla más. No significa que quite la razón a la sinopsis de la editorial, que lo podría hacer, sino que valoro que el autor juguetea con diferentes géneros no hallándose ni centrándose en ninguno.
Para comprender esa manera de ver la literatura habría que remontarse a alguna obra anterior del autor, pero se podría resumir en que al escritor no le gusta discurrir por senderos trillados, más bien ir campo a través. Despista algo esa forma de narrar o de afrontar la trama, asombra la creación de personajes y su mutabilidad, pero, y esto es un buen consejo, hay que dejarse llevar, dejar que el libro se nos vaya abriendo siguiendo los pasos del autor, que como indica en el propio libro, hace lo que quiere, por resumir de manera tosca sus palabras de teoría literaria.
Rafael Reig no demuestra nada que no sabíamos en la presente obra, es más, muestra lo que es, un buen escritor, de culto lo definiría yo, porque no son libros para todos los gustos ni todos los paladares. Gusta de cambiar, mutar, modificar la psicología de los personajes haciendo la trampa de que al conocerlos en mayor profundidad nos modificarán nuestra primera percepción de ellos y yo personalmente caigo gustoso en semejante trampa, nunca me imagino por donde terminará.
Los personajes principales están perfectamente definidos, es decir, no lo están para nada, tienen momentos que los encasillan y tres capítulos más adelante te puedes olvidar de lo dicho, muy humano como podrán imaginar y muy real pues nadie somos de una manera de ser en concreto.
La narración tiene tres voces que se alternan, dos en tiempo actual y una tercera que surge de un manuscrito de novela negra. Los tres hilos se enlazan entre sí, avanzando en el tiempo de la misma forma, no se puede decir cual de los tres es más importante o terminará mejor, pues van alternándose cual ciclistas escalando un puerto. Me demuestra con ello Reig la libertad creativa de la que hace gala, no le importa cambiar el peso de la trama de un relato a otro y lo hace con gran desparpajo.
Todo ello adornado con una prosa de calidad, siempre que quiere, que no siempre es así, como demuestra el siguiente extracto: “Era una de esas bellezas despampanantes y poco duraderas que se dan cerca de los polígonos industriales como setas después de la lluvia. Riquelme las conocía de sobra: a los trece llevaban braguitas con corazones estampados, a los quince se ponían tangas de trapecistas de circo, a los veinte bragas negras o rojas, todavía minúsculas, aunque ya no les parecía indispensable lavarlas a diario, porque había empezado la cuenta atrás, hacia el abismo de los pantis, las fajas y los corsés de ballenas”.
La prosa de Reig es cambiante y goza de buena salud, en especial cuando se detiene y mira, algo que hace que se eleve por encima de la media. Aunque noto que tiende a la contención.
Personalmente la parte de novela negra me ha agradado mucho, espero que se decida ya a escribir una novela negra de verdad. Tal vez, como él mismo comenta entre las páginas del libro, ya no venda mucho y no tenga tantos adeptos, pero acaso le importan mucho las ventas, dénos el gusto señor Reig. Por cierto y antes de concluir la reseña le aviso de que los Burning, grupo de referencia para los que tenemos mi edad, siguen en activo y realizando algún concierto que otro, el mal que acosó a muchos de los artistas de aquellos años se cebó, sólo con Pepe Risi, el resto salió más o menos indemne. Un recuerdo grande a aquel gran rockero.
Rafael Reig no es autor para grandes públicos, más bien sería para gente entregada, entre los que me cuento, gustará a los que vemos la literatura como libertad y a los que se dejan llevar por el disfrute. Hay que leer con la mente y el corazón abiertos, seguro que entonces la novela gustará. La recomiendo con la fe de los barqueros.
