Julio Castro – La República Cultural
“El matrimonio es un asco”, dice Amparo, “yo soy una mujer casada, porque me va la marcha”. Es el personaje de Amparo, es decir, Natalia Garrido, a la que ya conocíamos en Noches de amor efímero, que dirigió en su momento José Pedro Carrión (quien también colabora en este montaje). Y es que Amparo no soporta más a Ricardito, y se lo explica y se lo demuestra, pero el pobre, además de no ser lo que ella esperaba, “es muy patoso”, y tiene muchos accidentes con la olla exprés, así se lo explica ella a los de urgencias. Por su parte, Valery Tellechea es Milagros, pero es que Milagros ya no es Milagros, al menos no aquella que conoció Mariano, y por eso ella le abandona, aunque él no es capaz de comprenderlo… ni siquiera en el último momento.
Virginia Riezu, es decir, Soraya, tiene la desgracia de ser una mujer preparadísima (tanto como le exigieron desde la infancia), y que ha trabajado y luchado toda la vida, mientras estudiaba y se buscaba un lugar… sólo que no logra encajar con una pareja, así que está “hasta el coño” de aguantar de todo, porque en su pueblo la miran como un bicho raro, igual que ella ve a los hombres con todas las limitaciones de quienes buscan algo concreto en una mujer, que nunca son sus capacidades. Cuando por fin encuentra a alguien… igual tampoco era el adecuado, pero ya da igual.
Jasmín (Zaira Montes), ni se llama así, ni realmente es musulmana. En realidad es María y es una almeriense en Iraq. Ella no buscaba nada de aquello con lo que se encontró, y ha sufrido la guerra, las restricciones, y hasta el abandono, pero finalmente es una mujer y asume su realidad, se pone en pie y lucha contra ella con todo lo que tiene y lo que sabe.
Si poco a poco, los personajes a los que van dando paso las conversaciones y reflexiones de Milagros con Mariano, son cada vez más intenso (y cada cual con su complejidad, humor y sátira), el de Rossana es el más duro (le da vida este día Isabel H. Dimas, también la vimos en La taquillera y el comediante, o en El desván de las ilusiones mágicas, y en el recientemente presentado Smiles). Ella conversa con su hijo Toby, le explica, se enfada y le quiere, pero en el cole le han enseñado cosas que no le servían y, a lo mejor, las básicas, como lo que hay que hacer cuando se te escapa la pelota…
Todas las mujeres del texto de Vallejo son intensas, son múltiples visiones de mujer, y en ocasiones son la parodia o el prototipo negado, respecto al espacio que la sociedad les deja. Así que, mientras el personaje de Valery les va dando paso, comparte espacio con ellas, sufre con ellas y las observa, o las analiza, cada historia avanza, no hacia una solución, sino hasta la exposición de aquello que hemos creado o permitido. Además de la reflexión del autor, encontramos las señas de identidad de las protagonistas: las de las humanas y las de sus personajes. Y entre ellas algo de sátira para sobrellevar el peso de quienes son y de quiénes somos el resto.