Blanca Vázquez - La República Cultural
El cine de Woody Allen no tiene nada más que una bandera, la neoyorkina. Lo mismo da que se pase por Londres, Barcelona, París, o Roma a filmar. Con A Roma con amor parece completar el periplo europeo, aunque tal vez aún se acerque a Berlín. Estrenada el pasado verano, llega proporcionando calidez en este frío enero dentro de los estrenos DVD y Blu-Ray. Digo calidez porque Allen ha marcado con sensualidad y felliniano carácter su última producción anual. Muchas son las influencias que ha tratado de escarbar del dossier cinematográfico italiano. Un colorido y pasteloso aire de Cinecittâ, el aroma turístico que escapa de toda producción “Yanquis visitando la bella Italia”, o la pueblerina esencia de algunos de sus habitantes en situaciones más o menos cómicas, incluso la surrealista manera de hacernos disfrutar de la ópera. Además de esconder entre líneas del tal spaghetti un sarcasmo-denuncia de la situación de los medios y lo que ofrecen al consumidor-espectador.
Valiéndose de una serie de historias corales presentadas casi como una parodia por un guardia de tráfico que dirige desde un podium el tráfico de Roma, y cerradas por el mismo desde el un balcón, A Roma con amor no es solo una postal turística de la ciudad eterna, que ya hemos apreciado en multitud de filmes. Es básicamente un film de Woody Allen, aunque muestre un cierto cansancio por esa imposición particular de producir cada año. Toda la magia que desbordó con la anterior dedicada a Paris, Midnight in Paris (2011), no le ha dado para llegar hasta Roma. Sin embargo un cierto aire bizarro no escapa a la relación, por ejemplo, del joven Jack (Jesse Eisenberg) y John (Alec Baldwin), éste una especie de ángel sensato que le cuida las espaldas contra una actriz, Mónica (Ellen Page) que viene de visita, haciendo peligra su estable vida en pareja. También posee un tono cómico cabaretero el malentendido entre una prostituta encarnada por Penélope Cruz y un joven italiano tímido y apocado recién caído en Roma junto a su esposa para conseguir trabajar en la empresa de unos familiares muy severos y anticuados.
En fin que Woody Allen siempre es un valor seguro, a pesar de las irregularidades de algunos de sus no perfectos Films. Y desde luego, como siempre, ofrece una cantera de actores muy valiosos, incluido él mismo, a quien hacía tiempo no veíamos asomarse a pantalla.
El neocelandés Andrew Dominik es un cineasta muy interesante. Escribe y dirige sus películas y cuenta con la producción del icono Brad Pitt. Aún sin ver su primer trabajo, Chopper (2000), nos gustó mucho su anterior film, El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (2007), en una reinvención estética y deconstrucción del western. En esa misma línea, creatividad autoral, parece que está facturando un film sobre la rubia de las rubias del cine, Marilyn, con Blonde y Naomi Watts en la piel de la malograda actriz. Pero ahora vamos a ocuparnos de otro estreno estrella en DVD, Matándolos suavemente (Killing them Softly), tercer largo de Dominik, de nuevo con la colaboración de Brad Pitt como productor y actor. Curiosa aproximación al género, esta vez el noir, y adaptación de una novela de los setenta, Cogan´s Trade, de George V. Higgins, autor a su vez de otro hit de la época, 1973, llevada al cine como “El confidente”, Peter Yates.
Dominik ha sabido mostrar con rigor y gracia aquel cine de los setenta en una aproximación con elegancia y estilo de comedia negra. Magnífico su plantel de actores, a los que Dominik saca todo su jugo, incluyendo un Pitt (Cogan) mejor que nunca. Aletargado discurrir de unos tiempos adaptados a los actuales, como si nada hubiera cambiado. Haz la revolución para que todo siga igual. Porque si hay un claro mensaje detrás de imágenes agrias, y descoloridas, melancólicas y posmodernas, es todo un tratado de economía. Si, al fin y a la postre, eso es lo que importa en cualquier submundo, mundo o continente. En este caso la economía se resiente entre la mafia de Boston por culpa de dos pobres diablos que atracan una timba de juego. A partir de ahí serán hombres muertos, de lo que se encargará el asesino a sueldo Jackie Cogan. Con la ayuda de algún que otro colega en horas bajas, (estupendo y lacónico James Gandolfini), y con una labia que podría equipararse a la de diálogos tarantinianos, Mátalos suavemente es una joya para disfrutar suave y lentamente acomodado en tu espacio vital. Dominik sabe amar a sus personajes, en cuyos contornos entrevemos los estériles discursos políticos y los nuevos tiempos del fin del idealismo. Ya lo aclara Cogan al final, “América no es un país, sino un negocio”. Y esas disparos a cámara lenta, impresionante.
No queremos dejar de recomendar un film del que hablamos en su momento y que tiene como protagonista a la estrella de moda, Michael Fassbender, Centurión, hermoso ejercicio de ambientación y composición de platos con una estética más que atractiva. Film hoy revalorizado gracias a Fassbennder.