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Salvajes y El fraude, la estética y el contenido - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Oliver Stone ya no es el que era. Ha envejecido muy mal. ¿De cuantos cineastas hemos dicho algo semejante? Tememos que de unos cuantos. ¿Donde están aquellas tripas de Expreso de medianoche (1978), Scarface (1983), JFK: caso abierto (1991) o Asesinos natos (1994); incluso Platoon (1986)? Nos preguntamos cuando empezó a poner precio a su inconformismo. Fuera quizás, a partir del peplum Alejandro Magno (2004) o fuera a partir de Giro al infierno (1997), con la que se podría comparar más esta última bufonada de Stone, Salvajes, ahora en DVD y Blu-Ray. Actores nuevos, incoloros e inodoros versus sólidos nombres del cine, como la estupenda Salma Hayek llena de tablas aquí, y el no menos curtido Benicio del Toro por no hablar del dominio del madurito John Travolta. El agua y el aceite intentando conformar un thriller de frontera, que en realidad tiene mucho que ver con aquel Giro al infierno (infravalorado, échenle una ojeada hoy en día) de hace 15 años. Delitos a la luz del brillante sol, luz desértica y deslumbrante, con la que la violencia parece más truculenta, salpica más, no se esconde entre las sombras de la oscuridad. Erotismo y salvajismo, es lo que ha pretendido de nuevo Stone, pero pasado por el túrmix de la ley antipezón, (suponemos que algo así tiene que ser para esta contención del nuevo siglo XXI, este sexo con ropa). No se lleven a engaño. El “ménage à trois” de Stone no tiene nada que ver con uno de Truffaut, aunque Stone intente verter mucho del delirio de la Nouvelle Vague, los primeros Godard o Truffaut, en su Salvajes. Mal me temo que Taylor Kitsch y Aaron Taylor-Johnson no son Belmondo, Montand ni Blake Lively tiene la luminiscencia de Seberg, Karina, Moreau, o la Bisset. Los dos amigos, Chon un ex soldado de Irak y Ben un seudopacifista de músculo y rastas y la chica de ambos, una insulsa Lively (Ophelia), se enfrentarán a un cartel de droga mexicano que no se anda con menudencias. Entretenido en su conjunto, el film no es lo que se espera de él, es decir más atrevimiento y experimental con el sexo, y con la propia historia, pero no pasa de unos planos de estética californiana de nueva ola, y unas actuaciones esforzadas al máximo (por parte de los salvajes) para salvar el proyecto. Una pena, eso deja a Stone en la peor estantería del supermercado.

Salvajes y El fraude, la estética y el contenido

Salvajes
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Salvajes

Cartel del film de Oliver Stone

Arbitrage o El fraude
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Arbitrage o El fraude

Cartel del film de Nicholas Jarecki

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Blanca Vázquez - La República Cultural

Oliver Stone ya no es el que era. Ha envejecido muy mal. ¿De cuantos cineastas hemos dicho algo semejante? Tememos que de unos cuantos. ¿Donde están aquellas tripas de Expreso de medianoche (1978), Scarface (1983), JFK: caso abierto (1991) o Asesinos natos (1994); incluso Platoon (1986)? Nos preguntamos cuando empezó a poner precio a su inconformismo. Fuera quizás, a partir del peplum Alejandro Magno (2004) o fuera a partir de Giro al infierno (1997), con la que se podría comparar más esta última bufonada de Stone, Salvajes, ahora en DVD y Blu-Ray. Actores nuevos, incoloros e inodoros versus sólidos nombres del cine, como la estupenda Salma Hayek llena de tablas aquí, y el no menos curtido Benicio del Toro por no hablar del dominio del madurito John Travolta. El agua y el aceite intentando conformar un thriller de frontera, que en realidad tiene mucho que ver con aquel Giro al infierno (infravalorado, échenle una ojeada hoy en día) de hace 15 años. Delitos a la luz del brillante sol, luz desértica y deslumbrante, con la que la violencia parece más truculenta, salpica más, no se esconde entre las sombras de la oscuridad. Erotismo y salvajismo, es lo que ha pretendido de nuevo Stone, pero pasado por el túrmix de la ley antipezón, (suponemos que algo así tiene que ser para esta contención del nuevo siglo XXI, este sexo con ropa). No se lleven a engaño. El “ménage à trois” de Stone no tiene nada que ver con uno de Truffaut, aunque Stone intente verter mucho del delirio de la Nouvelle Vague, los primeros Godard o Truffaut, en su Salvajes. Mal me temo que Taylor Kitsch y Aaron Taylor-Johnson no son Belmondo, Montand ni Blake Lively tiene la luminiscencia de Seberg, Karina, Moreau, o la Bisset. Los dos amigos, Chon un ex soldado de Irak y Ben un seudopacifista de músculo y rastas y la chica de ambos, una insulsa Lively (Ophelia), se enfrentarán a un cartel de droga mexicano que no se anda con menudencias. Entretenido en su conjunto, el film no es lo que se espera de él, es decir más atrevimiento y experimental con el sexo, y con la propia historia, pero no pasa de unos planos de estética californiana de nueva ola, y unas actuaciones esforzadas al máximo (por parte de los salvajes) para salvar el proyecto. Una pena, eso deja a Stone en la peor estantería del supermercado.

Menos decepcionante, tenemos una film que inauguró con mucha decencia el pasado festival de San Sebastián (2012) y llega ahora a los estrenos DVD, de los que en pleno invierno hacemos buen uso. Me refiero a El fraude, con un Richard Gere pareciendo por fin un actor. Nicholas Jarecki es su responsable, un joven cineasta neoyorquino que con solo un documental sobre lo que significa ser cineasta The Outsiders (2005) y un corto a sus espaldas, ha escalado posiciones nada desdeñable con El fraude, un largo que habla de los tiburones de las finanzas y sus pecados y responsabilidades. Buen menú para ver junto con El capital, de Costa Gavras. El film de Jarecki destripa la vida privada de un mentiroso o creativo de las contabilidades financieras, con un perfil de autentico político, a quien se le da de miedo la hipocresía tanto dentro del entorno familiar como en las pantallas o revistas de prestigio. Pero estos ídolos de barro acaban cayendo, (¡¡lo estamos viendo en nuestro propio país!!) aunque su caída sea más en el ámbito personal y privado que público. Jarecki es muy realista, de hecho es más español que yanqui, pues demuestra que los culpables de cierto standing se quedan sin el azote de la justicia. Gere es Robert Miller, donde vemos la sombra de Madoff, recordemos un estafador de las altas esferas de inversión. Miller vendría a ser lo que se ha convertido el príncipe azul de Pretty Woman, un Mr. Lewis conviviendo con la erótica del cada vez más dinero y la mentira constante, ideal para componer una canción de los Rolling Stone.

Bien construida, en un estilo del cine ochenteno, con un plantel de actores que responden y dan valor a un producto que por otro lado podría pasar muy desapercibido entre muchos otros de la misma temática. Susan Sarandon es la “pretty woman” que ha aprendido lo suficiente y Tim Roth compone un agente de policía que representa el cansancio de todos nosotros, los que estamos hartos de que se salgan con la suya. Un thriller con estilo, elegante desde una perspectiva de simplicidad, y que te reparará del escaso contenido y solidez del de Oliver Stone.

DATOS RELACIONADOS

Título original: Savages, 2012
Dirección: Oliver Stone
Guión: Shane Salerno, Don Winslow, Oliver Stone (Novela: Don Winslow)
Intérpretes: Taylor Kitsch, Blake Lively, John Travolta, Salma Hayek, Aaron Johnson, Emile Hirsch, Benicio Del Toro, Joel David Moore, Trevor Donovan, Mía Maestro, Demián Bichir, Diego Cataño, Gonzalo Menéndez, Alexander Wraith, Jonathan Patrick Moore, Antonio Jaramillo, Aaron Kunitz, Jake McLaughlin, Matt Riedy, Joaquín Cosío, Sandra Echeverría
Fotografía: Daniel Mindel
Música: Adam Peters
Duración: 130’
País: Estados Unidos
Productora: Ixtlan / Onda Entertainment / Relativity Media


Título original: Arbitrage, 2012
Dirección y guión: Nicholas Jarecki
Intérpretes: Richard Gere, Brit Marling, Tim Roth, Susan Sarandon, Laetitia Casta, Nate Parker
Fotografía: Yorick Le Saux
Música: Cliff Martinez
Duración: 106’
País: Estados Unidos
Productora: Coproducción EEUU-Polonia; Green Room Films / Treehouse Pictures / Alvernia Production
Premios:
Globos de Oro 2012: nominado mejor actor drama (Richard Gere)
Festival de San Sebastián 2012: Sección oficial a concurso

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