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ISSN 2174 - 4092

Amor robado, de Dacia Maraini - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

A Dacia Maraini (1936) se la conoce por muchas razones. Convencida activista en la sombra, esta feminista se hizo notar vívidamente desde los inicios a través de la literatura y el teatro. Conocida en España entre otras cosas por firmar el guión de La historia de Piera (Marco Ferreri, 1983), comenzó a hacerse visible en los círculos literarios europeos gracias a su faceta como novelista, ganando premios tan prestigiosos como el Campiello (quizás el más importante junto al Strega) por La larga vida de Marianna Ucrìa (Rizzoli, 1990), traducida al español en 1991 por Hercé, arrastrando la huella de autores como Sciascia, Faulkner o Pirandello, pero siempre en la estela de la celebérrima obra de Lampedusa, El Gatopardo. Asimismo en la pasada Feria del Libro de Madrid, engalanada como correspondía de literatura italiana, pudimos ver a otra novela suya, El tren de la última noche (Galaxia Gutenberg, 2012), que cosechó otro gran recibimiento entre los lectores.

Amor robado, de Dacia Maraini

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Portada del libro de Dacia Maraini

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Portada del libro de Dacia Maraini

DATOS RELACIONADOS

Título: Amor robado
Autora: Dacia Maraini
Editorial: Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores (Madrid)
Páginas: 114
ISBN: 9788415472780

Mario S. Arsenal – La República Cultural

A Dacia Maraini (1936) se la conoce por muchas razones. Convencida activista en la sombra, esta feminista se hizo notar vívidamente desde los inicios a través de la literatura y el teatro. Conocida en España entre otras cosas por firmar el guión de La historia de Piera (Marco Ferreri, 1983), comenzó a hacerse visible en los círculos literarios europeos gracias a su faceta como novelista, ganando premios tan prestigiosos como el Campiello (quizás el más importante junto al Strega) por La larga vida de Marianna Ucrìa (Rizzoli, 1990), traducida al español en 1991 por Hercé, arrastrando la huella de autores como Sciascia, Faulkner o Pirandello, pero siempre en la estela de la celebérrima obra de Lampedusa, El Gatopardo. Asimismo en la pasada Feria del Libro de Madrid, engalanada como correspondía de literatura italiana, pudimos ver a otra novela suya, El tren de la última noche (Galaxia Gutenberg, 2012), que cosechó otro gran recibimiento entre los lectores.

Esta fiesolana de nacimiento y romana de tres décadas, como gusta definirse, dice que lo que la llevó a escribir sus memorias, sus impresiones y su miedo fue la perplejidad. En este sentido, no es muy difícil hacerse una idea aproximada, ya que vivió dos años de su infancia recluida junto a su familia en un campo de concentración cuando fue instaurada en Italia la aciaga República de Saló.

Si al principio hablábamos del teatro de esta autora, fue en 1987 cuando presentó en Madrid su obra teatral Netocka, un triple monólogo femenino estrenado en el único teatro feminista que existía por esos años en Europa, el Teatro de la Magdalena, que ella misma dirigía. Nunca ha podido vencer el temor de la cuarta pared y por ello nunca ha actuado, ni en teatro ni en cine. Contrajo amistad con Pier Paolo Pasolini e intimó profesionalmente con Michelangelo Antonioni; tanto, que éste último le propuso un cameo en Desserto roso (1964) que la escritora rechazó por completo.

Después de haberse hecho un hueco de excepción entre las letras italianas, nos presenta Amor robado (Galaxia Gutenberg, 2013), un conjunto de ocho relatos breves en los que sus protagonistas, mujeres todas, viven distintas situaciones relacionadas con la violencia de género. Todas son espeluznantes y algunas de ellas propinan duros latigazos al corazón. Mujeres sometidas al férreo control psicológico de sus parejas, malos tratos físicos, doctores que saben pero no actúan, asesinatos, venganzas amorosas, secuestros obsesivos,… Una retahíla ficcionada de historias aisladas que goza de una veracidad espantosa. Debido al cultivo del teatro, al cual lleva dedicándole toda la atención en estos últimos años, las narraciones son frescas y dinámicas; existe evidentemente la censura a este tipo de comportamientos homicidas, pero la faceta más virtuosa de Maraini es presentarnos la historia neutralizada para que el lector juzgue por sí mismo. No negaré que se echa en falta alguna subversión en la relación de géneros que nos permitiera romper con ciertos tópicos asentados en la ignorancia de los arquetipos; sin embargo, la batalla está servida. Dacia Maraini lo tuvo claro desde siempre, y se nota en la rotundidez de su lenguaje: la belleza es una trampa apetitosa.

Ella escribió en un tiempo en el que para las mujeres el ejercicio de la escritura era algo vergonzoso, cargado de sospecha, en el que firmaban textos asexuados con pseudónimos masculinos por temor a ser reconocidas. Por suerte lejos han quedado ya los artículos que ventilaban su biografía diciendo que fue compañera del gran Alberto Moravia durante dieciséis años. Nos alegramos de que los tiempos hayan cambiado y de que los arquetipos, como también ella luchó contra ellos ferozmente, se hayan visto doblegados por la palabra, masculina o femenina, de un ser humano amenazado por otros seres humanos. Una lección de Hobbes a través del prisma de una mujer en constante sometimiento fálico. Pero también sucede al contrario, no lo olvidemos.

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