Sergio Torrijos – La República Cultural
La novela Ordo dei viene con la etiqueta de novela negra y a fe que puede darse esa definición pero la trasciende. La novela negra tiene siempre una visión muy cercana a lo más cotidiano, lo más banal puede dar lugar a un buen argumento para novelas de ese tipo pues mucho de lo que ocurre a nuestro alrededor puede ser considerado como negro. Carmelo Anaya hace un ejercicio de ampliar el ámbito de la novela hasta llevarlo al ejercicio, por momentos cruel, de mirar con atención la realidad que nos rodea. Los tiempos que corren actualmente en nuestro país provocan y llevan a situaciones que como poco se podrían tachar de delicadas. La pobreza, la lucha por la supervivencia, el fin de un modelo en definitiva, se nos expone en Ordo dei con una claridad que espanta. Más aún cuando lo que se hace es no sólo mirar los males actuales sino también prestar atención a otros comportamientos donde el humanismo queda tan lejos como un país africano.
La obra es un arduo trabajo de adentrarse en el alma humana, en profundizar en las simas más oscuras de nosotros mismos, presentando con realidad situaciones que serían sonrojantes. La fealdad y la pasión pueden convivir, Anaya lo demuestra, también el más absoluto caos y la justicia. La novela es rica en este tipo de contradicciones y sus personajes son igual de contradictorios, como se comenta en el dorso del libro y que es un extracto de la novela “….Sólo tenía dos opciones: hacer humildemente el bien o hacer humildemente el mal”. Naturaleza humana en estado puro.
A lo largo de la novela se demuestra que es preciso cambiar de actitud, nuestra sociedad y la profunda crisis que atraviesa nos obliga a adoptar otro tipo de medidas, la pasividad no es una opción, es actuar o actuar. Algo que vemos a diario en los telediarios, los periódicos o en nuestras calles. Existe una concomitancia con otros momentos de la historia que terminaron con profundos cambios y soy muy partidario de la visión del propio autor que, con ojo crítico, es capaz de diseccionar un horror en forma de crisis económica y que le suma la guinda de una crisis moral de mayor importancia si cabe.
Ordo dei no es una novela policiaca al uso, tampoco negra, es más bien un acto juguetón del escritor que toma los elementos propios del género y los usa a su placer creando una realidad muy diferente a la habitual en novelas similares.
Uno de los protagonistas, el inspector Macano, pasa de ser figura importante a apenas una sombra, el criminal, no desvelaremos su nombre, pasa de serlo a obtener otro aspecto mucho más elevado. Los malos pasan a ser buenos y al contrario con una facilidad asombrosa.
Se destaca el uso de la prosa, de calidad y con una finura y concisión muy interesante, teniendo momentos verdaderamente buenos que se pasan entre la sorpresa por una frase concisa y precisa a otra del mismo tipo.
Interesante novela, se tiene que leer con cierta calma, su inicio es algo lento pero una vez superado un punto se hace casi imposible de dejar. Es cruda y negra pero por otros medios, un bonito ejercicio literario que carga mucha verdad.