Eliane Hernández - La República Cultural
La fotografía captura el instante, fijándolo para siempre, y transformando el presente en pasado con solo un gesto. Así, gracias a su trabajo como fotógrafo de encargo, Virxilio Vieitez dejó para siempre registrados momentos claves de la vida cotidiana en los pueblos de la comarca Terra de Montes. Y el hecho de que trabajase por dinero, sin ningún tipo de intención artística, hace que sus imágenes reflejen de una forma excepcional la esencia de la vida de sus vecinos.
En la exposición, centrada en las fotografías realizadas desde finales de los ’50 hasta 1980, nos encontramos con cerca de 300 imágenes, la mayoría en blanco y negro, en las que no nos cuesta mucho identificar el retrato de familia, padres o abuelos, que todos hemos visto colgado alguna vez en la pared de casa. Esa postura rígida, casi siempre enlazando las manos delante del cuerpo, y esas expresiones en las que la sonrisa cuando aparece lo hace como pidiendo permiso, quedan muy lejos de las poses de las fotografías que se comparten ahora en las redes sociales, y, sin embargo, no por ello nos resultan menos familiares.
Desde las paredes del Espacio Fundación Telefónica, hasta el 19 de mayo, los vecinos de Soutelo de Montes nos contemplan desde los retratos que encargaron para sus carnets de identidad y sus libros de familia, con una tela blanca como perpetuo fondo de los mismos, casi siempre realizados en la calle. Pero también desde su actividad diaria: niños acompañados de sus juguetes o mascotas, mujeres luciendo sus abrigos nuevos o sus disfraces de carnaval, amigos disfrutando de un día de nieve o de la visita de un circo ambulante, familias preparándose para una boda o asistiendo a un funeral, incluso jovencitas posando en el capo de un coche, como si de un anuncio del mismo se tratase. Imágenes que, al final, pasan del blanco y negro al color, en una evolución natural a través de los años que se observa también en la forma de posar y en la ropa de los fotografiados.
Y cuando los contemplas, durante un instante, compartes con ellos ese momento, y recuerdas una foto similar que seguramente has tenido entre tus manos; esas tres niñas formando una especie de triángulo podrían ser perfectamente tu madre y sus hermanas, o ese niño regordete, tu padre, en una de sus primeras fotos. Porque cuando hacerse fotos era todo un acontecimiento, con fotógrafo oficial incluido, los instantes que los vecinos de Virxilio Vieitez le pedían que capturase no eran muy diferentes de los que las familias del resto de España querían guardar también para siempre.