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Andrés Sorel: “aparecer ausente de los temas éticos, políticos, sociológicos o culturales es una falacia” - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

“A mí, en un sentido en nada comparable con el que motiva al sobreviviente de Auschwitz, me ocurre sin embargo algo parecido: amo demasiado la música, pero he de escucharla a solas, no puedo acudir a un auditorio, palacio de la ópera y escuchar un concierto contemplando al tiempo a la mayoría de los espectadores que a ellos asisten. Odio las galas. Detrás de esos exponentes de las clases acomodadas, acaudaladas, y de herencias aristocráticas, se esconden muchos de los que no pestañearían si se les dijera que mientras aplauden o se saludan y ríen en los entreactos, están muriendo de hambre o insalubridad miles y miles de personas en el mundo”.

Andrés Sorel: “aparecer ausente de los temas éticos, políticos, sociológicos o culturales es una falacia

La cobardía se extiende entre la mayor parte de los ciudadanos: políticos, magistrados, trabajadores

Andrés Sorel
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Andrés Sorel

Foto: Alejandro Ramírez. Fuente: La Jiribilla.

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Andrés Sorel

Foto: Alejandro Ramírez. Fuente: La Jiribilla.

Sergio Torrijos - La República Cultural

El personaje que traemos hoy a nuestra revista es nada más y nada menos que un intelectual, un hombre de profundas convicciones, capaz de ver un poco más allá que el resto de los humanos y percibir, con mayor sensibilidad, una realidad cruel.

Hace pocas fechas reseñamos El último tango en Auschwitz una obra espléndida y el último producto de la pluma de Andrés Sorel, una obra muy recomendable y que gracias a su reciente publicación nos permite charlar con su autor.

Escritor de poderosa pluma y más poderosa implicación. Hace tiempo sentencié a otro escritor, también del mismo sello Akal, que necesitábamos a gente así, implicada, me ratifico en lo dicho e incluyo en la nómina a Andrés Sorel, no se pierdan la entrevista, no sólo creo que su pensamiento destila verdad sino también una manera muy diferente de afrontar la realidad.

¿Cómo surge la idea de la novela?

En los años ochenta del pasado siglo visité el campo de concentración de Auschwitz, que estaba cerrado. Me encontraba dando unas conferencias en Polonia y a petición mía, el Ministro de Cultura me facilitó aquella visita de unas horas en un día invernal. Distaba mucho entonces del parque temático para turistas de instantáneas fotográficas que es hoy. Fueron el silencio absoluto que en él reinaba, el vacío pavoroso que me envolvía, y los restos todavía no dispuestos para las charlas rutinarias de los futuros guías quienes se unieron a las palabras de la memoria del horror y se depositaron para siempre en mis sueños o pesadillas. Cuando salí del campo de exterminio en busca del coche que me reintegrara a la “civilización” me detuve para contemplar “la normalidad” que habitaba allí, parecida a la que vivía en los años cuarenta el mismo lugar. Era el otro silencio.

Baudrillard escribe: “La cobardía intelectual se ha convertido en la auténtica disciplina olímpica de nuestro tiempo”. Afecta al mundo de la cultura. Pero la cobardía se extiende entre la mayor parte de los ciudadanos: políticos, magistrados, ingenieros, trabajadores. La burocracia hace el resto. Y el miedo se agazapa en la vida normal de los ciudadanos, sobre todo cuando son sometidos a situaciones extremas.

Para terminar esta larga respuesta diré que un prólogo fue mi anterior obra Las guerras de Artemisa. Durante la guerra hispano-cubana de finales del siglo XIX, los españoles, por medio del siniestro general Valeriano Weyler crearon pequeños campos de concentración en Cuba. No quemaban prisioneros: los mataban por hambre, enfermedades, extenuación…

¿Cómo fue el proceso de documentación?

Había leído bastantes libros sobre los campos de concentración. Y textos de filósofos o poetas que hacen referencia a ellos. Reflexiones sobre como Auschwitz marca un punto de no retorno en la parálisis de la civilización, o si es lícito continuar escribiendo después de Auschwitz. Libros de los “salvados” de los campos, pero también memorias o diarios de los dirigentes nazis que testimoniaron sobre su “trabajo”. En la novela unos y otros aparecen mezclados a los escasos personajes por mí “inventados” como el violinista protagonista o el teniente alemán del campo. También visioné los documentales que utilizaron materiales de los campos.

¿Qué te impresionó más sobre aquellos hechos?

Lo que me impresiona del desarrollo de la historia. Para usar expresión de Hannah Arendt: “la banalidad del mal”. Es decir, la normalidad del asesinato, del terrorismo “oficial” del que nunca se habla, terrorismo de los Gobiernos pero en el que están implicados las Iglesias, los banqueros, etc. Y la “burocratización” que ha desarrollado la ciencia y la técnica para que nadie se sienta culpable, sino ciudadano que ejecuta las órdenes recibidas lo mejor posible sin cuestionárselas. Diría que cree en la institución burocrática como los obispos o sacerdotes de las distintas creencias religiosas en la santidad de las iglesias y la obligación de obedecer al pie de la letra los catecismos y textos sagrados. Y lo fácil que resulta en situaciones extremas en pasar de víctima a verdugo o a la inversa. Y la aceptación del asesinato, la tortura, la persecución de “los otros”, basada en el acatamiento a las órdenes. O el apoyo recibido por aquella máquina de exterminio, en la guerra o en las prisiones, impulsada no por un apoyo de fanáticos hitlerianos solamente, sino basado en la ayuda de empresarios, arquitectos, músicos, oficinas, fontaneros, mecenas…¿cómo se explicaría de no ser así la fortuna continuada de los Ford, Siemens, Thyssen, por dar unos nombres y la continuidad de los Heidegger, orquesta sinfónica de Viena (¡esos horribles conciertos de Año Nuevo!) sin querer saber lo que se esconde tras de ellos? Claro que las culpabilidades pueden ser distintas: del miedo y la alienación a los intereses económicos y la explotación terrorista de los pueblos todavía media un abismo.

El binomio horror y música parece incompatible ¿cuál crees que es su nexo de unión?

Civilización y barbarie. Van más unidas de lo que parece. Las telenovelas, la historia, la tradición oral, suelen pintar a los personajes “malos” como ogros, lobos sin fisuras. El viejo dicho: muerto el perro se acabó la rabia. Y no es así. Nuestro Antonio Machado reflexionaba al final de su vida sobre ello. El ciudadano al que nadie ve como asesino, es un buen padre de familia, educado con sus vecinos, acaricia a sus perros, sonríe en las fiestas galantes, aplaude frenéticamente en conciertos, y puesto ya en la tesitura de matar “justifica” su trabajo argumentando que se ha perfeccionado la forma de deshacerse de los enemigos, la máquina de matar es más limpia, hace menos ruido, no deja huellas y sobre todo es más rentable, puede borrar los cadáveres de cientos, miles de personas )enemigos del orden) de acuerdo a técnicas más científicas e incluso “ecológicas”. Y el escritor, el artista, puede ser el autor de una gran obra, y al tiempo recordarnos lo que escribía Beckett del autor del Ulises: “Para Joyce no existía ninguna diferencia entre la caída de una bomba y la caída de una hoja”. En mi novela el teniente alemán de Auschwitz es culto, amante de la música, conversa con el protagonista convertido en un simple número sobre este tema apasionante de la civilización y la barbarie, y sobre todo sobre el “realismo” de la política, los intereses que más allá de lo ideológico, humano o artístico, mueven el mundo. A mí, en un sentido en nada comparable con el que motiva al sobreviviente de Auschwitz, me ocurre sin embargo algo parecido: amo demasiado la música, pero he de escucharla a solas, no puedo acudir a un auditorio, palacio de la ópera y escuchar un concierto contemplando al tiempo a la mayoría de los espectadores que a ellos asisten. Odio las galas. Detrás de esos exponentes de las clases acomodadas, acaudaladas, y de herencias aristocráticas, se esconden muchos de los que no pestañearían si se les dijera que mientras aplauden o se saludan y ríen en los entreactos, están muriendo de hambre o insalubridad miles y miles de personas en el mundo.

La novela se aleja irremediablemente de las nuevas modas editoriales ¿es un acto volitivo o literario?

Las dos cosas. Cuando uno elige un tema, y persigue la manera de tratarlo, está alejándose, aunque no lo haya pensado o pretendido, de la realidad de la literatura-mercancía y del libro que hoy ocupa mayormente el mercado, producto basura que se impone al lector gracias a la publicidad que impone el gusto por los medios de comunicación. Los productos llamados de éxito, multinacionales (naturalmente hay excepciones, hablamos siempre en términos generales) deforman y extinguen el pensamiento crítico y destruyen el lenguaje creativo; los grandes monopolios de la cultura utilizan las consabidas técnicas de la manipulación de las masas, su uniformidad, para asegurarse así beneficios económicos y políticos. Yo no intento escribir novela histórica de consumo fácil, sino que reflexiono imaginariamente sobre la realidad del pasado para comprender, explicar y atacar el propio presente.

¿El estilo que usas es el tuyo o lo adaptaste a la idea de la novela?

El escritor pienso que tiene un estilo que navega en el gran río de la literatura intentando siempre sumergirse en él y aprovechar sus más hermosas y profundas corrientes para incorporarlas al desarrollo del curso propio que pretende crear. A partir de ellas es indudable que busca un camino propio, original, que se adapte al mundo interior y percepción del exterior que motiva su obra. Yo, en esta novela, no puedo desaparecer totalmente, pero intento “adaptar” a sus protagonistas a sus circunstancias. La discusión sobre el compromiso de la literatura me parece que no tiene sentido: nada existe arbitrario, que no esté controlado por el método y los fines que persigue el autor, y éste, lo reconozca o no, lo intente ex profeso o le surja a su pesar vierte su ideología en su obra. Pretender aparecer ausente de los temas morales, éticos, políticos o sociológicos, no digamos culturales que van apareciendo en el discurso poético, narrativo o reflexivo de la obra, es una falacia, es encubrir una voluntad de percibir lo que en realidad esconde su trayectoria creativa.

Literatura de calidad ¿qué espacio crees que tiene en nuestros tiempos?

Yo no hablaría de calidad. La calidad es algo que solo anida en la subjetividad y formación cultural del lector, incluso no estoy seguro que el paso del tiempo defina siempre con exactitud lo que es o no es de calidad. El canon literario también obedece a un proceso subjetivo. Y desconocemos las “otras obras” que permanecieron en el olvido, que por una u otra razón no entraron en ese canon, mientras algunos denostamos, desde nuestra percepción individual muchas de las que aparecen en las enciclopedias o tratados de literatura. Lo que si percibo es que hoy, en la oligarquía cultural que supone sus reclamos publicitarios y listas de ventas impuestas por el poder que marca sus modas y productos en el mercado, al servicio de una política cultural imperialista y de intereses financieros, gran parte de esos productos que se venden como libros son tan basura como determinados alimentos que se consumen bajo parecidas exigencias, y no digamos programas televisivos. Diría que, desde luego, todo lo que sea pensamiento profundo y lenguaje creativo, no convencional, queda al margen de lo que hoy se define como literatura y llena los estantes de las grandes superficies y la lista (insisto en las excepciones) de los productos más vendidos.

¿Qué pretendes transmitir con la novela?

Simplemente, que el lector reflexione sobre algo que normalmente no quiere o puede leer, que profundice con su propia opinión sobre el mundo que intenta reflejar el autor. Tal vez sea tan absurdo como si pidiera que al hablar de ese español que se presenta como una de las cinco fortunas más grandes del mundo, se explicara no el dinero que tiene, y en vez de ensalzar a él y su familia y sus propiedades se hablara de cómo se ha originado: cuantos miles o millones de personas son explotadas inicua y salvajemente para que fabriquen los productos que se venden en todas las lujosas tiendas de su propiedad que jalonan cientos de ciudades del mundo, y cuyos precios centuplican su auténtico coste. Fábricas de esclavos en Thailandia, Corea, India, otras naciones de África y Asia. Con lo que se paga un mes a cada niño, mujer u hombre que en ellas trabaja, no se alcanzaría para devengar el salario de un día de un trabajador en España. Y no hablemos de sus condiciones o esperanzas de vida. ¿Y todavía los malditos embusteros que aquí nos gobiernan se atreven a dar cifras del paro en España? Claro que éste desaparecería de inmediato si se impusieran por decreto las mismas condiciones laborales en nuestro país. Y en eso andan trajinando. Al hablar de mi novela de Auschwitz, y no faltan reflexiones en este sentido, también quiero llamar la atención sobre el hecho de descargar todo el peso de la culpa en hombres como Hitler o Goebels (con lo que le deben a sus técnicas de propaganda e información tantos discípulos de la España actual): no se trata de demonizar a unos pocos sino de extender al sistema que los posibilita el peso de la culpabilidad: insisto: empresarios, banqueros, cardenales, jueces, arquitectos, periodistas, intelectuales, trabajadores de distinta condición y oficio. La novela, para no extenderme más, pretende, además de reflexionar sobre el más abominable genocidio contemporáneo (y nos encontramos llenos de ellos) ahondar en el tema de la culpabilidad colectiva y de los lados oscuros de lo que llamamos civilización.

¿Qué te quedo tras la redacción de la novela y sumergirte en el horror más absoluto?

Siempre he escrito del lado de los derrotados de la historia. Sobre sus víctimas. Y sobre la cobardía de los intelectuales que denunciaba Einstein entre otros. Te queda la soledad, el silencio, sentirte como un náufrago en las aguas estancadas o podridas en que chapoteamos en nuestro tiempo histórico. Y comprobar que la literatura también agoniza por culpa de los vampiros, de los “acosadores”, ahora que los acosadores políticos acosan a sus víctimas invirtiendo los términos del problema para no mostrar que ellos son los que acosan a los que acusan, vampiros y acosadores que se han apoderado de su nombre para esquilmarla, burocratizarla, y pese a los esfuerzos que realizan algunos jóvenes escritores u otros no tan jóvenes como Sánchez Ferlosio por ejemplo, someterla y aniquilarla.

En aquel campo ocurrieron muchas cosas y más aún a los supervivientes, ¿cómo consideras la sensación que tuvieron de desapego tras salvarse?

Los “salvados”, “culpables” por haberse salvado como decía Primo Levi, se convirtieron, por el simple hecho de no morir y poder hablar de aquel horror, que extendía culpabilidades en todo el mundo civilizado, en testigos molestos, incómodos, que eran rechazados o silenciados en todas partes. El campo no les abandonó nunca. No podían evadirse de él. Y el mundo que les toleraba, ya que no les acogía, les provocaba una terrible angustia. De ahí que algunos, los más lúcidos y sensibles, terminaran suicidándose. Los más se acomodaron a intentar vivir, guardando silencio. Solo algunos gritaron. Mi protagonista, como superviviente, intenta reflejar las contradicciones en que vivieron muchos de ellos y acusar a la desmemoria, mala conciencia de los que nunca fueron declarados culpables.

¿Hemos aprendido algo de Auschwitz?

Aunque carezco del sentido del humor, permíteme una ironía. Los que más aprendieron de Auschwitz fueron los propios alemanes. Se empantanaron en dos guerras mundiales que acabaron perdiendo. Y aunque muchos de los economistas o políticos de aquellos años nunca dejaron el poder, se dieron cuenta de que no eran con cañones con los que podían imponerse en Europa en una nueva contienda. Era mejor utilizar los bancos, la política económica. Convertir en vasallos (como antaño hicieron con los gobernantes de Francia, Italia, España, Polonia, Rumanía, etc.) a los actuales gobernantes a los que impusieron leyes y formas de ejercer el poder político que mejor les beneficiara. Claro que estamos en los inicios de esta nueva y peculiar guerra de la llamada Era Democrática. Y al margen de esta no inocente ironía, los pequeños Auschwitz se siguen sucediendo contra pueblos de África, Asia… Y campos no de exterminio, pero sí de degradación humana, ocupan cada vez más áreas de Europa. En ellos penan millones de ciudadanos.

¿Qué proyectos tienes de cara al futuro?

En los últimos años, algunos conocidos, escritores o amigos, me han hablado de que tenía que escribir mis memorias. No me gusta ese término ni ese género. Se miente o se oculta o no se acierta en lo que debiera interesar al lector no inocente. Pero si me atrae, si soy capaz de ello, convertir mi pluma en una especie de ojo de la cámara como el de Dziga Vertov y rastrear los escenarios de la historia en que he vivido, los personajes a los que he tratado, las representaciones en las que participé a lo largo de mi vida: hechos interesantes: desde el franquismo y la censura y represión, al mayo francés, mis crónicas desde Praga cuando la invasión, o desde Portugal cuando el 25 de abril que compartí con algunos de sus protagonistas, mis viajes a Corea del Norte, muchos a la URSS y demás países socialistas y sobre todo el trato con gentes como Carrillo, Pasionaria, los dirigentes cubanos, la experiencia del diario Liberación, la miseria de nuestra cultura, las nuevas formas del fascismo etc. Pero analizar en profundidad, sin prejuicios, sin que yo me encuentre presente en lo que narro o sobre lo que reflexiono, todos esos escenarios de utopías y derrotas, sé que no es fácil, y desde luego tal vez nadie quisiera publicarlo. Pienso, pienso, expurgo informaciones, asalto a mi memoria, y me pregunto si tiene valor fuera de mí, remover la controvertida historia.

DATOS RELACIONADOS

Andrés Sorel (Andrés Martínez López; Segovia, 1937) Escritor y crítico español nacido en Segovia durante la guerra civil. Es hermano del también escritor Antonio Martínez Menchén.

Estudió Magisterio y Filosofía y Letras. Durante la dictadura fue miembro del Partido Comunista. Fue corresponsal de Radio España Independiente entre 1962 y 1971 y dirigió en París la publicación Información Española, destinada a la emigración española en Europa. El apellido Sorel lo tomó del Julien Sorel, protagonista de la novela Rojo y Negro de Stendhal.

Durante la dictadura franquista el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, prohibió la publicación de sus obras.

En 1963 abandonó el Partido Comunista por diferencias ideológicas y políticas.

Tras la Revolución cubana viajó en numerosas ocasiones a la isla, donde entrevistó a Fidel Castro y al Che Guevara. Mantiene su apoyo al gobierno cubano incluso tras su salida del Partido Comunista.

A la muerte de Franco regresó a España y colaboró en diversos periódicos y publicaciones de izquierda, entre los cuales destaca la fundación en 1984 del diario Liberación, presentado como el primer diario de izquierdas radical del país.

En la actualidad es Secretario General de la Asociación Colegial de Escritores de España, y Director de la revista República de las Letras.

Sus numerosas obras, se caracterizan por hondas preocupaciones políticas y sociales, dentro siempre de una vertiente crítica, y se centran sobre todo en el ensayo y la narrativa.

Dentro del género de la narrativa encontramos:

Discurso de la Política y el sexo. 1978- Zero. Zyx. ISBN 978-84-317-0460-5
Concierto en Sevilla. 1982. Cátedra. 2003. RD Editores. ISBN 978-84-87070-18-1
Babilonia, la puerta del cielo. 1989. Exadra. ISBN 978-84-87070-18-1
Regreso a las armas. 1998. Txalaparta argitaletxea. (Tafalla). ISBN 978-84-8136-092-9 (En Google Books)
Las voces del estrecho. 1999. Muchik Ed. Edicones 62. ISBN 978-84-7669-417-6
Apócrifo de Luis Cernuda. 2004. RD Editores. ISBN 978-84-95724-51-9
La noche en que fui traicionada. 2004. Planeta Editorial. ISBN 978-84-08-04365-2
Jesús, el hombre sin Evangelios. 2004. Editorial EDAF. ISBN 978-84-414-1594-2
El falangista vencido y desarmado. 2006. RD Editores, ISBN 978-84-95724-41-0
El libertador de su agonía. 1992. Libertarias Prodhufi. 978-84-7954-066-1 una biografía novelesca del José Martí.

Dentro de la literatura de ensayo tiene publicados:

Introducción a Cuba, 1972 Zero. S.A. ISBN 978-84-317-0132-1
Cuba (1974). CVS (Cindos-Videosistemas, S.A.) ISBN 978-84-354-0010-7
Castilla como agonía. 1975. Editora nacional. ISBN 978-84-86047-42-9
Miguel Hernández, escritor y poeta de la Revolución. 1976. Zezo-Zyx.
Liberación, desolación de la utopía. 1987. Ediciones Libertarias.
Dolores Ibárruri, Memoria Humana. 1992. Madrid. Ediciones Libertarias-Prodhufi, S.A. ISBN 978-84-7954-067-8
El libro de los españoles no imaginarios. 1994. Ediciones Libertarias. ISBN 978-84-7954-207-8
La guerrilla antifranquista. 2002. Txalaparta. ISBN 978-84-8136-229-9
Yo, García Lorca. 2002. Txalaparta argitaletxea. ISBN 978-84-8136-081-3 (En Google Books)
Mañana, Cuba. 2005. RD. Editores. ISBN 978-84-95724-86-1
Siglo XX, Tiempo de Canallas. 2006. Txalaparta argitaletxea. Tafalla. ISBN 978-84-8136-450-7
Saramago, una mirada triste y lúcida. 2007. Algaba. Editorial Edaf. ISBN 978-84-96107-79-3
Miguel Hernández, memoria humana. 2010. Ediciones Vitruvio. ISBN 978-84-92770-39-7

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