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ISSN 2174 - 4092

Tenemos miedo, por eso lo hacemos - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Cada día es peor la situación para informar acerca de lo que ocurre en este país, pero lo peor es que la mayoría lo sabe, muchos indiferentes al significado de esta realidad, otros ajenos a las consecuencias que viene trayendo, unos pocos alegres con el regreso a la España de Franco y de la merma de derechos… especialmente cuando las informaciones evidencian sus propios desmanes. Los últimos tiempos (y no digo semanas, sino, incluso, años) se va endureciendo la acción policial contra la prensa, paralelamente al endurecimiento de la violencia de los cuerpos represivos en las calles, a sus intervenciones, como mínimo, de dudosa legalidad, que sucesivos ministerios del Interior van amparando, justificando… incluso alentando.

Tenemos miedo, por eso lo hacemos

Siguen acosando en España a la prensa independiente

Tenemos miedo, por eso lo hacemos
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Tenemos miedo, por eso lo hacemos

Tú te manifiestas o haces tu trabajo, pero ellos no están ahí para ayudarte o protegerte.
Foto: Julio Castro.

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Tenemos miedo, por eso lo hacemos

Tú te manifiestas o haces tu trabajo, pero ellos no están ahí para ayudarte o protegerte.
Foto: Julio Castro.

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Julio Castro – La República Cultural

Cada día es peor la situación para informar acerca de lo que ocurre en este país, pero lo peor es que la mayoría lo sabe, muchos indiferentes al significado de esta realidad, otros ajenos a las consecuencias que viene trayendo, unos pocos alegres con el regreso a la España de Franco y de la merma de derechos… especialmente cuando las informaciones evidencian sus propios desmanes.

Los últimos tiempos (y no digo semanas, sino, incluso, años) se va endureciendo la acción policial contra la prensa, paralelamente al endurecimiento de la violencia de los cuerpos represivos en las calles, a sus intervenciones, como mínimo, de dudosa legalidad, que sucesivos ministerios del Interior van amparando, justificando… incluso alentando.

Decir que los fotógrafos que publican (publicamos) en medios de comunicación dichas situaciones, somos los garantes de las libertades, sería excesivo, porque no vamos a resolver nosotros lo que responsables del Estado destruyen, pero sí es cierto que en cualquier país en conflicto, desde la invención de la fotografía, quienes recogen esa realidad y la transmiten, han hecho de intermediarios entre la realidad que se esconde, y las sociedades que claman contra los desmanes.

Aquí, donde hace décadas que contamos con una Constitución que ampara el libre derecho a la información y al acceso a la misma, estamos recorriendo el camino inverso, de manera que, mostrarte hoy día como informador de medios en una manifestación, puede ser peligroso. Especialmente si no te paga la nómina un “medio oficial” del Estado. De donde nos podemos preguntar ¿dónde reside la independencia en la información? Pero ese es un debate que ya es demasiado evidente como para abrirlo. Voy a hablar a título personal, pero no dudo que mucho de lo que diré, es generalizado y generalizable.

Salgo con miedo a la calle cuando voy a una manifestación y abro la bolsa de la cámara. Tras tantos años he aprendido a saber cómo se mueve mucha gente en ellas, pero da igual, porque ahora sabes que cualquiera a tu alrededor puede estar preparándote algo.

Salgo con miedo a la calle cuando voy a una manifestación, y creo que el público en general no es consciente de que cuando saca su pequeña cámara o su teléfono móvil, puede estar arriesgándose a un disgusto. Porque luego, cuando quieras poner tus fotos en las redes sociales, van a rastrear tu nombre para denunciarte, para detenerte, para coaccionarte por haber mostrado lo que ocurrió realmente.

Salgo con miedo a la calle, simplemente cuando salgo, cada día, porque ayer detuvieron, en la puerta de sus casas, a dos compañeros que colaboran con otros medios. Su delito: fotografiar agresiones bárbaras de la policía. Y quien diga otra cosa miente. Sé que miente. Todos sabemos que miente.

Hemos visto videos que, desde el año 2011 vienen soliviantándonos en las redes sociales, vienen poniéndonos los pelos de punta, vienen alterando e irritando a la población, porque muestran la cara real de quienes nos gobiernan (o han gobernado), y la de aquellos que están dispuestos a hacer de perros furiosos, fieles a una nueva dictadura, pero sin obtener siquiera su premio al cobrar las presas.

Y el problema no son las fotos o los videos, sino quienes desatan esa violencia.

Raúl Capín y Adolfo Luján no son los únicos casos, antes fue Edu León, al que sistemáticamente se persigue porque no ha cejado en su empeño de fotografiar y publicar. Pero hay más. Muchos silencios en los que la complicidad de otros medios no tiene límites. A tod@s ell@s les admiro profundamente, porque no tratan de ser héroes, sino de vivir con la ética que otros no tuvieron nunca, y pido al resto de profesionales y de la sociedad, que se sumen a la denuncia de cada caso, de cada momento, de cada perversión de nuestra sociedad.

Muchos nos conocemos de manifestaciones pero también de otros trabajos, de la lucha cotidiana por sobrevivir, y también por hacer más habitable esta realidad con nuestra modesta aportación.

Vuelvo a decir que salgo con miedo. Creo que el miedo es algo natural en situaciones similares, pero el miedo no implica dejar de hacer lo que hay que hacer, y mucha gente me ha visto y me verá con la cámara, sin chaleco blanco de ese que significa que pagas tributo a una asociación privada, porque la legislación española (a día de hoy), ni obliga ni puede obligar a formar parte de una entidad, para que te dejen contar o retratar los delitos, o para informar de lo que se oculta.

Tengo, tenemos miedo, por eso lo hacemos, por eso seguiremos saliendo. Pero cuando veas un fotógrafo que se la juega por meterse en medio del conflicto, sin más arma o parapeto que su cámara, apóyalo, porque te está defendiendo. Cuando alguien pone en su red social una imagen denunciando la violencia de los represores, apoya y difunde, porque la paz no es delito, y la violencia no puede ser ley. Que no nos hablen de la Constitución quienes la pervirtieron, ni de libertades aquellos que pervierten el término desde hace siglos.

Algún día el caso de José Couso y de tantos otros que se comprometieron con la ética de su trabajo, se hará real en nuestro entorno, y luego, muchos se preguntarán dónde estamos los fotógrafos: ese día ya será demasiado tarde. Pero también sé que es posible que un buen día, casos como el de José Couso sean los que logren destapar y hacer saltar por los aires la tapa del recinto en el que nos están encerrando.

Pero ellos, también lo saben.

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