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Pola Beck trae su ópera prima Nuevos Horizontes al Festival de cine alemán de Madrid - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

El 15º Festival de cine alemán de Madrid llega a su ecuador; la mitad de sus títulos han desfilado ya por la pantalla de los Cines Palafox. Son títulos que reflejan un cine alemán alejado de la crisis que vivimos aquí, con grandes producciones y despliegue técnico. No escatiman medios para un cine sobrio, sin resquicios, que escarba en el interior de las personas y que olvida lo colectivo porque abandonó ese camino como si su construcción fuera imposible. Nos habla de dudas morales del individuo y las sociedades se convierten en simples decorados. Por ellas deambula una clase media que tiene resueltas las necesidades elementales y que no mira hacia los demás más allá de su círculo personal porque no lo siente como un deber.

Pola Beck trae su ópera prima Nuevos Horizontes al Festival de cine alemán de Madrid

La responsabilidad con 25 años

15º Festival de cine alemán en Madrid
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15º Festival de cine alemán en Madrid

Cartel de la película Nuevos Horizontes

15º Festival de cine alemán en Madrid
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15º Festival de cine alemán en Madrid

Aylin Tezel y Henrike von Kuick en una escena de Nuevos Horizontes

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Javi Álvarez - La República Cultural

El 15º Festival de cine alemán de Madrid llega a su ecuador; la mitad de sus títulos han desfilado ya por la pantalla de los Cines Palafox. Son títulos que reflejan un cine alemán alejado de la crisis que vivimos aquí, con grandes producciones y despliegue técnico. No escatiman medios para un cine sobrio, sin resquicios, que escarba en el interior de las personas y que olvida lo colectivo porque abandonó ese camino como si su construcción fuera imposible. Nos habla de dudas morales del individuo y las sociedades se convierten en simples decorados. Por ellas deambula una clase media que tiene resueltas las necesidades elementales y que no mira hacia los demás más allá de su círculo personal porque no lo siente como un deber.

Uno de los estrenos programados en esta edición es la ópera prima de Pola Beck, Nuevos Horizontes. Podría haber sido un drama juvenil y llorón para emitir a media tarde, de esos que llamamos Estrenos TV, y sin embargo su directora transforma la historia en otro cosa: una mirada introspectiva. Y lo hace mientras va jugando a dos ritmos, el acelerado de la juventud y el pausado del mundo de los mayores. La historia se centra sobre ese punto en el que se pasa de un lado de la frontera al otro, en el que la responsabilidad comienza a presentarse y los actos empiezan a tener consecuencias. Podría ser un buen momento, en el que se van eligiendo elementos de un lado y del otro según convenga, donde aún se puede ver con idealismo lo que dejará de tenerlo en breve, pero no lo es porque la realidad se empeña en mostrarse con tozudez, en arrebatarnos una inocencia inservible.

Entre un mundo y otro queda un espacio por habitar, un lugar con claves nuevas que precisan ser descifradas y donde se van perdiendo las posturas frívolas. Transitar por ese lugar obliga a que se construyan obsesiones que no consiguen traspasar el papel, incapaces de convertirse en realidades, porque es imposible sostenerse agarrado a ellas. Se descubre también la ausencia y se hace con dolor, a través de la falta de apoyo y ayuda de los más próximos, unos debido a que aún no están listos para esa nueva etapa y otros porque ya la han dejado atrás o incluso olvidado. De pronto se imponen las soledades, las incomprensiones, la realidad que pesa y asfixia, como si a nadie le hubiera ocurrido antes. Es el tiempo donde el egoísmo no triunfa porque se empieza a ser consciente que para ser feliz se necesita algo más que un mismo individuo. Ese virar desde el mundo adolescente de la irresponsabilidad y lo frenético hacia una asunción de un mundo más tranquilo y responsable, ese hacerse mayor, está perfectamente descrito en Nuevos Horizontes donde su protagonista, con 25 años y una circunstancia que se le presenta, va cambiando sus prioridades. Ahora los temas de los que habla son otros y eso también la distancia descolocándola.

La película marca perfectamente los dos planos de lo que se va a quedar atrás y al que se llega, separando ambos explícitamente. Sin embargo peca al querer acentuar el tránsito del uno hacia el otro con demasiadas imágenes simbólicas, como de hojas cayendo o de vías de trenes que se separan. Resultan contemplativas, como caprichos de una poética que se niega a dejar de ser joven.

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