Feed RSS
Alberto García-Teresa – La República Cultural
La reedición de Cancionero de la enamorada de Carmen Conde (publicado por primera vez en 1971) recupera una voz clara, de gran intensidad, que ha constituido uno de los hitos de la poesía española de posguerra y que resulta fundamental para comprender el reconocimiento del papel como escritora de la mujer en nuestra cultura.
Conde, la primera mujer nombrada miembro de la RAE (en 1978), agrupa en esta obra, como señala el título, poemas de amor. Ella misma la calificó de “librito sencillo, inocente, nostálgico”. De este modo, la poeta sitúa la emoción en el primer plano de la enunciación y, así, aborda especialmente la celebración de la dicha. Maneja también el dolor por la separación, el desasosiego a causa de la distancia, o el desamor, la ruptura amorosa y la despedida.
El libro está escrito en octosílabos, que en, su mayor parte, quedan dispuestos como romances, aunque emplea puntualmente otras estrofas. Con ellos, consigue un ritmo ágil, espoleado por los paralelismos.
Por otra parte, destaca la presencia continua de la naturaleza en los poemas. La autora lleva a cabo una proyección en el paisaje, que vibra y siente con el “yo”, y que es trabajado con gran sensibilidad y plasticidad. En ese sentido, sobresale el agua, en todas sus manifestaciones: arroyos, ríos, fuentes y, especialmente, el mar. No en vano, lo marítimo posee una presencia predominante en el libro. A su vez, jardines y campos resultan los escenarios más utilizados en los textos. Apenas aparecen construcciones urbanas, salvo, ocasionalmente, el puerto, el cual hay que ligar antes con el mar que con los asentamientos humanos. De hecho, no constan más personas en los poemas que los amantes. Así, el “yo” se dirige al amado, o lo evoca. Por tanto, se trata de un amor vivido en pareja, con el entorno natural, comunicado y compartido a través de éste, y del cual la poesía de Carmen Conde quiere ser registro íntimo y colectivo.
