Blanca Vázquez – La República Cultural
El argentino Santiago Mitre, guionista habitual de Pablo trapero, (Leonera -2008-, Carancho -2010-, Elefante blanco -2012-) ha estrenado largometraje, con el que ha conquistado más de un Festival lo que le abre las puertas a continuar rodando sus guiones. El estudiante es un film muy a tener en cuenta en la cartelera de este mes de agosto. Ganadora (ex aequo) del Festival de Cine de Gijón 2011 y de Locarno con el Premio Especial del Jurado, así como premiada por la crítica argentina, Mitre ha proyectado un cine político, realista, social, del que no deja de aportar ciertas sombras de thriller y sexo, todo dentro de un marco muy creíble.
Natural y dinámico, realizado el film con un presupuesto paupérrimo, por negada la ayuda institucional, sin embargo la facultad de Ciencias Sociales le presto todo su apoyo y escenarios, así como alumnos reales junto a sus actores. Pero ¿qué demuestra estos malabarismos financieros? Que se puede hacer cinematografía realmente interesante a bajo mínimos económicos. Y la prueba está en El estudiante, que salvando las distancias, podríamos comparar con Los idus de marzo (2011 con George Clooney).
Bien es sabido que las universidades son canteras para captar jugadores del entramado político y de Inteligencia de los gobiernos. Nos lo cuenta desde hace décadas John le Carré. Lo mismo da que sea la universidad, el gobierno, o la empresa, la política parece alimentarse continuamente de negociaciones (en muchos casos vergonzosas), pactos de conveniencia personal y corruptelas. ¿Donde queda el idealismo de las buenas intenciones? Algunos nos tememos desde siempre que en casi nada, de ahí quizás la existencia de anarquistas. ¿Podría considerarse a Roque un anarquista al final del filme?
Roque, interpretación virtuosa y con ganas de Esteban Lamothe, es un universitario que anda un poco perdido entre comenzar varias carreras y dejarlas. Gusta a las chicas, sale de fiestas, y parece que nada más le motiva. Hasta que conoce a Paula (Romina Paula), joven profesora metida de lleno en la política de control del campus. Ella y su grupo, entre los que está Alberto Acevedo (Ricardo Felix), maduro personaje con poder y estrategias, las suficientes para manejar a su antojo a enamorados como Roque, discuten y luchan por llegar a ganar las elecciones al rectorado. Pero no solo es lo sentimental lo que lleva a este estudiante a interesarse por la política interna de la Universidad, finalmente acaba sucumbiendo a la propia inercia de los juegos políticos, reflejo de lo que ocurre en la alta política.
Así Roque aprende, se decepciona, maneja, concluye y finalmente actúa. Rompe con la inercia de una ética más que cuestionable y lo hace sin dudas. Quizá es hora de mostrar que en política también se puede ser honrado. Mitre apuesta por romper con esa constante de mala práctica y negociaciones más que vergonzosas, más actuales que nunca.
Con cámara en mano, primeros planos punzantes de mirada casi quirúrgica, unos diálogos limpios de pretensiones (de una cantera de actores de lo mejor, los de Argentina) y un ritmo bien encadenado, el film convence en calidad. Aunque por momentos se nos escapen detalles sobre el entramado que montan los grupos estudiantiles, ello no le quita ningún valor al conjunto.