Eliane Hernández - La República Cultural
Largas colas de espera reciben al público a su llegada al Museo Reina Sofía. Con más de 630.000 visitantes, según las cifras oficiales a primeros de mes, la exposición Dalí. Todas las sugestiones poéticas y todas las posibilidades plásticas se ha convertido en la más vista de todas las celebradas en el museo hasta el momento. La masiva afluencia de visitantes era previsible después del gran éxito que tuvo en el Centro Pompidou de París, el cual, por primera vez en su historia, permaneció abierto las 24 horas durante los últimos días de la exposición.
Por lo que no es de extrañar que el Reina Sofía haya decidido ampliar también su horario en los últimos días de la exposición, para que pueda visitarse de lunes a sábado hasta las once de la noche, y los días 30 y 31, hasta la una de la madrugada. Además de haber creado, casi desde el inicio de la muestra, una sección de preguntas frecuentes dentro de su web, en la que se daba especial importancia a la venta anticipada de entradas y a los horarios recomendados de visita.
Y es que Dalí levanta pasiones, pero ¿qué tiene para provocar tal expectación?. ¿Por qué este artista, y no cualquier otro, es capaz de semejante poder de convocatoria? Familias con niños, parejas mayores, jóvenes en grupo, españoles y extranjeros, todos se siente atraídos sin remedio por el creador surrealista, que fue capaz de generar un arte perturbador que apela directamente a los espectadores. Según sus propias palabras “la obra de arte puede llevar al cerebro de las personas que no son artistas las máximas garantías de información espiritual”.
Quizá por eso sea tan fácil dejarse enganchar por su obra. Porque sus imágenes apelan al subconsciente, y en ese mundo todos nos encontramos más cómodos. Y con cada nueva mirada descubrimos algo que antes nos había pasado inadvertido. Un detalle que seguramente no sea el mismo que nos cautivó la primera vez y que, sin embargo, nos atrapa sin remedio.
A través de las más de 200 obras reunidas para esta retrospectiva es posible adentrarse en el universo cautivador de Salvador Dalí, no solo por medio de sus pinturas y dibujos, sino también gracias a sus esculturas, fotografías, material documental, e, incluso, sus manuscritos, ya que se consideraba a si mismo mejor escritor que pintor.
Mediante un recorrido cronológico dividido en once secciones conocemos también al Dalí más teatral. Y no solo al personaje que construyó a partir de si mismo, el cual puede apreciarse en toda su magnitud en las proyecciones de varios de sus happening, o en anuncios publicitarios como el de Chocolat Lanvin, o el de Alka-Seltzer. Sino al creador de decorados para obras de ballet y teatro, como los de la representación de Don Juan Tenorio que tuvo lugar en Madrid en 1964, o al diseñador de la famosa secuencia onírica de la película Recuerda, de Hitchcock. Sin olvidar, por supuesto, su colaboración con Walt Disney: Destino, un corto sin diálogos cuya producción comenzó en 1945 pero que no fue estrenado hasta 2003.