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Blanca Vázquez – La República Cultural
El 3D se está haciendo sitio entre la cinematografía seria, esa que gusta a festivales, crítica, productores y público. Populares pero al mismo tiempo dotadas de calidad. Ya no es una cuestión de cine de animación o aventuras desquiciadas de videojuego. Presentada en el Festival de Venecia, y en la sección Perlas del pasado Festival de San Sebastián, Gravity, de Alfonso Cuarón, levantó muchos aplausos y desde luego venta de entradas, importante hoy en día. Cine minimalista en cuanto al casting, George Clooney y especialmente Sandra Bullock son sus únicos protagonistas. Podría parecer arriesgado, y sin embargo es una de las películas más taquilleras e interesantes, junto a Rush (de la que hablamos hace pocos días) del panorama de la gran pantalla, tan herido y repetitivo en estos años de crisis. Ambientar una historia en el oscuro, silencioso, y al mismo tiempo impresionante espacio estelar, haciendo de ello una propuesta lo más realista posible, científica, casi documental, donde sin embargo no falta una gran dosis cinéfila de exhausta lucha humana ante un medio hostil.
Sin la falta un poderoso argumento de tensión, y un ritmo apabullante, es su puesta en escena, su show de efectos en 3D, y su fluida coreografía visual, recabando en un hiperrealismo del que el cine se está haciendo eco últimamente, con la tierra de fondo lo que le da la diferencia con respecto a otros productos del medio espacial. Una forma distinta también para el espectador, esos primeros planos de la tierra, para comprender el término hogar, y entender lo global como “mi casa” que ya decía E.T. en el reverso de la historia.
Dos astronautas, Ryan Stone (Bullock) una ingeniero médico en su primera misión y un veterano astronauta, Matt Kowalski (Clooney) junto a otros compañeros de tripulación que apenas aparecen, realizan labores de mantenimiento en el exterior de su nave espacial. Repentinamente se hallan en peligro debido al desprendimiento de restos de satélites dañados, pierden el contacto con Houston y se quedan como únicos supervivientes a la derive en el espacio, con la sola posibilidad de llegar a una estación china a distancia remarcable de su posición.
Esa situación de falta de gravedad es lo más destacado del film, donde todo se hace demasiado bailarín y en continuo movimiento, que pone al espectador en constante tensión. La oprimente soledad del medio, en el que no puedes poner pie firme en nada, y la lucha por mantenerse en vida y comunicarse con la tierra son los puntos álgidos del film, donde también la vida personal de sus protagonistas le da un carácter muy especifico al film.
Más de uno pensará si es Sandra Bullock la actriz adecuada para el papel. Lo cierto es que pasa la prueba con sobresaliente. Al margen de sus mediocres y populares comedias, la Bullock es una mujer que apuesta por una posición fuerte en la industria, de ahí su labor como productora también. Su preparación física y psicológica para Gravity ha sido compensada con aplausos, minimizando el exceso de botox de su rostro, que no ayuda a expresar emociones precisamente.
Aplaudido en San Sebastian, el film de Cuarón, amigo cercano de James Cameron, remite a ese cine de mínimo atrezzo, superación, e intensa emoción, como ya vimos con Buried (2010), de Rodrigo Cortés, I am Legend (2007), de Francis Lawrence Náufrago (2000), de Robert Zemeckis, y todos aquellos de extenuante supervivencia.
Hora y media de odisea en el espacio y de emoción de cine. Absolutamente recomendable.
