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Santiago Aguaded Landero: “No es que debamos dejar un espacio para cantar a lo natural, sino que debemos cantar para que lo natural vuelva a presidir la vida de los hombres” - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Hay muchos poetas que dicen que las palabras, y más la palabra poética, no cambia el mundo, que la palabra poco puede. No estoy de acuerdo con estas afirmaciones. Dar nombre a las cosas ya supone un cambio, pues por el nombre la conocemos y la estimamos o la odiamos. A lo mejor el cambio es tan sutil o tan pequeño que no es perceptible, pero nombrar, cantar ya supone algo que une a las personas.

Santiago Aguaded Landero: “No es que debamos dejar un espacio para cantar a lo natural, sino que debemos cantar para que lo natural vuelva a presidir la vida de los hombres

Entrevista al coordinador del proyecto Alquimia de poesía

Alquimia de la tierra
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Alquimia de la tierra

Portada del libro de Santiago Aguaded

Santiago Aguaded Landero
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Santiago Aguaded Landero

Foto: cortesía del escritor.

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Alberto García-Teresa – La República Cultural

El poeta Santiago Aguaded Landero, autor de Libro de los mendigos, Salario o Agencia del miedo, coordina un singular proyecto de antologías que quieren manifestar la relación de la poesía con los elementos de la naturaleza. De momento, se han publicado Alquimia del agua (Consulcom, 2012) y Alquimia de la tierra (Universidad de Huelva, 2013). Están pendientes de editarse Alquimia del fuego (Fundacion Zenobia-JRJ, previsto para 2014) y Alquimia de la sal. Charlamos con este profesor de Didáctica de Ciencias Experimentales en la Universidad de Huelva sobre esta iniciativa.

¿En qué consiste el proyecto de “Alquimia”?

El proyecto “Alquimia” consiste en la edición de cuatro antologías internacionales de poetas y prosistas relativos a los elementos primigenios (agua, tierra, aire y fuego). Estas antologías se caracterizan por dar una cosmovisión alternativa, es decir, se trata de ver el mundo desde una manera crítica, haciendo visible aquellas agresiones humanas o aspectos naturales que tienen que ver con la degradación del planeta o de la vida en el planeta. Por tanto, tienen cabida en estas antologías ecopoemas relativos a la destrucción de la naturaleza ya sea a través de una marea negra o un incendio forestal pero sin olvidar otros aspectos estéticos, como por ejemplo, un paisaje. También se caracteriza por una síntesis entre literatura y ciencia, lo que algunos han llamado “ecocrítica”.

Abruma el trabajo de selección y de búsqueda, pues todas ellas son libros muy voluminosos. ¿Qué pautas has empleado para poder organizar todo esos textos?

En las dos antologías publicadas, la del agua y la de la tierra, se ha seguido criterios temáticos acerca de estos elementos, es decir, seleccionar y ordenar los poemas siguiendo y considerado al agua (y a la tierra) como amiga, enemiga del hombre, así como su origen y su fin, incluyendo también aspectos mitológicos o de cosmovisiones indígenas. Por ejemplo, en Alquimia de la tierra se encuentra algunos apartados como estos: el origen del mundo, la tierra madre como diosa, el dinero y el consumo y la guerra como destructor de la tierra, los paisajes degradados o no y su biodiversidad, los alquimistas de la tierra como ciclos de elementos y por fin un apartado sobre la luna y el fin del mundo.

La relación de la poesía con los elementos primigenios casi se puede considerar como básica. La lírica como canto, como construcción de mitologías, como forma de nombrar lo que se entiende y a lo que se venera, están entre las primeras manifestaciones poéticas registradas. ¿Qué papel consideras que juegan estos elementos en la poesía actual?

Evidentemente, el poeta actual no puede tratar estos elementos como los filósofos presocráticos. Centrémonos en el fuego. Como dice Umberto Eco, nuestra relación con él es escasa, ya no nos calentemos en una chimenea, ni vemos la llama de vitrocerámica y, sin embargo, los elementos, el fuego y el aire, son parte integrante de combustiones que se realizan en los coches, en las centrales térmicas que generan nuestra electricidad. El poeta no puede obviar estos acontecimientos y tiene que poetizar, si es un poeta de la naturaleza, esto que digo. En el caso del agua y de la tierra es más persistente, pues todo poeta que se precie ha cantado alguna vez al agua y a la tierra.

También has apostado por los poemas en otras lenguas. ¿Qué une a las distintas realidades culturales representadas en relación con estos elementos naturales?

Creo que hay una visión universal de que el agua, el aire y la tierra son bienes preciosos y escasos y, en muchos casos, son considerados divinidades. En el mundo occidental, sin embargo, se ha olvidado esta visión y el capitalismo ha conseguido crear mercancía con ellas. A mi me interesan las visiones de poetas de otras lenguas porque pueden dar visiones diferentes de lo mismo y enriquecer nuestra cosmovisión. Evidentemente, por cuestiones de acceso y de traducciones hay mas poetas occidentales que africanos, amerindios o asiáticos. Pero creo que el conjunto ofrece una visión nueva aunque con limitaciones.

Incides en la perspectiva crítica. ¿Qué puede hacer la poesía en este camino hacia el ecocidio que estamos viviendo?

Hay muchos poetas que dicen que las palabras, y más la palabra poética, no cambia el mundo, que la palabra poco puede. No estoy de acuerdo con estas afirmaciones. Dar nombre a las cosas ya supone un cambio, pues por el nombre la conocemos y la estimamos o la odiamos. A lo mejor el cambio es tan sutil o tan pequeño que no es perceptible, pero nombrar, cantar ya supone algo que une a las personas.

Prestas especial atención al momento de transformación, de alquimia, de lo natural. En una etapa en la cual se quiere presentar todo como inamovible, ¿qué papel juega esa postura?

Aunque no nos demos cuenta (especialmente en lo pequeño), todo es transformación, cambio. Las personas cambiamos con el tiempo, pero no sólo eso, sino que los ecosistemas naturales y sociales cambian. Aunque algunos pretendan cambiar algo para que nada cambie es imposible. Y el motor de los cambios es un proceso energético en el caso de los sistemas naturales (o de información en el caso de los sistemas sociales). Así pues, el fuego, el calor, la luz son motores de organización y cambios en los sistemas mientras que en los sistemas sociales que también necesitan de esa energía hay un proceso también cultural. La información que se convierte en poder y otra que se convierte en conocimiento o sabiduría. Recordemos aquellos famosos versos de T.S. Eliot del poema “El primer coro de la roca”: “Dónde está la sabiduría que hemos perdido en el conocimiento? / ¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?”. Y yo añadiría: ¿Dónde está la información que perdimos de los datos?

Con tan extensa tradición poética sobre estos elementos, ¿no se corre el riesgo de la repetición de metáforas tópicas?

No temo a la repetición, es más, incluso creo que se deben poner los poemas clásicos sobre estos elementos. Y la obra está pensada para enriquecer con los poetas contemporáneos a esas visiones clásicas de los cuatros elementos.

¿Queda, entonces, espacio para la naturaleza en la poesía de sociedades industrializadas como la nuestra, hoy en día, por tanto?

Sin el soporte de los sistemas agro-silvo-pastorales, la sociedad industrializada dejaría de existir, cualquier sociedad dejaría de existir. No es que debamos dejar un espacio para cantar a lo natural, sino que debemos cantar para que lo natural, sus ciclos, su sabía austeridad vuelva a presidir la vida de los hombres. Desde la ecología sabemos que quien sobrepasa sus límites y agota sus recursos perece. Por tanto si no queremos correr la misma suerte que miles o millones de especies que se han extinguido a lo largo de la historia de la tierra, tenemos que (re)aprender a vivir en armonía con la Naturaleza. En ese proceso de (re)aprendizaje juega un papel importante, como en todo aprendizaje, el sentimiento, la emoción (o como se llama ahora inteligencia emocional). Ahí esta el terreno de la poesía, de la literatura, de la pintura y de la cultura en general.

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