Julio Castro – La República Cultural
Raffaella Carrá es una de las voces que pasarán por el filtro de este burdel, con música en off y la actuación de Pilar Minsa que nos canta un fragmento de Lucas. Pero habrá otros temas y otras voces durante este periplo artístico.
Es que ando de burdeles estos días ¡quién me lo iba a decir! Hace unos días, La noche al revés me conducía aquí, y es que, finalmente, la cultura acaba conduciendo a estos lugares. Cosas del teatro, el libertinaje de faranduleros y faranduleras, que no deja de inventarse excusas para convertir todo en diversión. O no.
Y es que El casting, prácticamente ha nacido como carne de puterío, y no sé si pensar que se trata de este casting o cualquiera que se precie. En parte me parece que es de lo que se trata, de denunciar lo que estamos viviendo en provecho de otra gente que abusa de todo de vida propia, de vida ajena, de aquello que puedan…
En este caso estamos en un burdel distinto, es El Burdel a Escena, un nuevo local del espectáculo teatral madrileño que, ¡cómo no!, se ha ubicado en el barrio de Lavapiés. En esta producción veremos una propuesta que no se limita al mero divertimento, aunque tenga una buena base de cabaret, mezclado con el puro teatro musical que recuerda a la revista, para dejarnos el regusto de un trasfondo crítico, donde sus personajes mueven el fiel de la balanza entre la “vida alegre”, y la vida satisfactoria, entre el pensarse la vida y el vivir sin pensar.
Aquí la gente viene a pasar un buen rato, y las chicas a ganarse 3.000€ al mes, mientras que la madame (Pilar Minsa), trata de darles una vida algo menos dura, siempre que ella pueda acumular su dinero.
La historia es participativa, porque habrá que recorrer los distintos espacios del local en varias ocasiones, a fin de seguir la acción que se desarrolla. En sus habitaciones y en el salón se han desarrollado estas actividades, solo que con el comercio real de la carne, hasta hace pocos meses (y esto lo digo en serio), en que Doriam Sojo, que ahora lo regenta como sala teatral, lo adecentó y pintó para sus nuevos fines. Sin embargo se conservan muchos de los elementos originales, junto a otros que se suman como atrezo de las obras que aquí se representan.
Los personajes que componen El casting dan equilibrio al conjunto de la propuesta, y componen los rasgos de una sociedad equilibrada, así que el resultado que me llevo es el de una sociedad prostituida por su división, su fragmentación entre ideas, sentimientos y obligaciones creadas. Cada una de las chicas son uno de los elementos que, unidos, configuran ese equilibrio del que hablaba.
Todo (o casi todo) discurre entre risas y bromas. Hemos llegado a un casting en el que nos escogerán para trabajar, no en una película, sino en un burdel, pero las más interesadas son dos participantes en concreto: Clara, más conocida profesionalmente como Susan Borman (en realidad Ainhoa Tato) y Merche, que se ha puesto el nombre profesional de Linda Lovelace (y a la que da vida Alexandra Torres). La madame es exigente, se adora a sí misma, le gusta lucirse en cuerpo y alma, pero siente cierto respeto por sus chicas.
Si la voz de Pilar Minsa es buena, la de Alexandra Torres no le anda a la zaga. Aunque si hablamos de centrar el tema, el turno le corresponde a Ainhoa Tato, que a través de su peculiar e inocente manera de seguir a sus deseos de triunfo artístico, nos habla de lo que va a conseguir, y de cómo tiene que mantener el hilo conectado a su dignidad, sea cual sea la situación. Por su parte, el personaje de Alexandra nos cuenta parte de su infancia y el sentido de los abusos “aquellos insultos y palizas de mami eran mis abrazos, aunque mi padre y mis hermanos también me abrazaban… casi a diario”. No iré más allá, porque ese no es el espíritu de la evidencia en esta historia, pero ahí está.
No me esperaba que la manera de abordar este trabajo, así como el desarrollo de las actrices, lograra capturarme de esta manera y convencerme realmente de lo que hacen, de lo que proponen. Tal vez aligeraría un poco el desarrollo, pero tampoco es un trabajo fácil.
Propongo dos trayectos: uno que conduce al interior de El Burdel, otro que explora en el espíritu de este trabajo. Creo que ambos pasan por un camino divertido y nada banal, que hará disfrutar al público.