Alberto García-Teresa – La República Cultural
La poesía de Mar Benegas se ha caracterizado por desplegar versos de gran poder de evocación a partir de algunos elementos específicos y reiterativos que sirven de anclaje y de punto de partida de la proyección metafórica.
En La ciudad o la palabra pájaro, Benegas mantiene la cohesión de sus libros anteriores, el espléndido Niña pluma, niña nadie o El abrazo, aunque, esta vez, se separa más de lo concreto y se levanta alrededor del pájaro como símbolo recurrente. La autora lo considera predecesor del ser humano, quien ha perdido sus alas. Se refiere, por tanto, a una condición extraviada.
Aparece también a través de la acción del vuelo, el cual es presentado por la poeta como constructor de realidad. Cifra allí el misterio del mundo.
Así, realiza una mitificación del vuelo, al que considera goce absoluto, cercano a la sublimación. Le otorga un componente de pureza, que proviene de una larga tradición, frente a la contaminación impura de lo terrestre. A todo ello, añade conceptos y elementos absolutos, como el tiempo y se enmarca el conjunto en un espacio de luz, que continúa coherentemente su imaginería.
Los poemas se construyen tejiendo todos estos aspectos, yuxtaponiendo varios planes textuales. Consigue, entonces, una atmósfera mítica. No en vano, aparecen dioses, emplea un registro profético y es continua la alusión o la plasmación de la creación (desde una perspectiva femenina, además –el útero es un referente muy presente–). Así, Mar Benegas obtiene un poemario que busca avanzar en su propuesta estética ahondando en la resonancia y en la sugerencia.