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ISSN 2174 - 4092

La última tumba, de Alexis Ravelo - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Ya no es una novedad asociar el nombre de Alexis Ravelo a la calidad literaria y la presente obra viene a certificarlo a modo de verdad absoluta. La novela más bien es más una obra de confirmación, de demostración explícita de que el autor ha alcanzado un nivel de calidad a la que ya no creo que renuncie y sus lectores tampoco, lo cual es complicado, en especial para él.

La última tumba, de Alexis Ravelo

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La última tumba

Portada de la novela de Alexis Ravelo

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La última tumba

Portada de la novela de Alexis Ravelo

DATOS RELACIONADOS

Título: La última tumba
Autor: Alexis Ravelo
Editorial: Edaf (2013)
Páginas: 253
ISBN: 978-84-414-3345-8

Sergio Torrijos – La República Cultural

Ya no es una novedad asociar el nombre de Alexis Ravelo a la calidad literaria y la presente obra viene a certificarlo a modo de verdad absoluta. La novela más bien es más una obra de confirmación, de demostración explícita de que el autor ha alcanzado un nivel de calidad a la que ya no creo que renuncie y sus lectores tampoco, lo cual es complicado, en especial para él.

Me agrada sobremanera que autores como éste, de novela negra de verdad, se hagan un hueco en nuestro panorama editorial y consiguiendo un éxito sin paliativos como es el premio de mejor novela en el certamen “Ciudad de Getafe 2013”. Un galardón serio, es decir, elegido entre iguales, nada de artilugios editoriales para relanzar una obra nueva, los que siguen la actualidad de premios literarios saben a que me refiero.

No es común encontrar novelas negras al cabo de la calle y ganando premios, cierto es que en nuestro país tenemos una buena tradición literaria al respecto, con autores tan potentes como Andreú Martín, Juan Madrid o Julián Ibáñez, por citar a los tres que siempre me vienen a la cabeza cuando hablamos de novela negra y que junto a Vázquez Montalbán serían los padres de esta manera de ver la literatura, a los que habría que sumar un buen número más de escritores que ahora mismo trabajan el género con amplios márgenes de calidad. ¿Por qué sorprende? Pues la respuesta es muy sencilla, la novela negra ha sido siempre la cenicienta de nuestra literatura, calificada como género popular se la ha restado valor de manera continua, aunque no haya escritor que no haya hecho sus pinitos en el género o lo haya intentado. Pero una cosa es intentarlo y otra hacerlo bien, meterse en harina de realizar una novela negra tiene lo suyo, hay que posar la mirada sobre el entorno y destilar lo que la realidad nos muestra y pasarlo al papel. La realidad y lo negro tienen mucho que ver, solamente es preciso abrir un diario y leer las noticias de sucesos y ya tienes argumentos para novelas negras por doquier. En esta ocasión Ravelo se dedica a uno de los fundamentos del género negro, la venganza. Hasta esta afirmación nada existe de negro pero si le dotamos de algún detalle más como que el protagonista Adrián Miranda Gil sale de la cárcel tras cumplir veinte años por un asesinato que no cometió, ya empieza a ser algo más oscuro el trasfondo. Si le ponemos que Adrián era chapero y drogodependiente en el momento de los hechos pues tenemos el comienzo de lo que puede ser un buen argumento, sumémosle que la víctima era un asesor de un alto cargo político en las Islas Canarias y todo parece como que encaja perfectamente.

El ejercicio del autor es contraponer esos dos mundos, uno acaudalado, rico, el de las elites frente al común del resto de los mortales. Se definen a las elites de manera muy gráfica. “Willy era eso: el puente que prolongaba el maridaje entre los viejos zángamos y los nuevos poderosos; el ejemplo viviente de que las castas de la opresión se prolongan solamente si son capaces de inventar nuevos mecanismos de control del poder, cada vez más sutiles, más ocultos. De vez en cuando, para fingir que el sistema es justo, que funciona, que tiene sus garantías y es democrático, trincan a alguno de ellos con las manos pringadas, normalmente por la denuncia de otro que es de su mismo palo; pero la Ley siempre es más lenta, más torpe, y está menos interesada en llevar al talego a estos hijos de la gran puta que a los cuatro miserables que sobreviven a base de vender mandanga o dar tirones”.

Realidad o ficción, o la ficción se parece demasiado a la realidad. Objetividad en todo caso lo que nos refiere el autor con verdades como puños y que no son otra cosa que lo que siempre ha buscado la novela negra, denunciar, exponer hechos reales que a diario aparecen a nuestro alrededor. Ese elemento recuperado eleva a la obra no sólo como un instrumento literario inventado para provocar emociones al lector sino para algo más, para exponer y mostrar la sociedad actual y sus problemas. Esa sociedad es en la que se mueven los protagonistas de la obra y nos van mostrando lo que en verdad existe al pie de calle.

El contraste entre dos mundos tan diferentes es uno de los elementos más sugerentes de la novela que tiene grandes virtudes, como son un ritmo trepidante, unos personajes bien construidos y una trama acorde a todo ello. Aún así tengo que destacar que la obra provoca esa tensión en el lector que le obliga a leer sin parar, cuando te quieres dar cuenta estás del lado de los débiles y llevas media novela a la espalda y te entristece que vaya a durar tan poco lo que queda por leer.

La obra aporta mucha frescura, en especial con ese empleo del lenguaje tan propio de las islas, donde se desarrolla toda la historia, manejada con soltura por el autor, porque da gusto leer a Ravelo, no sólo por el manejo del lenguaje sino por ese viento cálido y ese acento tan insular.

Me gustaría recomendar la obra a todos nuestros lectores, de seguro que no se arrepentirán. Es una manera estupenda empezar el año con una obra de estas características, una recomendación asegurada, para todos los lectores. Espero que disfruten tanto de la novela como lo he hecho yo.

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