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Elliott Murphy y Olivier Durand, cantautores del rock en estado puro - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Hablar de Elliott Murphy es hablar de una leyenda viva del Rock and Roll americano. Tan viva como que lleva la friolera de 40 años en esto de la música y en su haber nada menos que 30 álbumes. Desde que en 1973 publicara Aquashow no ha parado de crear y de producir discos. Ahora presenta su último trabajo It Takes a Worried Man editado en 2013 y algo me dice que no será el último. Escritor, productor, periodista pero por encima de todo músico. Cercano a estilos como Bruce Springsteen. Influenciado por personajes como Lou Reed, o bandas como The Velvet Underground o The Talking Heads.

Elliott Murphy y Olivier Durand, cantautores del rock en estado puro

"¡Te voy a echar mucho de menos Lou! Nunca va a existir nadie tan auténtico como tú"

Elliott Murphy y Olivier Durand
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Elliott Murphy y Olivier Durand

Olivier Durand durante el concierto en la Sala Clamores
Foto: Raúl Martínez

Elliott Murphy y Olivier Durand
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Elliott Murphy y Olivier Durand

Elliott Murphy durante el concierto en la Sala Clamores
Foto: Raúl Martínez

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Elliott Murphy

Ramami - La República Cultural

Hablar de Elliott Murphy es hablar de una leyenda viva del Rock and Roll americano. Tan viva como que lleva la friolera de 40 años en esto de la música y en su haber nada menos que 30 álbumes. Desde que en 1973 publicara Aquashow no ha parado de crear y de producir discos. Ahora presenta su último trabajo It Takes a Worried Man editado en 2013 y algo me dice que no será el último.

Escritor, productor, periodista pero por encima de todo músico. Cercano a estilos como Bruce Springsteen. Influenciado por personajes como Lou Reed, o bandas como The Velvet Underground o The Talking Heads. En sus discos ha colaborado Phill Collins, Billy Joe, Shawn Colvin o Bruce Springsteen, y miembros de grupos como The Smithereens, Talking Heads o de la banda francesa The Violent Femmes. Aunque su música habla por sí sola y no necesita de padrinos para certificar su valía.

Trabajador incansable. Enganchado a los escenarios, está permanentemente de gira y realiza al año una media de cien conciertos. Aunque Elliott ha nacido en New York reside en París y seguramente gracias a eso, a la cercanía, tenemos la suerte de que nos visite con cierta asiduidad. El mes de enero lo tenía reservado para hacer la gira española. En esta ocasión ha pasado por Pamplona, Zaragoza, Bilbao y por dos días consecutivos por Madrid. Le acompaña como siempre, desde hace ya dieciocho años, el francés Olivier Durand. Músico que no sólo está con él encima de las tablas, sino que se compenetra a la perfección colaborando codo a codo en sus composiciones.

Tantos años compartiendo algo más que escenarios han cuajado una química muy especial. Y eso se nota cada vez que se recrean ante su público. Su mera presencia, con sus inseparables guitarras, nos hace olvidar que tras ellos no hay ni bajos, ni baterías, ni teclados ni ningún otro instrumento que les corteje. Ellos son la banda al completo. El magnetismo que desprenden enseguida se apodera de la sala. Se hace difícil describir cómo dos únicas guitarras pueden crear esa atmósfera musical tan completa y compleja a la vez.

En realidad hay un instrumento mayor que, aunque parece no destacar, no pasa desapercibido para nadie. Es el buen estado de ánimo que expelen. Un gesto cómplice dibujado en sus caras les acusa de estar divirtiéndose más que nadie en la sala. El buen humor, el optimismo, la euforia o la jovialidad se desprenden de cada uno de sus movimientos, en cada una de sus maniobras. Olivier no se desliga en ningún momento de una eterna sonrisa de placidez y Elliott no desperdicia ninguna ocasión para insertar comentarios ocurrentes ya estén preparados o improvisados. Y lo mejor es que ese bienestar se vuelve contagioso y lo difunden generosamente entre todos los asistentes.

Son viejos conocidos de ésta sala madrileña y lo demuestra la delicadeza que tienen para ser ecuánimes, en lo posible, con todo su público. Cualquiera que haya estado en esta sala sabrá que parte del público ve el espectáculo por un lateral del escenario, lo que les limita a ver a los artistas o bien de perfil o bien de espaldas. Pero Elliott y Olivier solucionan ese problema colocando un micro en ese flanco. Así, de cuando en cuando, se dirigen a ese lado encarándose y tocando de frente ante ese sector del auditorio. Todo un detalle de respeto y profesionalidad para con sus seguidores. No en vano ellos consideran esta sala muy inspiradora porque pueden sentir a la audiencia, pueden mirarles a los ojos y ver sus sonrisas. Muy pocos clubs en el mundo de rock, jazz y blues son para ellos tan auténticos como la Sala Clamores.

Pero si de detalles hablamos, no podría faltar el que tiene para con su entrañable amigo, Lou Reed. Mientras recreaban una versión del Walking on the wild side, en mitad de la misma, Elliott nos cuenta que allá por los años 70 Lou y él eran grandes amigos. Que vivían y trabajaban muy cerca el uno del otro. Que al principio le ayudó muchísimo. Después se perdieron la pista y Elliott se fue a vivir a París. Pero un buen día recibió una llamada. Era Lou Reed: "Elliott, estoy en París. ¿Tomamos un café?" le preguntó. Elliott le contestó: "En realidad estoy muy ocupado hoy" (risas). Por supuesto le dijo que sí. Lou se encontraba alojado en un lujoso hotel. Iba vestido con un traje negro oscuro y cuello blanco. Una señora mayor le llamó “Padre”. Le había confundido con un sacerdote, quizás, como dijo Elliott, con un sacerdote del rock and roll. Hablaron sobre cómo les había tratado la vida. Elliott recuerda que Lou le miró y le dijo: "…bueno Elliott, supongo que todo ha salido bien”. Elliott ahora nos sonríe a nosotros y nos confirma: "Supongo que todo funcionó. De manera que ¡te voy a echar mucho de menos Lou! Nunca va a existir nadie tan auténtico como tú…" y continuaron tocando Walking on the wild side.

De despedida y para rizar el rizo, un concierto acústico ya de por sí, lo convirtieron literalmente en un “desenchufado” de los de verdad. Quitaron los cables de sus guitarras y sin micros ni amplificador ninguno, nos tocan la versión que han hecho de Warried man blues del cantante folk Woody Guthrie, que encabeza el primer corte de su último disco. Y ya que estaban se marcan un “entrelazado”, es decir, yo apunto los acordes en tu guitarra con mi mano izquierda a la vez que tu mano izquierda los marca en la mía, y con la derecha nos dedicamos a rascar las cuerdas de nuestras propias guitarras. Tan efectivo como efectista la noche parece haber llegado a su fin. Pero las ganas de más están muy latentes y la insistencia del público obliga a derrochar un último y dilatado esfuerzo. Como para apaciguar a las fieras y en contra de todos los cánones de dejar para el final la más potente y abandonar el pabellón en lo más alto, nos regalan siete minutos de una soberbia interpretación de Rock Ballad.

Sedados, hipnotizados, con la boca entreabierta e impregnados de satisfacción despedimos a estos cantautores del rock después de complacernos con un concierto imborrable para nuestra memoria.

Fecha: el Sábado 25 de enero de 2014

Horario: a las 21:30h

Lugar: Sala Clamores - C/Alburquerque, 14 (Madrid)

Entradas: y

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Fecha: el Sábado 25 de enero de 2014

Horario: a las 21:30h

Lugar: Sala Clamores - C/Alburquerque, 14 (Madrid)

Entradas: y

Fecha: el Viernes 24 de enero de 2014

Horario: a las 21:30h

Lugar: Sala Clamores - C/Alburquerque, 14 (Madrid)

Entradas: y

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