Julio Castro – La República Cultural
La Marea Roja ha llegado a Madrid, parecerá que no tiene importancia, pero el día que la gente de las Artes y la Cultura se ha unido esta mañana a un inmenso número de ciudadan@s, que han disfrutado las amargas, divertidas, pícaras o descarnadas críticas que, a través de infinidad de actos han desbordado el eje principal norte-sur de nuestra ciudad.
Miles de personas han acudido a solidarizarse en un entretenido domingo de marea, mientras bajo el lema Todos Somos Cultura se sucedían a lo largo del Paseo del Prado, entre Colón y Cibeles, los eventos musicales de todo tipo, las bazucadas, los aereos, comedias, poesías, acciones teatrales, performáticas, instalaciones… creo que nada ha faltado, porque era imposible ver todo, especialmente, debido a la aglomeración que se ha venido produciendo a partir de las 12 del mediodía.
Mientras todo avanzaba, las charangas iban conduciendo a la masa de gente hacia el acto final, este tendría lugar en lo alto del tramo de la calle Alcalá, con la Puerta como telón de fondo. Normal, porque siendo un símbolo de la ciudad, no es menos cierto que recuerda un poco a ese muro que los gobiernos han decretado sobre nuestros derechos y libertades, porque si hay uno básico, es el de la expresión cultural: ese que han declarado su enemigo.
Tras la lectura del manifiesto, lo previsto: un coro compuesto por decenas de personas acompañó a la música de Verdi, y en ese Nabucco, el Coro de esclavos hizo volar nuestro pensamiento desde los primeros acordes y con el arranque del “Va pensiero…”. Voces cantando, o silencio de público, los pelos de punta y pensar cómo la vergüenza de nuestra tierra perdida, en forma de derechos, nos ha convertido en eso mismo: en sumisos esclavos del poder.
Resistencia nos proponía Lola Blasco en su texto recientemente estrenado en la sala Cuarta Pared, y es cierto, salvo que la resistencia comienza a ser el último bastión de una revolución perdida, de unos avances abatidos, de unos derechos que tenemos que pelear desde cero.
Y digo que la Puerta de Alcalá es un escenario lógico hoy, porque hay que recordar que ya lo fue en 2003, cuando la misma gente, la de la Cultura, nos hizo despertar en un escenario ubicado unos metros más allá, para decir que no queríamos la guerra en la que esta misma gentuza que nos gobierna nos metió. Dentro de dos días se cumplen diez años de los asesinatos de los trenes del 11-M, y habrá que recordar quienes siguen mintiendo e ignorando a quienes debieran representar.
A mí nunca me representaron, pero hoy, además de ira, me dan cada día más asco. Vivimos y trabajamos al margen de sus falacias, porque no podemos más.