Alberto García-Teresa – La República Cultural
Con buen pulso poético y buen sentido del ritmo, Rocío Hernández Triano aborda al humano como un ser sujeto a la contingencia, a lo imprevisible, a lo posible. Encara la vida como un abismo, pero en la que se puede tejer memoria y esperanza (que no quimeras). Esa insistencia en la fragilidad queda patente en el mismo título del volumen, que apela tanto al ámbito físico como al psicológico.
Rocío Hernández Triano canta a la voluntad, a la decisión, a pesar de ello, o precisamente por ello; porque su valía se multiplica al tener conciencia de esa condición de la vida.
La obra, sin embargo, peca de metáforas gastadas y de cierto tono melancólico cuando baja a un registro narrativo, en el cual la relación amorosa es el centro. Por otro lado, precisamente, la memoria de los muertos y la propia defunción como hecho sobre el cual se reflexiona poseen una gran relevancia en estos poemas.
Finalmente, cierra el volumen una serie de piezas sobre su hija pequeña, en la que se destaca la ternura y la devoción maternal.