Julio Castro – La República Cultural
La muerte de Ismael desata las relaciones entre los miembros de una familia judía. Se ha dictaminado que se trata de un suicidio, pero todos dudan de los motivos, y de quién puede ser el culpable o asesino del joven.
Por medio de diversos flashbacks la historia se irá aproximando al momento actual, en el que las rencillas familiares no dejan de evolucionar y aumentar. Sin embargo, poco apoco irán quedando claros los papeles de cada cual en esta tragedia.
Para esta obra del venezolano Isaac Chocrón, el director Rennier Piñero ha decidido volcarse en los recursos escénicos. Y si bien en ocasiones resultan excesivos o algo sobrecargados para un teatro más bien textual, no dejan de parecer muy interesantes los momentos coreográficos, en los que su protagonista trata de alcanzar la liberación que busca, y que le sitúa en ocasiones en el deseo de la verdad de su pasado, mientras que en otras le abocará a la necesidad de la ignorancia para continuar adelante.
Tal vez el concepto más claro de este argumento conduzca al redescubrimiento de la manera en que el entorno más próximo, acaba por situar en el disparadero a las personas, consagrando la vida a mitificar las falsedades, para no verse en la necesidad de afrontar la propia realidad.
En el recorrido, muy vinculado a la religión y el rito judío, todo parece centrarse en el sacrificio de Abraham, donde Israel haría más de carnero que de hijo, porque en la esperanza del milagro de una fuerza superior que les redima del asesinato, nadie hará nada por evitarlo. No obstante, queda abierta la puerta a la necesidad de saber y conocer, como opción fundamental por encima del engaño y la ignorancia: “sólo se puede comprender si se recuerda, y si se comprende, se sabe”. Una manera de desmitificar las creencias, devolviendo al ser humano su auténtico valor.
Un elenco algo dispar, en el que encontramos gente profesional con más experiencia, junto a otra más joven. A mi modo de ver, sería preciso eliminar ciertas reiteraciones que prolongan y ralentizan la acción, una vez ya se conoce el planteamiento inicial. Por otra parte, es bueno tratar de compactar los papeles y a sus protagonistas, de manera que no pueda llegar a desmontarse la cohesión de la obra, en detrimento de la comprensión global del argumento como un todo.
La música en directo (al igual que la parte más física), le confieren a la propuesta una fuerza mayor (en especial el saxo de Juan Pablo de Juan), pero integrar una buena voz como la de Imanol Laura, requiere que interactúe también en lo corporal, ya que acaba formando parte del elenco. Manuel Ollero, Belén de Santiago, Luisa Benito, Pilar Massa y Makarena Ruiz dan una intensidad especial en sus papeles, aunque (y lo digo habiendo sido un estreno), en algunos momentos el conjunto decae por algunos momentos reiterativos que alargan la obra.
En definitiva, un planteamiento interesante, con una buena base y un trabajo largo y complicado, cuya puesta en escena podrá tener un recorrido más largo, pero que a mi modo de ver debe rodarse y seguir su propia vida en los ajustes oportunos.