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José Henríquez – La República Cultural
Desde el pasado diciembre, la cooperativa Teatro del Barrio está transformando el local de la antigua sala Triángulo en una forma nueva de centro social y cultural autogestionado en el corazón de Lavapiés, uno de los barrios madrileños de mayor y más rica movilización social y cultural.
En sus cinco meses de vida, sus principales líneas de acción y programas sintonizan claramente con las mejores ideas y realizaciones de centros autogestionados pioneros, como los sucesivos Laboratorios, Casablanca o Tabacalera, y con el aliento de los movimientos asamblearios que emergieron el 15 de Mayo de 2011. “La voluntad con que abrimos el Teatro del Barrio es abiertamente política: participar en el movimiento ciudadano que ya está construyendo otra forma de convivir”, escriben sus fundadores en su página web. Y añaden: “Se trata de una iniciativa cultural para crear un proyecto denso, profundo, pluridisciplinar, destinado a cuestionar de forma radical la política, la sociedad, la economía y el arte. Sin ánimo de lucro. Sin propiedad. Asamblea. Ágora. Inteligencia colectiva. Radical”.
Tanto en estos conceptos como en su práctica de estos meses el Teatro del Barrio abre una vía para el desarrollo de los nuevos espacios escénicos, escasamente frecuentada por las salas que han emergido en las últimas décadas: la vida y vinculación de las artes y el teatro con su público.
Autorretrato de un joven capitalista español
En sintonía con estas ideas, el primer espectáculo propio que se estrenó en la apertura de la sala en diciembre de 2013 fue Autorretrato de un joven capitalista español, un monólogo de Alberto San Juan, uno de los fundadores de esta “cooperativa de consumo cultural”, como se autodefine el Teatro del Barrio en su página web.
El espectáculo se estrenó en abril de 2013 en la entonces sala Triángulo, donde además San Juan había estrenado en diciembre de 2012 un valioso trabajo personal con el relato poético Rumbo a peor, de Samuel Beckett, con dirección de Pablo Messiez, uno de los teatreros cercanos al proyecto. De Triángulo el Autorretrato… pasó al Teatro Alfil e hizo funciones en gira, hasta regresar a la calle Zurita, donde continúa llenando sus funciones.
Una sencilla teatralidad
Autorretrato de un joven capitalista español tiene una primera y gran virtud: su sencilla e inteligente teatralidad. Un material de tanta densidad como puede ser el relato y análisis crítico de la transición de España de una dictadura militar a la monarquía constitucional y los orígenes de “la fase de desarrollo actual del capitalismo llamada crisis” (como diagnostica uno de los documentos de la sala) podría ser materia de una conferencia, un coloquio o un documental multimedia.
El actor crea y mantiene con amenidad una conversación teatral a través de un leve personaje a medio camino de la ficción y la propia biografía, un artista de clase media, nacido en España en 1968, en una familia pudiente. Es una figura bifronte que a través del espectáculo alterna con fluidez sus dos caras y desasosiega al espectador con su ambigüedad.
La cara seria e inquietante de este “joven capitalista”, que San Juan compone con sobriedad, está hilvanada con algunos hechos claves de su educación, ambiente y valores, que pueden ser reales o ficticios. Es una faz que expresa crudamente la angustia y las grandes contradicciones actuales de la clase media y sugiere, de paso, un espejo y un cuestionamiento para algunos sectores del público, un retrato incómodo de pequeños burgueses del buen pasar y el bien pensar.
Así presenta esta cara: “Soy un joven capitalista español. Soy consciente de que vivo en una sociedad que es injusta hasta la crueldad. Quiero que cambie, pero no sé si estoy seguro de estar dispuesto a perder lo que tengo en el intento. Quiero conservar mi fama, quiero conservar mis propiedades, quiero conservar mi cotización comercial”.
La ambigüedad y las contradicciones crecen cuando San Juan va componiendo la segunda faceta de su figura o personaje, un pícaro tragicómico, que le permite tonos más coloquiales, ironías y auto ironías, imitaciones de algunos personajes de su exposición.
El galán venido a menos
A través de su espectáculo, en primera persona, va esbozando la figura reconocible y risueña de un actor cuarentón, supuestamente progresista, que sufre un batacazo económico y vital y empieza a preguntarse el por qué, y si su situación tiene algo que ver con la del devenir de su país.
Se describe como “un galán de medio pelo”, que ha echado barriga, usa faja, se tiñe el pelo, para que lo contraten en papeles secundarios en teleseries o películas donde ya no puede hacer el héroe.
Aparece en escena con un traje y zapatos gastados, que tienen algunas roturas. En un momento confiesa: “Yo antes era famoso, ganaba bastante dinero, tenía chavalas a montones, tenía un Mercedes, en el banco me proponían que invirtiera… Estaba ahí. Ahora no tengo nada, estoy allí, fuera, y tengo miedo… ¿Qué ha pasado aquí?” Recuerda decenas de testimonios de ciudadanos actuales que confiesan su ingenuidad, su estupor y comienzan a analizar su vida y sociedad.
Por último, este sencillo vaivén de figuras teatrales, que podría afinarse y enriquecerse aún más, se integra perfectamente con el espacio y el movimiento. El escenario está desnudo, iluminado sólo con una decena de flexos en el piso, a la manera de las viejas luces teatrales. San Juan enciende un flexo, dispone de un baúl de teatro rodante como pupitre desde el que saca los libros que usa en su espectáculo; a ratos está sentado, se levanta, pasea; habla con algún espectador, abre una puerta y pide al encargado del bar que le traiga una cerveza: está en su casa. Cuando va terminando, guarda los libros, cierra el baúl y se marcha con él.
Un buen repaso
En esta ambigüedad del joven capitalista contrariado y el galán chafado tercia el actor, la persona, quien juega a hacer y deshacer sus figuras, a jugar con la biografía y la ficción, y en este hilo jovial e irónico, plantea sus preguntas sobre lo que realmente ha ocurrido en España desde 1969 hasta hoy (“¿Y si lo que me pasa a mí tiene que ver con ‘Juancar’ ?”), más allá de las versiones que nos quieren hacer tragar. Confiesa que ha buscado respuestas en Internet, en los libros que tiene en su baúl y las ilustra con algunas citas de estudios como Soberanos e intervenidos. Estrategias globales, americanos y españoles, del investigador valenciano Joan E. Garcés (Siglo XXI, 1996).
Apoyado en una argumentación potente, San Juan va asentando una serie de hechos que pueden iluminar el actual panorama español y europeo. Entre ellos, el pacto de “sucesión” del dictador Franco y Juan Carlos , de “recibir la legitimidad surgida el 18 de julio de 1936”; la estrategia y financiación de EE UU y Alemania para inflar partidos socialdemócratas minoritarios como socios de sus intereses y frustrar así el peligro de que se desarrollasen y extendiesen en el sur de Europa revoluciones como la del 25 de abril de 1974 en Portugal; la legalización de partidos españoles de izquierdas y sus sindicatos a cambio de la desmovilización social y el reconocimiento de las instituciones y símbolos heredados de la dictadura; el “atar bien atado” el estado español a los poderes económicos y militares estadounidenses y su estrategia global a través de sus convenios y bases militares, desde el ingreso en el FMI (1959), al ingreso en la OTAN y la participación en las guerras de Irak, Afganistán y en el escudo antimisiles; los ajustes de tuercas en el desmantelamiento industrial y el saqueo de los salarios y presupuestos sociales en las sucesivas crisis capitalistas (1973, 1981… )…
Los argumentos del actor llegan hasta al abaratamiento actual del trabajo y el despojo de los servicios públicos en beneficio de los grandes especuladores financieros; la propiedad y el control de los principales medios de comunicación por los bancos; la consagración de la desmovilización después del intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981…
Es una crítica exhaustiva de las versiones que los partidos políticos gobernantes y sus colaboradores han vendido sobre los últimos sesenta años de nuestra historia.
En este repaso, en coherencia con su personaje y el meollo del espectáculo, San Juan apunta un inquietante recuerdo, leyendo una página del libro de Alfredo Grimaldos Claves de la transición 1973-1986. Para adultos (Península 2013).
En 1972 Nixon preocupado por la salud del dictador Franco envía a su asesor Vernon Walters para sondear qué puede suceder en España cuando muera.
El dictador dice a Walters que no debe preocuparse, que el ejército estará de parte de Juan Carlos y que el principal monumento español, más grande que la Cruz de los Caídos, es la clase media, que hará de colchón para impedir una revolución.
Una llamada combativa
El actor entrega un teatro y documento político que es excepcional en el teatro español y en nuestra cartelera; ojalá cunda su ejemplo. El teatro documento es un género casi inexistente en nuestro medio y éste es un arriesgado trabajo. Se podría pensar que todo esto “es cosa sabida” y que su espectáculo va dirigida a un público predispuesto a compartir sus análisis, sin embargo, sé que está generando debate, sé incluso de espectadores de izquierdas que en él han descubierto libros y puntos de vista que no conocían, porque las falsificaciones y versiones interesadas de la Transición han calado muy profundamente, precisamente en el “colchón” social de la clase media.
Hacia el final, antes de que el actor recoja sus libros y eche a rodar de nuevo su baúl de cómico, aparta sus figuras y como persona y ciudadano nos despide con la electrizante canción portuguesa, Grândola vila morena, símbolo de una revolución posible, y con el poema Apología y Petición, de Jaime de Gil de Biedma:
“Quiero creer que nuestro mal gobierno / es un vulgar negocio de los hombres / y no una metafísica, que España / debe y puede salir de la pobreza… […] / Porque quiero creer que no hay demonios. / Son hombres los que pagan al gobierno, / los empresarios de la falsa historia, /son hombres quienes han vendido al hombre, / los que le han convertido a la pobreza / y secuestrado la salud de España. / Pido que España expulse a esos demonios. / Que la pobreza suba hasta el gobierno. / Que sea el hombre dueño de su historia”.
Al hilo de este espectáculo, el próximo 28 de abril, en la Universidad del Barrio, espacio abierto y gratuito de la sala, los citados Joan Garcés y Alfredo Grimaldos participan en el debate La transición en la geopolítica de la guerra fría: la intervención exterior en la salida de la dictadura.
Marca España : murga y reportaje
En el mismo espíritu del Autorretrato…, la segunda producción del Teatro del Barrio, Marca España, se estrenó el pasado febrero, como fruto del trabajo de un taller de actrices y actores que generó las diversas escenas, a partir de las cuales Alberto San Juan realizó una dramaturgia y dirigió la puesta en escena.
Los intérpretes Marta Calvó, Alejandro Casas, Vanessa Espín, José Fernández, Pilar Gómez, Annette Grzmil, Raúl Jiménez, Ana Rayo y Estefanía de los Santos participan en un espectáculo que hilvana con coreografías de pasodoble y apuntes irónicos veinticinco escenas tomadas de hechos reales, en su mayoría, alternadas con algunas ficciones, que componen una pasarela de los personajes, las palabras y momentos significativos de la política dominante en los últimos tres años, enfrentados en algunos casos con representantes de la movilización ciudadana.
El espectáculo desenmascara el eslogan patriótico y machacón de esta “Marca España” que se adjudica el gobierno de Rajoy, emulando la estafa de Aznar de “España va bien”, y desvela los grandes y negros rasgos del capitalismo servil y salvaje que está restaurando un estado autoritario con la bendición de las mayorías absolutas. Si Autorretrato… le da un buen repaso a los antecedentes de la debacle política y social, Marca España hace una sinopsis del pasado y presente inmediatos, un reportaje teatral para que no olvidemos nada en medio del barullo mediático.
Con la excepción de Jesucristo, aparecen en escena las palabras de veinticinco personas reales de nuestra vida social y política, en las que definen sus posiciones sobre los problemas más agudos de nuestra sociedad, tomadas literalmente de diálogos y comparecencias políticas, declaraciones, entrevistas de televisión, homilías.
La galería de figuras va de extremo a extremo. Desde Juan Carlos I a la vendedora ambulante gaditana Inma Michinina, desde el integrista obispo de Alcalá Reig Pla a la téologa, médica y monja feminista Teresa Forcades, desde el terrateniente Cayetano de Alba al dirigente del Sindicato Andaluz de Trabajadores Diego Cañamero, pasando por los políticos del partido gobernante Rajoy, Sáenz de Santamaría o Jesús Posada, hasta agentes financieros como Rodrigo Rato (asesor de Telefónica y de los bancos Santander y La Caixa) y Javier Rodríguez Pellitero, vicepresidente de la Asociación Española de la Banca, el comisario policial Sergi Pla y un policía antidisturbios anónimo. Todos éstos, alternados o enfrentados con Ada Colau, representante de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), políticos de la oposición como Leire Iglesias y Alberto Garzón, el economista Arcadi Oliveres…
Una reproducción escénica
Sobre el escenario desnudo, tan solo utilizando unas sillas, las actrices y actores van creando las escenas de los diálogos y monólogos reales de estas figuras con sobriedad, sugieren el tono y contexto de las palabras (el Parlamento, una entrevista televisiva…), sin interpretar, ni imitar, ni hacer caricatura de sus autores.
Este propósito de “reproducción” documental se refuerza con el intercambio de roles y el desdoblamiento de actor y persona: las actrices representan también a algunos hombres; los actores a algunas mujeres; siempre dicen la fecha y el nombre de la persona a la que reproducen; alguna actriz cuenta su propia situación social y económica.
Las escenas “documentales” están hilvanadas con sketches de humor, apuntes musicales y bailados que reproducen el pasodoble, la habanera y zapateados, letanías de los tópicos gubernamentales de la “marca España”, y un par de escenas abiertamente satíricas: una pesadilla de Juan Carlos I sobre su sucesión seguida de una pose para retrato de la familia real y la ceremonia y el sermón contra las mujeres del obispo de Alcalá.
Entre las escenas sangrantes de nuestra actualidad destaca la reproducción de parte del debate en la Comisión de Economía del Congreso, en febrero de 2013, cuando Ada Colau presentó la Iniciativa Legislativa Popular sobre la Dación en Pago de las viviendas como alternativa a los desahucios policiales.
La actriz Pilar Gómez reproduce las palabras del Vicepresidente de la Asociación Española de la Banca: “El sistema hipotecario no es tan malo. La causa de las pérdidas de las viviendas no es la legislación hipotecaria… la causa del aumento de desalojos de viviendas es la crisis económica, y sus consecuencias, particularmente el desempleo, y no el sistema hipotecario vigente… que es eficaz”.
La actriz Vanessa Espín replica con frases de la intervención de Ada Colau, de la PAH: “Decir que la legislación española es estupenda cuando hay personas que se están quitando como consecuencia de esta ley criminal…les aseguro que no le he tirado un zapato a este señor porque creía importante quedarme aquí para expresarme. Este señor es un criminal y ustedes deberían tratarle así, no es un experto. Los representantes de las entidades financieras han causado este problema. Son esta misma gente la que ha arruinado la economía de este país y ustedes les tratan de expertos”.
El espectáculo concluye con una intervención de la monja benedictina Teresa Forcades que hace un lúcido análisis del movimiento asambleario actual, reproducido por Pilar Gómez, que inicia un zapateado cada vez más enérgico, al que se suma el coro con un manifiesto que llama a despertar la fuerza de la ciudadanía y llama a la lucha: “somos 100 menos 1”.
El antidisturbios
En su combinación de producciones propias y de compañías y espectáculos afines a su línea, el nuevo trabajo que programa el Teatro del Barrio es el interesante drama El antidisturbios, del joven teatrero Félix Estaire, en un montaje de su compañía Teatro Acción Candente, TAC (fundada en 2001), dirigido por Patricia Benedicto, que fue bien acogido y prorrogó tras su estreno el pasado enero en la sala Teatro del Arte.
La obra mete el bisturí en los resortes internos de la represión policial contra ciudadanos que se manifiestan en las ciudades, que viene recrudeciendo desde las movilizaciones sociales de Mayo de 2011.
Así como los espectáculos de Teatro del Arte proporcionan buenos panoramas o planos generales, El antidisturbios aplica el zoom y nos pone en el primer plano de una ficción inspirada en hechos frecuentes y recientes en la escalada de amenazas a los derechos democráticos, en la estela de otros dos textos conocidos en Madrid en los últimos dos años.
El breve drama Ayer, de Helena Tornero (dirigido por Pilar Massa), enfrentaba a un antidisturbios infiltrado y a su novia manifestante. El rey tuerto, de Marc Crehuet, en clave de sainete negro reunía en una cena a un joven que pierde un ojo por una bala de goma y el antidisturbios que la disparó. En el drama de Félix Estaire es una joven universitaria la que desafía y sufre la violencia de su propio padre.
Con un dispositivo de monitores de televisión y varias cámaras y planos fílmicos, en un contrapunto de la acción real, buenas proyecciones de su filmación y secuencias oníricas, la ficción de El antidisturbios juega con el tiempo y las diferentes visiones y versiones de los hechos.
El hilo de la función es la grabación en vídeo de un jefe de antidisturbios, que registra una especie de confesión y venganza por su prejubilación como chivo expiatorio de las denuncias y consecuencias de una carga violenta contra una manifestación.
A medida que él graba, en escenas retrospectivas, conocemos las relaciones de este hombre con su hija, una estudiante comprometida con los movimientos sociales, sus discusiones sobre la misión y filosofía de los cuerpos represivos y sus relaciones con los otros poderes, una entrevista rutinaria del policía con una terapeuta… cuestiones planteadas con claridad y sencillez, que incitan a la reflexión y el debate posterior a la representación.
Tanto el texto, como el montaje y la interpretación son de una gran sobriedad, sin trampas ni concesiones sentimentales y se integran en un matizado trabajo de Eugenio Gómez y Lucía Barrado, quien resuelve con gracia y frescura su interpretación de dos personajes muy diferentes.
