Menú
laRepúblicaCultural.es - Revista Digital
Inicio
LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital
Síguenos
Hoy es Viernes 29 de marzo de 2024
Números:
ISSN 2174 - 4092

Plus noir dans la nuit, de Dominique Simonnot - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Hace algo más de un año unos pocos medios de comunicación franceses se hicieron eco de una de esas noticias que a veces alteran el estado de autocomplacencia y adormecimiento que tanto aman las naciones de orden, aficionadas a poner ciertos episodios de su propia historia en el lugar que, según creen, les corresponde, que es el olvido. Siete hombres entre los ochenta y los noventa años de edad, ex trabajadores de las minas de carbón, lograron un éxito largamente perseguido en el Senado francés, el cual aprobó una Ley de Amnistía Social por la que se les devolvían los honores a que tenían derecho como combatientes de la Resistencia y como prisioneros de guerra, unos honores de los que se les privó en 1948 y 1952, como represalia a su participación en las huelgas de esos años en la minería.

Plus noir dans la nuit, de Dominique Simonnot

El recuerdo de una huelga minera y de su represión

Plus noir dans la nuit
Ampliar imagen

Plus noir dans la nuit

Manifestación al pozo Couriot, 26 de octubre

Plus noir dans la nuit
Ampliar imagen
Plus noir dans la nuit

La policía ocupa el pozo Couriot, 2 de noviembre

Click en las imágenes para ampliar
DATOS RELACIONADOS

Título: Plus noir dans la nuit
Autor: Dominique Simonnot
Editorial: Calmann-Levy
Primera edición: 2014
Formato: 21 x 14 cm. 272 páginas
ISBN: 978-27-021445-3-4

José Ramón Martín Largo – La República Cultural

Hace algo más de un año unos pocos medios de comunicación franceses se hicieron eco de una de esas noticias que a veces alteran el estado de autocomplacencia y adormecimiento que tanto aman las naciones de orden, aficionadas a poner ciertos episodios de su propia historia en el lugar que, según creen, les corresponde, que es el olvido.

Siete hombres entre los ochenta y los noventa años de edad, ex trabajadores de las minas de carbón, lograron un éxito largamente perseguido en el Senado francés, el cual aprobó una Ley de Amnistía Social por la que se les devolvían los honores a que tenían derecho como combatientes de la Resistencia y como prisioneros de guerra, unos honores de los que se les privó en 1948 y 1952, como represalia a su participación en las huelgas de esos años en la minería.

La historia venía de lejos, como pudo explicar entonces uno de esos hombres. Norbert Gilmez, sindicalista de la CGT, no era minero, pero trabajaba en las Charbonnages de France como empleado administrativo.* En 1948 una circular abolió en esta empresa, nacionalizada dos años antes, el salario mínimo de los mineros, lo que les condenaba a percibir una retribución incierta, es decir, al destajo, en proporción al material extraído y a la calidad del mismo. Organizada por el Partido Comunista, la huelga obtuvo un amplio respaldo en toda Francia. Gilmez se encargaba de la distribución entre los huelguistas de ropa, calzado y alimentos. Al término de la huelga fue expulsado junto a su familia de la vivienda en la que se alojaba, propiedad de la empresa, y a la vez despedido, junto a otros tres mil huelguistas. Desde entonces, junto a algunos de sus compañeros, inició un pleito con la empresa, de la que solicitaban una indemnización por despido improcedente. Los tribunales no se dieron prisa. En 2011 la Corte de Apelaciones dio la razón a Gilmez y sus compañeros, condenando a las Charbonnages de France a pagarles una indemnización de 30.000 euros. Sin embargo, la sentencia fue recurrida por la entonces Ministra de Economía Christine Lagarde, hoy directora del Fondo Monetario Internacional, quien obtuvo del Tribunal de Casación la anulación de la condena. Gilmez tenía entonces 91 años.

En La Voix du Nord, uno de los escasos medios que informó de estos hechos, Gilmez declaró: “Nosotros hemos sido víctimas del terrorismo de Estado. No hemos cometido ningún delito. Hemos resistido al terrorismo como se debe resistir a todos los terrorismos”.**

En octubre de 1948, con 27 años, Gilmez trabajaba en el pozo de Mazingarbe, en Pas-de-Calais, donde se ocupaba del pago de la nómina de los mineros. El 4 de ese mes, con motivo de la eliminación del salario mínimo, se celebró una asamblea en la que el 84% de los trabajadores votó a favor de ir a la huelga. A los pocos días el Ministro del Interior, el socialista Jules Moch, ordenó el envío de grandes contingentes policiales y del ejército. “Hubo una represión sangrienta, fue un asedio”, explicó Gilmez, un asedio que se saldó con seis muertos y dos mil penas de prisión. El 29 de noviembre, agotados tras ocho semanas de conflicto, los mineros volvieron a los pozos. Los despidos se efectuaron esa misma noche.

Para estos hombres que habían luchado contra el nazismo y que después, llegada la paz, “se arremangaron”, como exigía el gobierno, para reconstruir el país, empezó una condena por el delito de atentar “contra la libertad del trabajo”, a pesar de que el derecho a la huelga estaba reconocido por la Constitución aprobada en 1946. Con el trabajo y la vivienda, los tres mil despedidos perdieron también el derecho a la Seguridad Social, así como los honores que a muchos les correspondían por su participación en la liberación de Francia. A todos ellos se les cerraron las puertas a las que llamaban buscando trabajo. En 1981 la llegada de la izquierda al poder alentó la esperanza de que se promulgase una amnistía para los huelguistas de las minas de Pas-de Calais. No fue así. En cambio, sí fueron amnistiados los militares golpistas que en Argelia tomaron las armas contra la República Francesa, los cuales fueron rehabilitados y restaurados en todos sus derechos. La aprobación de la nueva ley de amnistía el año pasado reabrió para los huelguistas que todavía sobreviven la posibilidad de una reparación completa. “Cuando la anterior ley éramos todavía trescientos”, declaró Gilmez, “ahora puede que seamos veinticinco o treinta. Tendrán que darse prisa…

Los más de sesenta años de reclamaciones a la justicia han dado como fruto un libro, publicado hace unas semanas por la editorial Calmann-Levy: Plus noir dans la nuit (Más negro en la noche), de la periodista Dominique Simonnot. El libro describe los acontecimientos de la gran huelga minera de 1948 y el largo conflicto político y jurídico que, iniciado entonces, se extiende hasta ahora mismo. Simonnot, especialista en asuntos judiciales que trabajó para el diario Libération y que desde 2006 escribe en Le Canard Enchâiné, es autora de los ensayos L’immigration, une chance pour l’Europe?(Casterman, 1997) y Justice en France, une loterie nationale (Éditions de la Martinière, 2003).

Simonnot confiesa que no había oído hablar de las huelgas mineras hasta que en 2007 recibió una llamada del abogado Tiennot Grumbach: “Trabé enseguida conocimiento con los antiguos mineros y la viuda de uno de ellos”, explica en una entrevista para el semanario Marianne. “Me parece formidable la manera de contar su vida. Nunca se quejan, son valerosos, han vivido cosas increíbles, con las mujeres levantándose a las tres de la mañana durante años para hacer la casa. Me cuentan la receta del ragú de cordero sin cordero, de la tarta de arroz que se te pega a la barriga y te impide pasar hambre. Parece que el pan con mostaza quita el apetito, ¿lo sabía usted? He visto su rabia, pero jamás les he visto llorar su suerte”.***

Las huelgas en la minería ya habían tenido un antecedente en 1941, durante la ocupación. De este primer conflicto resultaron decenas de fusilados y cientos de deportados a campos de concentración franceses y alemanes. Terminada la guerra, los mineros se beneficiaron de diversas mejoras sociales en contrapartida a los esfuerzos que se les pidieron para levantar el país, el 80% de cuya energía procedía del carbón, pero que eran también una compensación por su resistencia frente a los nazis. La supresión de estas ventajas, decidida por Robert Lacoste, Ministro de Industria del gobierno socialista, fue lo que desencadenó la huelga de 1948. “Jules Moch, Ministro del Interior en la época, lo tenía todo previsto”, afirma la autora del libro. “Había conseguido que se votase una ley que permitiera recurrir al ejército, reclutar a 80.000 militares y CRS [Compañías Republicanas de Seguridad]. A fin de reprimir cualquier forma de rebelión, había situado sus tropas a pocos kilómetros de las cuencas mineras, de modo que pudieran intervenir rápidamente, y eso es lo que pasó. La represión fue muy violenta”. Con respecto a estos hechos uno de los antiguos mineros, Daniel Amigo, de origen español, declaró que “los socialistas nunca han sabido hacer otra cosa que traicionar”. Uno de los miembros del gobierno, el futuro presidente François Mitterrand, compareció en una rueda de prensa de la que informó el 28 de octubre de 1948 el diario Le Monde. Allí se reproducía una afirmación de Mitterrand según la cual “la ley permite a la tropa, tras los requerimientos de rigor, disparar sobre los huelguistas”. En dicho informe, reproducido en el libro que comentamos, Mitterrand felicita en nombre del gobierno a los CRS y a la guardia republicana, a la gendarmería y al ejército “por la calma demostrada ante masas importantes de hombres armados con herramientas y barras de ferralla”.

Igualmente el libro detalla la odisea jurídica vivida por los antiguos mineros desde 1981, cuando dos de ellos, el ya mencionado Norbert Gilmez y Georges Carbonnier, decidieron presentar su caso al nuevo gobierno. “Tengo cajas llenas de cartas suyas con las respuestas de los ministros socialistas de 1981 a nuestros días, que se van pasando el muerto unos a otros, y acusan recibo cuando tienen tiempo: ‘Le remito aquí a los servicios competentes de mi ministerio, aquí al Ministerio de Trabajo, de Justicia. Pongo en copia al Ministerio de Industria, de Finanzas’. Y así van dando vueltas y vueltas y vueltas… Su expediente sigue una ronda infernal. A veces, los ministros responden que hay grupos de trabajo ocupándose del problema”. Finalmente, Carbonnier recurrió a la Alta Autoridad de la Lucha contra la Discriminación y por la Igualdad, “donde le sugirieron que se entrevistase con Tiennot Grumbach, abogado de los sindicatos y del mundo del trabajo, que fue quien hizo que la historia diera un vuelco”, explica Simonnot.

El libro ahora publicado está conformado con documentos de la época y testimonios de los supervivientes, que la autora ha reelaborado para completar una obra que sin dejar de ser un minucioso reportaje periodístico puede leerse también como una novela social. Entre los documentos que componen el libro figuran las actas de la sesión del 3 de febrero de 1949 en la Asamblea Nacional, donde se discutió la suerte judicial de los mineros huelguistas. En dicha sesión el diputado Emmanuel d’Astier de la Vigerie, antiguo miembro de la Resistencia, replicó al Ministro de Justicia: “Mientras las penas dictadas contra los colaboradores del nazismo fueron irrisorias y a menudo ni siquiera se han aplicado, mientras hombres que acumularon fortunas gracias al colaboracionismo gozan ahora tranquilamente, en gran medida, de su traición, el gobierno ha impuesto una política de represión escandalosa contra la clase obrera. Quisiéramos que el siglo y medio de prisión que, gracias al gobierno, se ha abatido sobre los mineros, cayera sobre los colaboracionistas”.

Pero principalmente este Plus noir dans la nuit es deudor de los testimonios de los mineros sobrevivientes de la región de Nord-Pas-de-Calais, como los que el libro recoge del antiguo secretario general de la minería de la CGT Achille Blondeau, autor de Quand toute la mine se lève (Messidor, 1991), junto a otros textos sobre las huelgas del carbón, y cuyos recuerdos de la de 1948 figuran en la biografía que le dedicó Pierre Outteryck, Achille Blondeau, Mineur, Résistant Déporté, Syndicaliste (Geai Bleu Éditions, 2006). Otro, también nonagenario, el mencionado Norbert Gilmez, ha afirmado estos días que con sus reclamaciones a los gobiernos desde hace más de sesenta años no espera ya nada para sí mismo, ni tampoco para sus hijos, pero sí para sus nietos: “que sepan que no hay que desesperar de la justicia, pero que hay que aprender a luchar”.


* Le Nouvel Observateur, Norbert Gilmez, gréviste en 1948 : l’indigné qui ne fera pas la une 28/2/2013 y La grande grève des mineurs de 1948 : « Plus noir dans la nuit » 16/3/2014

** La Voix du Nord, Nouveau coup dur pour les mineurs grévistes de 1948, qui résistent encore 14/10/2012

*** Marianne, La face obscure du socialisme 4/5/2014

Alojados en NODO50.org
Licencia de Creative Commons