Ramami / Julio Castro - La República Cultural
La Trini ha venido presentando en directo su nuevo disco, Arañas de Marte, con su gira de conciertos, y que ha finalizado su temporada antes de este verano en Madrid.
Es difícil imaginar un espacio, no mayor a diez metros cuadrados, en el que se deben dar cabida aun sin darse un respiro, un piano, una batería, un espectacular contrabajo y una voz solista que se ha de revolver con flamencos movimientos como si se tratara de un chotis. Pues sin ser contorsionistas ni haberse propuesto jugar al tetris, La Trini y los suyos hacen malabares para protagonizar un espectáculo cercano, íntimo y muy particular en ese reducido espacio. Pero donde hay ganas no hay "peros" ni excusas que estropeen la magia.
Pelo corto, pegado y recogido a base de horquillas, labios rojo pasión a juego con la pinza que sobresale por encima de su oreja de motivos también rojizos, vestido entallado negro hasta la pantorrilla del que sobresalen unas largas piernas que van a desembocar en unos zapatos escarlatas de llamativo tacón de aguja. No engaña a nadie. Da la imagen que la define. Rebosa copla. Es copla. Su voz, limpia, potente, clara, de una intensidad profunda que incita a la intimidad.
En un espectáculo que nos trae una música de bolero que gira entre la copla y la tonada, con el magnífico toque de jazz que le aporta la banda que la acompaña y su composición musical, la cantante cordobesa presenta estos temas en rojo y negro, que tienen como origen la autoría de Antonio Pastora, músico y compositor que acompaña a la banda musical en la batería, en tanto que Manu Molina lo hace al piano y Gerardo Ramos al Contrabajo.
Me cuenta ella misma que hace unos años se encontraron Antonio y ella en un programa, y que a partir de ese hallazgo mutuo nació el amor a las músicas que el uno es capaz de componer, mientras que ella es capaz de arrojar por su potente voz. Tiene voz de mujer alegre y sin complejos, de esas que tienen la facilidad de liberarse de todo y arrojarse a su ilusión, y tal vez por eso consigue transformar géneros musicales entre sí, para alcanzar lo que quiere proponer al público.
La idea que ofrece la puesta en escena de su música es la de una cantante en la que no sólo reside el sentimiento de conexión sur-sur con sonidos de otros mediterráneos, sino también el de los lazos transatlánticos, que apegan, como decíamos, esa tonada de la copla a géneros tan distantes como aquellos boleros cubanos, o el jazz continental americano, un jazz de club, suave que acompaña a la voz o conduce su movimiento, pero que también encaja las notas más ásperas, que ella escala a veces, concordantes con sonidos de ese otro lado del Estrecho.
Para quien quiera presentar a La Trini a alguien que no la conoce, es tentador caer en el atajo fácil de las comparaciones y en esa equiparación inocente es sencillo decir que nos recuerda a Toni Zenet en femenino. Y efectivamente sus propuestas son muy semejantes pero no cabe duda de que para conocer sus entresijos no hay que compararla, hay que disfrutarla, porque la aventura íntima a la que invita su reflexivo paseo solo puede ser recorrido si te dejas llevar de su mano sintiéndolo como un camino exclusivo.