Eliane Hernández – La República Cultural
Al ver una película pocas veces nos paramos a pensar, salvo que ese sea expresamente el motivo por el que la visionamos, en el trabajo que hay detrás de esa obra, ya cerrada y definitiva, y en el proceso por el que ha pasado, desde que solo era una idea hasta que llega a manos del consumidor final. Y, posiblemente, en el caso de una película con actores de carne y hueso seamos más conscientes de algunos de esos pasos (guión, castings, grabación de escenas, sonido, montaje…), pero cuando se trata de una obra de animación la complejidad de su puesta en marcha parece diluirse en el hecho de falta de vida propia de los personajes.
La exposición Pixar. 25 años de animación nos descubre todo el proceso previo que se esconde detrás de cada uno de los largometrajes producidos por este estudio de animación. John Lasseter, director creativo del estudio, asegura que “siempre había pensado que para crear una buena historia de animación hacían falta tres cosas: los personajes, el mundo y la historia”. Y esos son, precisamente, los tres ejes que vertebran esta muestra.
A través de dibujos de distintas técnicas, reproducciones en tres dimensiones de los personajes de las películas, vídeos e instalaciones, la exposición nos acerca a la parte menos visible de los doce largometrajes del estudio de animación. Completándose con un apartado dedicado a los primeros cortos de Pixar, en los que se puede apreciar mejor la evolución de la técnica utilizada para su creación. Y con una curiosidad, el Zoótropo de Toy Story, una versión actualizada de un aparato victoriano, que demostraba los principios básicos de la animación, permitiendo cobrar vida a una secuencia de imágenes fijas.
Precisamente Toy Story es la primera con la que se encuentra el visitante, y es que, justamente ella, fue también la primera película completamente animada por ordenador. Además de ser la película más taquillera del año en que se estrenó, 1995. Así, no es de extrañar que haya tenido hasta dos secuelas, de momento, y por eso resulta especialmente curioso ver los dibujos que recogen las primeras versiones de los personajes, su evolución e, incluso, los diseños de su vestuario, descubriendo, de esa manera, que no siempre fueron tal y como finalmente llegaron hasta nosotros.
Aunque donde mejor se aprecia ese cambio en los personajes es en Monstruos S.A porque en muchos de los distintos bocetos presentados para encarnar a Boo y Sully es casi imposible encontrar similitudes con los personajes definitivos. Eso si, esta comparación sirve para dejar claro que en nuestro imaginario colectivo ya nadie puede sustituir a dos de los protagonistas de la película.
El mundo es especialmente importante en todas las narraciones de ficción, y cobra una gran relevancia en Bichos, una aventura en miniatura, donde puede apreciarse cada detalle de un escenario con el que podemos toparnos diariamente, pero cuya realidad se nos escapa por su pequeño tamaño. Descubrir la importancia de la selección cromática de cada elemento es fascinante tanto en el mundo de Bichos como en el de Cars, en el que el paisaje parece mucho menos importante al ver la película y, sin embargo, ha sido cuidado igualmente por los creadores de la animación.
Por último, la historia es fundamental en cada una de las producciones de Pixar, ya que el estudio dedica tres cuartas partes de la creación de una película a la historia. Y la puesta en marcha de Los increíbles, la primera protagonizada íntegramente por humanos, supone un punto de inflexión en las tramas de Pixar, acercándolas más a las películas de imagen real en contraposición con las narraciones de animación tradicionales.