Julio Castro – La República Cultural
Hay un tema recurrente que en los últimos tiempos, por lo que puedo ver, mantiene un elevado nivel de preocupación, y se refleja en obras que pone en escena gente joven, bien porque les afecta más directamente, o bien porque son quienes tienen ocasión de hablar de ello: la emigración.
Seminka Teatro ha creado una pieza multidisciplinar que recoge a diferentes creadoras con un punto de conexión: la necesidad de haber viajado para poder seguir trabajando en su profesión o, sencillamente, para poder seguir trabajando. En este caso le dan un punto de vista muy centrado en el de jóvenes mujeres que no quieren o no necesitan marchar, pero a las que no les queda otro remedio. Por medio de la danza, la poesía, el teatro, la dramaturgia y el montaje videográfico, han tomado momentos de la literatura y las artes que conectan sus distintos países, pero que se centran en el nuestro, donde está ahora su destino.
“Ardiendo quedarás enardecida / sobre el arco nublado del olvido, / sobre el tiempo que teme sobrepasar tu vida / y toca como un ciego, bajo un puente / de ceño envejecido, / un violín lastimado e impotente”, es un fragmento de Pasionaria, escrito por Miguel Hernández, que igual que Machado Bonalde, Sladek, Seifert, llegan de alguna manera a esta composición, en la que Veronika Pospísilova y Genoveva Santiago ponen la dramaturgia y la interpretación, Paula Ruiz la música de violín en directo, Ugne Devaityte crea una coreografía y David Orrico aporta un montaje de video.
El escenario se dispone como un camino que se aleja en el infinito, hacia la música de Paula Ruiz. Una barrera construida como un telón con ropas delimita lo que ocurre al otro lado, pero también une retales de distintos lugares. Un trabajo muy fresco y espontáneo en muchos sentidos, aunque con algunos momentos muy elaborados, pero la dinámica de movimiento y música que se establece con los textos de fondo entre las tres intérpretes (actrices y violinista), provocan una sensación muy cercana a lo que ocurre en estos momentos en nuestra sociedad: gente del Norte que viene a estudiar y trabajar a España, gente de España que debe irse al Norte de Europa… personas que se cruzan sin saber por qué, como en una jaula en la que nada importamos, porque casi vivimos satisfechos pensando que algo ha mejorado al cambiar de lugar. Sin embargo quedan proyectos como este, en el que la interdisciplinariedad se une al internacionalismo, donde República Checa y Lituania concurren en el teatro, y que en boca de nuestros poetas cobra mayor peso.
Y digo que se ha convertido en tema recurrente porque desde el Allí de Aldara Molero, hasta el De pasos y caminos, de Roda Feltillera, (por no hablar de Un trozo invisible de este mundo, de Peris-Mencheta) el trayecto entre las jóvenes compañías demuestra que el camino se ve negro, y que en muchos casos ya son un hecho: el resultado de los movimientos migratorios. Está presente en numerosas propuestas, y así se han ido construyendo los trabajos de estas profesionales, que tenemos la suerte de acoger en nuestro país… a cambio de otr@s que han tenido que marchar.
Es cierto que todo puede enriquecer, la cuestión es ser conscientes de que no debemos permitir que sea por la fuerza. No así.
Ahora, Seminka concluye su propuesta con un Machado A una España joven, porque aquellos republicanos siguen siendo la actualidad: “el hoy es malo, pero el mañana es mío”