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El posible cierre de Teatro Guindalera, un sabor amargo en las cerezas de La Cosecha 2014 - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

El final de temporada de la Sala de Teatro Guindalera, justo antes del verano, suele traer lo que ell@s llaman La Cosecha, un evento que reúne a compañías, actores y actrices habituales, además del público que suele frecuentar la sala o, al menos, una parte del mismo, dado el aforo limitado del lugar. Es el comienzo oficial del verano. Este año, tras los estupendos, aunque limitados estrenos que nos ha ofrecido la compañía, Duet for one, que pusieron en escena Juan y María Pastor, padre e hija compartiendo escena una vez más, y el reciente paso por la vida de Emily Dickinson, a través de La bella de Amherst, donde tan sólo María Pastor, dirigida por Juan, ejecutaba el monólogo centrado en el papel y la vida de la gran poeta, se da paso a un verano diferente a los anteriores, donde las propuestas para público familiar por medio de los cuentacuentos, así como un Chéjov visto desde otra perspectiva, seguirán amenizando el espacio madrileño en la época de más calor.

El posible cierre de Teatro Guindalera, un sabor amargo en las cerezas de La Cosecha 2014

Tal vez el otoño encare la última temporada de este teatro madrileño por falta de apoyos

La Cosecha 2014 del Teatro Guindalera
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La Cosecha 2014 del Teatro Guindalera

Juan Pastor en la celebración del fin de temporada de la sala.
Foto: Julio Castro.

La Cosecha 2014 del Teatro Guindalera
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La Cosecha 2014 del Teatro Guindalera

Manuel Benito y Juan Pastor en el cierre de temporada de la sala.
Foto: Julio Castro.

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Julio Castro – La República Cultural

El final de temporada de la Sala de Teatro Guindalera, justo antes del verano, suele traer lo que ell@s llaman La Cosecha, un evento que reúne a compañías, actores y actrices habituales, además del público que suele frecuentar la sala o, al menos, una parte del mismo, dado el aforo limitado del lugar.

Es el comienzo oficial del verano.

Este año, tras los estupendos, aunque limitados estrenos que nos ha ofrecido la compañía, Duet for one, que pusieron en escena Juan y María Pastor, padre e hija compartiendo escena una vez más, y el reciente paso por la vida de Emily Dickinson, a través de La bella de Amherst, donde tan sólo María Pastor, dirigida por Juan, ejecutaba el monólogo centrado en el papel y la vida de la gran poeta, se da paso a un verano diferente a los anteriores, donde las propuestas para público familiar por medio de los cuentacuentos, así como un Chéjov visto desde otra perspectiva, seguirán amenizando el espacio madrileño en la época de más calor.

Pero a lo que iba no es a esto, ya que estará incluido en nuestra programación, sino a las noticias que no son tan buenas: el posible cierre de la sala. Y es que la presentación se abría con el aviso por parte de Teresa Valentín y Juan Pastor, revisando brevemente las actividades del año en la sala, el problema de no poder llevar a cabo una propuesta con más de uno o dos intérpretes, una escenografía en la que son “los muebles de casa” los que acompañan la única inversión: el suelo de césped artificial… de manera que la decisión (dado que no podrán seguir así mucho más), consiste en ir avisando del cierre en el mes de diciembre. Salvo que ocurra algún milagro que les permita continuar.

Si Teresa anticipaba la información (aunque Juan le recuerda que le correspondía hacer el repaso del año a ella, y el futuro a él), Juan explicaba que podrían continuar trabajando sin cobrar, con gente llevando a cabo trabajos voluntarios, tan sólo consiguiendo el dinero para el alquiler. Pero han decidido no acometer el futuro de esa forma, por dignidad, porque, sin juzgar o criticar a quienes lo puedan hacer, no creen que esa sea la manera de vivir en esta profesión.

Así que, este es un momento de principios en el que quienes llevan tantos años en este trabajo y, tras una década de mantener una sala, comprueban el problema de tratar de mantener una programación diferente, con su propia línea, plantean tirar la toalla.

Teresa habla de las iniciativas de los últimos tiempos, ya que no es la primera vez en que se abre el abismo ante el futuro. Nos cuenta de los micro-mecenazgos (la última iniciativa que les ha mantenido), del apadrinamiento de butacas, de las navidades trabajadas en los Teatros del Canal… ahora, pendientes de una subvención (ya que las anteriores no han llegado o no han alcanzado), no saben cómo llegar al mínimo que sufrague la actividad.

También habla de los apoyos del público cercano, de quienes estarían dispuestos a seguir sin cobrar, del trabajo de Manuel Benito, Julio Provencio y Sergio Balsera en estos tiempos. O de la falta de interés y apoyo por parte de los medios de comunicación (¡ay!, que algunos hasta estamos presentes y eso parece injusto, pero en fin…), que no han venido, al menos no han publicado lo suficiente como para hacer un público suficientemente numeroso.

Son tiempos complicados para el teatro, sí, los de la vida del ser humano en estas tierras en las que todo aquello que transmita algo, o tenga algo que decir, o se apellide Cultura, se castiga con la indiferencia, con los impuestos o con el rechazo institucional.

Si Guindalera cierra, será una pena, será otra herida más en el tejido de nuestra maltrecha escena madrileña, será una forma de trabajo que poco a poco se irá diluyendo hasta confundirse en el pasado de esta historia confusa que construyen otros sin permiso ni razón.

Si Guindalera resiste, habrá un hueco para Chéjov, como el que este verano presentarán Felipe Andrés, José Bustos y María Pastor en esta misma sala en su Verano Chéjov, y del que mostraron un fragmento en esta Cosecha 2014, habrá Guindas de su huerto para los próximos años, aunque su huerto esté viejo, en lugar de parcelas para el negocio ajeno, y habrá sitio para seguir Soñando con Alicia, como hace Cristina Palomo, o para los cuentos de Álex Tormo, o para los cursos para tanta gente del barrio y de fuera, o para tantas personas que han pasado y aprendido allí en los diez años de este espacio…

Y lo cierto es que, si hoy reivindicamos este espacio, mañana habrá que seguir haciéndolo, quienes creemos en las salas madrileñas y sus profesionales, y quienes las ocupan, porque es una batalla que no acaba nunca, ni siquiera en tiempos de bonanza, como ya se ha demostrado. Entre tanto, unas guindas y un brindis.

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